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El enemigo del pueblo: Pedro Munguía (Año 1863)

En marzo de 1863, los militares no sabían todavía el procedimiento a seguir con los pasajeros en las embarcaciones de los ciudadanos del país vecino que cruzaban a México. Desde Reynosa escribían al Jefe Político del Distrito Norte en Matamoros, preguntándole si tenían que proceder a detener a los viajeros en esos botes extranjeros. Era poca la tolerancia que existía contra los criminales que merodeaban la línea del río Bravo. En este contexto es donde se desarrolla la siguiente historia...

-Segunda parte-

Soldados de infantería mexicana durante la intervención francesa, apoyaban al gobierno republicano de don Benito Juárez.El enemigo del pueblo: Pedro Munguía (Año 1863)

Por el mes de junio del año 1863, el gobierno itinerante de don Benito Juárez ya se encontraba en la capital de San Luis Potosí, debido a la intervención francesa en México. Según un documento de la Sección de Comunicaciones de Presidencia del Archivo Municipal de Reynosa (AMR), fechado el 15 de junio de 1863, Juan Fernández de la Jefatura Política del Norte de Tamaulipas daba las órdenes enviadas por el comandante militar y el gobernador de Tamaulipas al Ayuntamiento de Reynosa, donde se indicaba se estableciera un contingente de hombres para las campañas contra las fuerzas invasoras. 

Durante esos meses la Comandancia Militar de Matamoros y Línea del Bravo se enfocaban en conservar inalterable la paz pública, dando las garantías a todos los ciudadanos para repeler cualquier agresión de bandoleros de la izquierda (lado de Texas) del río Bravo. 

Trataban de organizar, moralizar e instruir una fuerza militar competente, con la cual se pudiera contar llegando el caso de que fuera invadida esta parte de la República por los soldados franceses.  Desde principios de ese año se empezó a entregar notificaciones para que se presentaran ante las autoridades los extranjeros que estaban viviendo en Reynosa, los cuáles se habían introducido desde Texas. 

Tal eran los casos de Andrés Rucha, quien contaba con el oficio de sastre y además era súbdito de Alemania, Federico Pizarra del reino de Portugal y Juan Lagarde de nacionalidad francesa. El último era “preceptor de la juventud,” como se le conocía al profesor de la escuela en esa época; se decía trataba de adquirir la ciudadanía mexicana.

Canoas y esquifes pertenecientes a ciudadanos mexicanos en el río Bravo fueron concentrados por el lado sur en los vados de San Miguel de las Cuevas (hoy Díaz Ordaz), la Antigua Reynosa (Reynosa Díaz), la garita de la villa de Reynosa y la Bolsa, lugar que se encontraba dentro de la comprensión de la Mesa y la Jurisdicción de Reynosa (dentro de lo que es hoy los municipios de Matamoros y Río Bravo). Esto era para que la recién formada guardia militar tuviera una mejor vigilancia y control sobre las personas que cruzaban el río. 

En marzo de ese año, los militares no sabían todavía el procedimiento a seguir con los pasajeros en las embarcaciones de los ciudadanos del país vecino que cruzaban a México. Desde Reynosa escribían al Jefe Político del Distrito Norte en Matamoros, preguntándole si tenían que proceder a detener a los viajeros en esos botes extranjeros.

Era poca la tolerancia que existía contra los criminales que merodeaban la línea del río Bravo. En este contexto es donde se desarrolla la siguiente historia.

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Rúbricas del alcalde 1º Constitucional, Francisco Tagle, y del sargento 1º de la Guarnición de Reynosa, Ramón Cantú. Ambos fueron actores en esta historia de 1863.

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El 21 de marzo de 1863, el cabildo de Reynosa había nombrado a ocho vecinos para que desde esa noche hicieran rondines en las inmediaciones de la villa. Esto lograría la aprehensión de algunos malvados que cruzaban desde la izquierda del Bravo para cometer robos en el lado mexicano. El grupo detenía sin distinción a cualquier desconocido. 

Desde el 28 de marzo de 1863, el Juez de 1ª Instancia en Matamoros, Lic. Juan Nepomuceno Margáin, había pedido al Juzgado de Reynosa la aprehensión de Pedro Munguía y Francisco Salinas; ordenaba estrictamente se remitieran a Matamoros con una segura custodia. Sabía el Juez que ambos maleantes cruzaban el río diariamente a Reynosa desde el lado de Texas, en un bote del padre del primero. 

Pero no fue hasta la noche del 23 de junio que Munguía fuera interceptado por la autoridad en Reynosa.  Casi dos semanas antes el mismo Juez le había pedido al alcalde 1º Constitucional de Reynosa que le remitiera otros cuatro cómplices de un tal Mariano Treviño, acusado del delito de sedición.

Eran después de las 8 de la noche de ese 23 de junio cuando el sargento 1º de la Guarnición de Reynosa, Ramón Cantú, dio el aviso al regidor 1º, alcalde 1º Constitucional en turno y Juez, Francisco Tagle, sobre lo que había sucedido minutos antes con Pedro Munguía

El sargento 1º rondaba todas las noches los puntos por donde Munguía podía hacer su entrada a la villa; pues le habían dado órdenes para que lo arrestara donde lo viera, desde hacía ya varios días.

Esa noche, el sargento 1º se encontraba junto con el ciudadano Simón González en las inmediaciones del camino que comunicaba a las labores del vecindario, con la expectativa de aprehenderlo.  

Fue cuando repentinamente se aproximó a ellos, el Sargento le ordenó que se rindiera, pero no obedeció. Fue entonces éste disparó y mandó a su compañero que hiciese fuego al mismo tiempo, logrando matar al malhechor en ese instante. 

Identificación

En ese momento Francisco Tagle se desplazó con el personal del Juzgado al lugar donde se encontraba el muerto para dar fe de los hechos recién ocurridos. Ahí encontraron el cuerpo de un hombre boca arriba, el cuál vestía chaqueta de mezclilla corriente, pantalón de cotonada listada y se hallaba sin la camisa puesta, pues ésta la llevaba amarrada a la cintura. La persona calzaba huaraches de piel de res.

El cuerpo traía una máscara blanca puesta en la cara, de donde se configuraba una barba por debajo. En la cabeza tenía los tres balazos que le habían ocasionado la muerte. De pronto había una gran concurrencia en el lugar de los hechos y cuando le quitaron la máscara, el Juez preguntó si reconocían el cuerpo del hombre muerto. 

Varios dijeron que sí y que era el de Pedro Munguía.

Esa misma noche el Juez acordó que el cadáver de Pedro fuera llevado a una casa particular para que lo prepararan para darle sepultura. Fue al siguiente día, 24 de junio, cuando se dio el aviso al Juzgado que el cadáver de Pedro había quedado sepultado en el camposanto de esta villa, en virtud que los parientes inmediatos del difunto vivían por la otra banda del río Bravo. 

Pedro es muy probable que haya sido sepultado en el entonces nuevo panteón de Reynosa en 1863, el que se ubicó hasta la década de los años 1960 en el terreno donde se encuentra el Hospital del ISSSTE, enseguida del actual paso a desnivel número uno.

Las declaraciones

El Juez Francisco Tagle tomó las declaraciones del sargento 1º Ramón Cantú y del vecino Simón González hasta el día 25 de junio de 1863. Ambos eran hombres solteros de 25 y 24 años de edad respectivamente, nativos de la villa de Reynosa. El primero dijo que era empleado en el servicio de las armas mientas que el segundo de oficio de campo. Las declaraciones en ambas interrogaciones fueron muy similares.

El sargento 1º contó que en repetidas ocasiones recibió órdenes de la Comandancia de la villa de Reynosa de perseguir y aprehender a Pedro Munguía. Éste no solamente se había propuesto escandalizar e intimidar con la muerte a varios ciudadanos de esta villa, sino que el “Juzgado de Letras” (en Matamoros) había ordenado su aprehensión por varios delitos, entre ellos el de deserción.

Noche tras noche, el militar velaba los puntos por donde Munguía acostumbraba entrar al pueblo. La noche del acontecimiento, él había salido con tres soldados, a quienes había citado en la esquina del solar de doña Juana González.  

Pero debido a que los tres soldados no llegaron, acordó avanzar con el paisano Simón González al punto que le interesaba más cuidar.

Después de las ocho en ese lugar sintieron los pasos de una persona y se pusieron en “más actitud” de alerta. Cuando ya se aproximaba advirtieron que era Munguía por su ropa y la complexión de su cuerpo. Al llegar, los dos le marcaron el alto, intimidándolo preparando sus pistolas, diciéndole que se rindiera. No habiendo obedecido, por el contrario, sacó un puñal para ofenderlos. El sargento le ordenó al vecino que hiciera simultáneamente fuego a boca de jarro. Cada uno le dirigió un tiro con sus “pistolas de seis” a la cabeza. 

Ya en tierra, el sargento 1º le dio otro tiro en la cabeza, diciendo que trataba de asegurarlo.  Anteriormente, Munguía se había salvado de tres patrullas haciendo fuga, defendiéndose con una pistola, la cual no traía esa noche que lo mataron. 

Contaban que Pedro Munguía era un hombre de muy mala conducta e incorregible, quien se enmascaraba para asaltar a sus víctimas. 

El patriotismo contra la invasión extranjera había unido a los vecinos de Reynosa y de cierta forma aminorado el bandolerismo momentáneamente. Las fuerzas del Imperio tomarían intermitentemente la plaza de Reynosa poco más de un año después, en el mes de octubre de 1864. Pero esa historia será contada en otra ocasión.



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