Llega a México

Ciudad de México

Un plato rebosante de planeación, tres tazas de una muy precisa ejecución, dosis abundantes de intriga, maleantes y dinero. 

Hay algo seductor en las llamadas “heist movies”, las películas sobre golpes criminales, donde cada paso en la trama -cada ingrediente-  se saborea tanto como el resultado.

Estrena una cinta de este género, Baby Driver: el Aprendiz del Crimen. Degustemos cómo quedó la receta.

Doc (Kevin Spacey) es un ladrón profesional, que cuenta con un equipo para sus asaltos. Está la pareja de guapos y despiadados (Jon Hamm y Eiza González), el de las armas pesadas (Jon Berthnal) y claro, el conductor del coche de escape, Baby (Ansel Elgort).

Aunque Baby ya está harto de su muy peligrosa chamba, hay algo en su pasado que lo ata al mafioso. Todo eso cambiará cuando conozca a una guapa mesera.

Edgar Wright quien ha abarcado desde aliens hasta rockeros, se enfoca ahora al bajo mundo de los asaltos en gran escala. pero como en todos sus trabajos, empapa a la cinta de un ácido humor negro, tan inglés como el cineasta.

Resulta una película increíblemente fluida, de edición impecable, que no parpadea ante una violencia por momentos cruda, pero nunca gratuita. Cada golpe, explosión, balazo y muerto, deben estar ahí.

Se logra gran equilibrio entre los diálogos inteligentes, los cortes rápidos y una acción absorbente alimentada por unas muy veloces persecuciones. todo bañado de una vibra irreverente.

Sobresale el desarrollo de los protagonistas, evidente en Baby, con su historia complicada. pero hay voluptuosidad histriónica también en los secundarios: el Buddy de Hamm es más interesante de lo que aparenta, así como el personaje de Jamie Foxx.

Se añade una poderosa banda sonora, que pulsa y respira tanto como los protagónicos y una dulzura inesperada, en una trama donde la vida vale poco. ¿El veredicto culinario? Si las heist movies son un platillo, éste resulta exquisito.