buscar noticiasbuscar noticias

Las ondas expansivas del conflicto en el Sáhara Occidental

En noviembre Marruecos violó un acuerdo de no agresión que databa de 1991, lo que dio inicio a una "guerra de posiciones" que se mantiene hasta hoy y sirvió para visibilizar de nuevo la tragedia del pueblo saharaui, que soporta desde hace décadas la condición de "país ocupado".

Madrid (Proceso).- El 13 de noviembre el ejército de Marruecos penetró en la zona de amortiguación de la ONU, cerca del puesto fronterizo de Guerguerat, en el sur del Sáhara Occidental, en la frontera con Mauritania, para expulsar a varias decenas de civiles saharauis que desde el 21 de octubre mantenían bloqueada la carretera que conecta con este último país. El Frente Polisario (FP), organización política y militar que lucha por la independencia de la zona, intervino y se produjo un intercambio de disparos.

Las ondas expansivas del conflicto en el Sáhara Occidental

Días después del inicio de las hostilidades, el periodista saharaui Ahmed Ettanjji celebraría su boda con la también periodista y activista Nazha El Khalidi. Aquel dirige Equipe Media, un colectivo de periodistas que informan desde lo que denomina “territorios ocupados”, tratando de romper el bloqueo informativo impuesto por Marruecos, y se ha convertido en personaje incómodo, como su pareja, quien ha estado detenida por su actividad.

“La situación en el Sáhara Occidental ocupado después de la intervención militar se ha complicado más porque Marruecos ha desplegado fuerzas auxiliares y policías en las ciudades para reprimir y evitar cualquier intento de manifestación que quieren hacer los ciudadanos”, dice Ahmed en una videoconferencia con periodistas extranjeros acreditados en España, entre ellos el corresponsal de Proceso.

“Ahora las ciudades ocupadas parecen cuarteles militares, porque al salir a la calle sólo se ven convoyes de intervención, de 20 coches haciendo un desfile; amenazan a la gente, la paran y la detienen sin motivo, sólo por ser saharauis; y cuando encuentran una bandera de la República Árabe Saharaui Democrática, o con cualquier pretexto, los meten al calabozo dos o tres días.”

Dice que desde el primer día de la ruptura, cuando el FP anunció el inicio de la guerra contra el ejército marroquí, “los saharauis salieron a la calle para apoyar al Polisario por la reanudación de la guerra, y esas manifestaciones fueron reprimidas por la policía marroquí, lo que ocasionó enfrentamientos”.

Comandos encapuchados empezaron a hacer redadas e intervenciones en casas de saharauis, rompieron puertas y detuvieron a muchos jóvenes que habían salido a apoyar la reanudación de la guerra. “Están cansados. Han pasado 30 años luchando pacíficamente y la comunidad internacional no ha hecho caso, está mirando para otro lado”, sostiene.

“La situación es muy dura, por eso los saharauis están haciendo llamados a la comunidad internacional y a la Cruz Roja para que se aplique el derecho internacional a fin de proteger a los civiles”, dice el periodista.

Asegura que desde el día que impidieron su boda, su calle y las aledañas están cerradas por fuerzas policiales, pese a que han respetado las medidas impuestas para evitar el coronavirus. También han sido agredidas personas que intentan pasar por esas calles, incluidas su madre, su hermana y su sobrina, “todo por el hecho de ser activistas”.

“Al asomarme desde mi casa lo único que veo son furgones policiales y policías vestidos de paisano, incluidas algunas fuerzas paramilitares que sirven de guardaespaldas de las misiones marroquíes que vienen al Sáhara. Es un asedio total.”

Guerra de posiciones 

El periodista español Ignacio Cembrero, especialista en el área y en Oriente Medio, que también participó en la videoconferencia, sostiene que la intervención de Marruecos el 13 de noviembre para liberar la carretera bloqueada por la manifestación que exige la celebración del referéndum, se hizo “con guante blanco, porque no hubo heridos ni muertos”; sin embargo sostiene que “sí se han intensificado las actuaciones represivas en las ciudades del Sáhara”.

Esa carretera, de apenas cinco kilómetros, dice, conecta con la aduana mauritana y otra marroquí; ésta última es ilegal porque no está prevista en los acuerdos de 1991, que lograron el fin de una guerra que duraba dos décadas. 

Por ese cruce pasan diariamente 150 camiones que transportan exportaciones marroquíes. No obstante, explica, en su intervención el ejército de Marruecos franqueó el muro que separa la zona del Sáhara, “lo cual es ilegal, porque rompe los acuerdos de 1991”.

El articulista de El Confidencial y excorresponsal de El País, califica estas hostilidades entre ambos bandos como una “guerra de posiciones”, porque desde entonces se producen bombardeos mutuos entre el ejército marroquí y las fuerzas del FP.

“No es alarmante en la medida en que se va a limitar este tipo de bombardeos dirigidos a posiciones militares, que no causan muertos ni heridos porque las fuerzas están atrincheradas y protegidas. Tampoco creo que el Polisario intente romper el ‘muro de la vergüenza’ (el muro defensivo construido por Marruecos en el Sáhara) ni creo que el ejército marroquí intente franquear ese muro para perseguir al Polisario”, explica.

En esta “guerra de posiciones”, añade, pierde el FP porque el ejército marroquí está construyendo un pequeño muro y está asfaltando el camino para que no sea nuevamente bloqueada la zona e impide el acceso al Polisario. A su vez, éste no ha conseguido reactivar el conflicto a tal grado que la comunidad internacional tome cartas en el asunto.

Ahmed Ettanjji prevé que la situación empeorará porque el FP mantiene su postura de declaración de guerra, y no cree que Marruecos vaya a quedarse de brazos cruzados. “El Polisario anunció que la lucha armada seguirá hasta en las ciudades ocupadas, no sólo en el muro. Tememos que esto intensifique la actuación marroquí contra los activistas, lo que pondría en peligro sus vidas”, dice.

“En los medios argelinos se dice que Argelia –país donde están los líderes del FP– también se siente amenazada por la presencia de los Emiratos Árabes Unidos en apoyo a Marruecos, y se prevé que ante cualquier intervención extranjera el gobierno argelino muestre su apoyo a los saharauis.”

Cembrero, autor de Vecinos alejados: Los secretos de la crisis entre España y Marruecos (Galaxia Gutemberg, 2006), piensa que las hostilidades no llegarán a las ciudades, que se mantendrán como una guerra de posiciones con bombardeos mutuos entre los bandos a lo largo del muro.

“Creo que el Polisario, en materia militar y de guerra, tiene un margen de maniobra bastante limitado, porque las decisiones en este sentido no se toman en los campamentos de refugiados, ni en Tinduf, sino en el país que acoge a los refugiados, que es Argelia, y yo no creo que Argel esté por la labor de entrar indirectamente en guerra con Marruecos.

Es verdad que el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboun –aún hospitalizado en Alemania por covid-19–, desde que llegó al poder ha tenido un lenguaje más radical frente a Marruecos que su predecesor, Abdelazziz Buteflika.

Sostiene que la prensa argelina insiste, aunque con información no confirmada, que Marruecos recibe ayuda de los Emiratos Árabes Unidos, con elementos de sus fuerzas armadas manejando drones para la vigilancia de los movimientos en la zona del FP.

“No obstante, lo que sí creo es que antes de emprender el desalojo de civiles saharauis de Guerguerat, Marruecos consultó con su gran aliado en Europa, que es Francia, y recibió la luz verde de París para esa operación de desalojo.”

En su intervención en el encuentro, María Porcel, integrante de la Asociación L’Huria de Albacete, dice que distintos colectivos están ejerciendo presión en la comunidad internacional para que haya movimientos políticos que frenen este conflicto.

“Como pacifistas nos gustaría que hubiera una solución pacífica al conflicto”, aunque sostiene que su organización seguirá apoyando al pueblo saharaui y al FP. El problema, sostiene, es que “la guerra se viene sucediendo desde que el Sáhara fue ocupado y desde que se anunció el alto al fuego (1991) hay una guerra en los territorios ocupados.

“Nos preocupa que no hay igualdad de condiciones en este conflicto. Marruecos es evidentemente más grande en número, como potencia armamentística, y tiene el respaldo de Francia.”

Desde el inicio del conflicto, en la comunidad internacional –particularmente desde la ONU, España o Francia–, explica Cembrero, se “insiste que se debe respetar el alto al fuego, pero se olvidan de cumplir el otro compromiso que se asumió en (el acuerdo de alto al fuego de) 1991, que es la organización de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental”.

Explica que la ONU considera al Sáhara un territorio pendiente de descolonizar y por ello mantiene un pequeño contingente –la Misión de Naciones Unidas para el Referendo en el Sáhara Occidental–, cuya tarea principal es velar por el alto al fuego y para organizar el referéndum de autodeterminación, “tarea que ha abandonado”, explica Cembrero, porque la comunidad internacional ha hecho oídos sordos para no incomodar a Marruecos.

El viernes 11 el presidente estadunidense, Donald Trump, tuiteó que inclinaba la balanza a favor de Marruecos, ignorando las resoluciones de la ONU sobre el conflicto. “He firmado una proclamación reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. La propuesta de una autonomía seria, creíble y realista de Marruecos es la única base para una solución justa y duradera, para una paz y prosperidad perdurables”, escribió.

Dos días después la agencia Reuters divulgó que el gobierno de Trump acordó la venta a Marruecos de un lote de drones de precisión.

Sin embargo el tema ha tenido un impacto muy limitado a escala internacional. “Si algo ha conseguido Marruecos es que se hable muy poco del Sáhara Occidental, por ejemplo, en la prensa española. Y mientras, el tema de la autodeterminación se va diluyendo”, apunta Cembrero.

Y es que tanto Cembrero como Ahmed muestran un panorama grave, porque el Sáhara Occidental está vedado para la prensa y la libertad de expresión. “No se puede informar porque los periodistas de ningún país pueden entrar, ni eurodipu­tados o diputados de España, Francia o Italia, que lo han intentado. Es un territorio vedado”.

Recuerda que en 2018 Freedom House emitió un informe que clasificaba los territorios más cerrados y con menos libertad en el mundo, “y el Sáhara Occidental estaba entre los primeros lugares”.

Ahmed añade que “estamos bajo vigilancia constante y es complicado sacar información al extranjero de lo que ocurre en el Sáhara ocupado. Siempre ha sido difícil, pero ahora es más complicado todavía”.

Se suma la migración

 A las hostilidades entre Marruecos y el FP se suma una oleada migratoria hacia las islas Canarias, que demuestra el control que ejerce Rabat sobre las costas. 

En lo que va del año y hasta mediados de noviembre, el informe sobre migraciones del Ministerio del Interior español registró la llegada de 530 embarcaciones irregulares a Canarias, que transportaron a cerca de 17 mil inmigrantes, marroquíes 70% de ellos. La oleada se intensificó los últimos tres meses.

Los puntos de salida más activos están en el Sáhara Occidental, el mismo territorio que fue colonia española entre 1883 y 1975, cuando cedió el territorio tras la Marcha Verde hacia el Sáhara impulsada por el rey Hasán II. La parte norte y centro del Sáhara Occidental se entregó a Marruecos y el sur a Mauritania.

“Los principales puntos de partida de las embarcaciones con los migrantes son Dajla y Tarfaya, en el sur de Marruecos. Y salen de estos puntos porque hay una organización criminal que organiza las salidas”, explica Cembrero, quien recuerda que los servicios de inteligencia alemán informaron a la prensa de su país que las personas que organizan esas salidas pactan las horas de partida con las patrullas marroquíes a cambio de pagos.

“Hay una permisividad marroquí desde hace dos o tres meses, porque Marruecos controla la costa del Sáhara Occidental, uno de los territorios más militarizados del mundo. Y lo que argumenta Marruecos, de forma no oficial para que suceda esto, es que tienen muchos problemas con el Polisario y que no se puede ocupar mucho de la situación en la costa. Yo creo que si Marruecos tuviera voluntad política podría controlarla, porque es ahí donde está el grueso de su ejército”, dice el especialista.

La razón parece centrarse en que la industria turística en Marruecos está destrozada por la pandemia del coronavirus, principalmente en Marrakech y Agadir. Muchos de estos migrantes son trabajadores del sector turismo. Con ello Marruecos alivia la enorme presión y el malestar social que hay en una franja importante de la población.

Muchos tienen pasaporte y llegan con dinero cambiado a euros. Casi siempre intentan sacar un boleto de avión para ir a la península (Madrid, Barcelona o Sevilla) debido a que no necesitan visa Schengen (de la Unión Europea). 

Después intentan seguir a otros países europeos, principalmente francófonos o que tengan una estructura de acogida, razón por la cual Francia –como otros seis países– suspendió el acuerdo Schengen y ha reforzado sus fronteras y los controles en los trenes. España, por su parte, ha tratado de disuadir el ingreso a la península, ocasionando un fuerte debate político con críticas de la oposición.

Cembrero descarta que con la presión migratoria Marruecos busque chantajear a España; no obstante, después de recibir el espaldarazo de Donald Trump sobre el Sáhara, el primer ministro marroquí, Saadeddine El Othmani, volvió a tensar la cuerda en la relación con España al dar una entrevista en la que afirmó que las ciudades autónomas españolas de Ceuta y Melilla (en el norte de África) “son marroquíes como el Sáhara”. Este pulso deja entrever que las relaciones entre Madrid y Rabat no pasan por su mejor momento. 



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD