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“Las manzanas podridas deben ser removidas”

El nuncio apostólico en México, Franco Coppola, habla sobre el trabajo que realiza desde hace tres años para acompañar las denuncias contra los pederastas de la Legión de Cristo; sobre las resistencias de algunos integrantes de la congregación y de los retos de la Iglesia para evitar la comisión de más agresiones y erradicar la impunidad

ROMA, Italia.

Franco Coppola. Foto: Enrique Castro / Procesofoto“Las manzanas podridas deben ser removidas”

El tema no le es ajeno. Desde el año pasado, cuando manifestó su voluntad de echar luz sobre estos casos, la Nunciatura en México ha acumulado decenas de señalamientos de víctimas y testigos. Ello coincide con nuevas normas antipederastia que el Papa aprobó en 2019, entre ellas la que prohíbe imponer el silencio a las víctimas de abusos.

Cuando esta corresponsal lo encuentra, Coppola (Lecce, Italia, 1957) viene de una reunión en la Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada y en 40 minutos tendrá otro encuentro en la Congregación de la Doctrina de la Fe. Son los dos organismos vaticanos que intervienen cuando se sospechan casos de abusos cometidos por sacerdotes.

El encuentro más importante, sin embargo, ha sido con Francisco. Coppola se reunió con él en los primeros días de febrero en El Vaticano para recibir instrucciones sobre los pasos a seguir con los Legionarios.

“Debemos descubrir todo lo que ha sido encubierto y todos los errores que se han cometido” porque “las manzanas podridas deben ser removidas para que no se pudran las demás”, afirma el nuncio durante la entrevista con Proceso.

–¿Por qué, décadas después, aún no se ha resuelto la crisis de los abusos de los Legionarios? ¿Ha habido encubrimiento también desde fuera de la Legión?

–No puedo dar una respuesta. Entré por primera vez en contacto con este mundo hace tres años. Y en estos tres años hubo un gran trabajo de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) para hacer frente a estos abusos y castigar a los sacerdotes culpables. Creo poder afirmar que hoy los obispos mexicanos son conscientes de cuáles son sus obligaciones y están alineados con la posición del papa Francisco. Ha sido un trabajo intenso en estos tres años, (en los que me he) concentrado en ellos.

–¿Puede explicar qué labor está haciendo la Nunciatura?

–Desde que llegué (a México) me he ido enterando del problema. La CEM se ha mostrado muy sensible y he trabajado con su ayuda. Intervinimos en las diócesis para que todas las denuncias contra sacerdotes fueran recibidas, investigadas y juzgadas. Hay muchos procesos en curso.

–¿Cuántos de estos casos involucran a los Legionarios de Cristo?

–En un primer momento me ocupé sólo de los sacerdotes de las diócesis. El primer caso relativo a los Legionarios de Cristo del cual me encargué fue el caso de Ana Lucía Salazar –cantante y conductora mexicana que en 2019 denunció que en los noventa fue abusada sexualmente por el legionario Fernando Martínez.

“Ella misma vino a la Nunciatura y, desde entonces, empecé a hacer lo que estoy haciendo. También descubrí que las víctimas de los Legionarios tenían la sensación de estar enfrentándose a una especie de Moloch (una poderosa y temida divinidad de origen cananeo), como si fueran una entidad tan poderosa, tan fuerte que si protestas, puedes tener incluso repercusiones en tu trabajo, que te amenaza y te puede arruinar.

–Eso es miedo.

–Sí, miedo, por eso mucha gente víctima de abusos no los había denunciado. Algunos habían intercambiado información en redes sociales, como la página (de Facebook) Legioleaks, pero habían renunciado a presentar sus denuncias y también desconfiaban del Vaticano. Tenían alguna razón. Yo me encargo de estos asuntos desde hace tres años por lo que no sé qué pasó antes, pero es indudable que durante muchos años hubo denuncias que no tuvieron seguimiento.

“Perverso y monstruoso”

Coppola sostiene que el pontífice emérito Benedicto XVI fue el primer papa que tomó medidas serias y en 2006 alejó al sacerdote pederasta Marcial Maciel, fundador de los Legionarios, del liderazgo de esta organización.

“Por eso digo que desconozco qué pasó antes, pero es indudable que El Vaticano, durante años, se mostró poco activo. También yo, como muchas otras personas ajenas (a la Legión), reaccioné con mucha incredulidad cuando las primeras denuncias aparecieron en los diarios. Me preguntaba cómo era posible que el fundador de una congregación fuera tan perverso y monstruoso”.

–¿Qué pasó después del encuentro con Ana Lucía Salazar?

–Decidí poner a disposición mi correo electrónico personal para que pudiesen contactarme aquellas personas que tuvieran miedo y buscaran ayuda. Empezó todo muy lentamente, porque la desconfianza era mucha; tanto que el primer mes no recibí ni un correo. Ahora me llegan nuevos correos casi todos los días.

–¿Todos los días recibe nuevas denuncias?

–Sí, supongo que se debe a que la información se ha ido pasando de boca en boca (entre las víctimas). Les he dicho que la Nunciatura no es un tribunal y que la última ley papal Vos estis lux mundi dictamina que las autoridades encargadas de juzgar estos casos son los superiores religiosos o los (obispos) ordinarios locales. Lo que yo puedo hacer es escuchar y, con base en los hechos relatados, puedo ayudar a canalizar la denuncia hacia el tribunal más adecuado.

“En este sentido, el caso de Ana Lucía Salazar y Fernando Martínez fue más difícil porque los hechos ocurrieron en Cancún, en una diócesis a cargo de la Legión. Por eso esta denuncia no pudo presentarse allí (acabó en manos del tribunal eclesiástico de Monterrey)”.

Coppola señala luego que son “decenas” las denuncias que ha recibido desde que las víctimas pueden ponerse en contacto directamente con él. Puntualiza que algunos señalados han sido denunciados por múltiples abusos.

–De estos, ¿todos acabarán con un juicio?

–Es posible.



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