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La próxima crisis financiera

La excesiva deuda privada acumulada supone un desafío para la estabilidad.

En general, las crisis financieras tienden a desatarse por alguna de estas tres causas: un endeudamiento excesivo, una inversión muy concentrada y un desequilibrio entre activos y pasivos y, más todavía, con todas ellas, como ocurrió en la Gran Crisis Financiera, que comenzó el 15 de Septiembre de 2008, con la caída de Lehman Brothers. Ben Bernanke, que tuvo que cerrar 465 bancos, estimó que había sido la peor crisis financiera de la historia y, para EE UU, peor incluso que la Gran Depresión de 1929.

La próxima crisis financiera

Fue debida a una proliferación excesiva de productos estructurados, ligados al mercado de hipotecas de la vivienda, y a unos balances bancarios excesivos y muy dependientes de la financiación a corto plazo, lo que llevó, finalmente, a una reducción enorme del número de entidades bancarias y financieras provocando una fuerte recesión en todos aquellos países que tenían una deuda excesiva.

Anteriormente, la crisis asiática de julio de 1997, que empezó en Tailandia, por su elevado endeudamiento pero que se propagó a Malasia, Indonesia y Filipinas ya que sus monedas estaban ligadas al dólar de EE UU y porque muchas empresas estaban endeudadas en dólares con ingresos en moneda local. Pero no afectó a China, Singapur y Taiwan. La Crisis de las puntocom, entre 1997 y 2001, fue menos grave porque había mucha concentración excesiva en una sola clase de activos: las acciones de empresas relacionadas con Internet, provocando una caída del índice Nasdaq desde 5.000 puntos hasta 1.300 puntos, su valor medio de 1996.

Ahora, The Economist empieza ya a especular con que la próxima crisis podría ser debida a una deuda excesiva de las empresas. Sus beneficios han aumentado mucho, ya que las empresas del S&P 500 conseguirán unos beneficios del 25%, cuando se publiquen sus resultados del primer trimestre y algunas grandes empresas tecnológicas los dupliquen, en 2018. Pero las empresas medianas pueden empezar a tener problemas serios. Su deuda media sobre el beneficio bruto es 1,8 veces y su mediana es 3,2 veces, su mayor apalancamiento desde 1981. En términos de balance, su deuda alcanza el 34% de media sobre sus activos totales, el nivel más alto desde 2000.

Por otro lado, las compañías con mayor caja y liquidez intentan recomprar sus acciones en el mercado, bien por la presión de sus inversores más activistas o porque si lo hacen, van a poder aumentar el precio de su acción y el valor de las opciones sobre acciones de sus ejecutivos. Pero si dichas compañías emiten bonos para recomprar sus propias acciones, aumentará el riesgo de una mayor inestabilidad financiera.

Asimismo, este período tan prolongado de tipos de interés bajos ha tentado a muchas empresas a endeudarse de forma creciente. Según S&P Global, el 37% de las compañías globales han aumentado su endeudamiento, cinco puntos porcentuales más que en 2007. Lo mismo está ocurriendo con las operaciones de capital riesgo (PE) que están hoy más apalancadas que en 2007, y con niveles de deuda mucho mayores que hace diez años.

La deuda total mundial es de 164 billones de euros, 2,2 veces mayor que el PIB mundial, y la mitad está en EE UU, Japón y China. China ha contribuido al 75% del incremento de la deuda privada mundial, desde 2007. Además, la calidad de crédito financiero se está deteriorando en gran parte del mundo. El rating mediano de los bonos ha ido cayendo desde A, en 1980, hasta BBB- en 2018, siendo preocupante, porque la media se está acercando hacia el bono basura. Incluso en la deuda de grado de inversión la calidad media está también cayendo.




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