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LA PELEA DE SU VIDA

A base de puñetazos don José Luis Baltazar comenzó a ganarse la vida, sin imaginar que con los años sería considerado uno de los mejores pugilistas de Reynosa

Don José Luis Baltazar no buscó ser boxeador, el box lo eligió a él y le regaló momentos inolvidables, historias que a sus 75 años sigue recordando con mucho orgullo como si fuera ayer. 

COMO SI FUERA AYER. Don José Luis Baltazar sigue recordando con mucho orgullo sus mejores momentos en el deporte de las narices chatas.LA PELEA DE SU VIDA

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SU ÉPOCA DE GLORIA. Baltazar I tuvo una trayectoria de 20 años, fue campeón amateur y conquistó el Campeonato Nacional peso Welter, lo que lo llevó a ser merecedor de los Guantes de Oro y Campeón Estatal de Tamaulipas.

Don José Luis Baltazar no buscó ser boxeador, el box lo eligió a él y le regaló momentos inolvidables, historias que a sus 75 años sigue recordando con mucho orgullo como si fuera ayer. 

“En Reynosa debuté a cuatro rounds pero sin ser boxeador, me agarré contra un chamaco de Monterrey que tenía buen récord, me hicieron subir al ring, me la ofrecieron porque el rival se les indispuso y salieron a buscar a alguien para que no se quedara sin pelear, me encontraron a mi en la calle y me convencieron, que nada más eran 4 rounds y me daban una lana… no sabía lo que era el box pero le gané y después de eso me dieron ganas de entrenar”, así de loco fue su inicio en el deporte de los puños.  

Al “viejón” le tocó parte de la época de oro de este deporte, cuando en Reynosa había ídolos y se hacían funciones grandes. Por eso, arriba del ring eran verdaderas guerras sin tregua, la mayoría las ganó, algunas las perdió y otras desafortunadamente se las robaron.     

“Me tocó pelear en los setentas (70’s) y en el 82 fue la última, en San Antonio, Tx., la última contra el “Torito” Ayala que era el primer welter del Mundo, yo quería seguir peleando, pero me decepcionaron en esa pelea porque sentí que me la quitaron y ya no quise seguir peleando más”, relata todavía con algo de coraje.    

Don Baltazar asegura siempre peleó con el corazón por delante. De no ser nadie en el deporte de las narices chatas, llegó a enfrentarse a los mejores y puede presumir que fue Campeón Nacional.     

“Aproximadamente peleé unos 20 años, y nunca olvidaré el Campeonato Nacional peso Welter que gané en México a José Figueroa en el 1977, lo defendí 4 veces, también fui campeón amateur me gané los Guantes de Oro y Campeón Estatal de Tamaulipas, me decían que Figueroa me iba a matar en dos rounds pero yo les dije que andaba como “navajita”, no me encontró en los 12 rounds porque yo traía una condición tremenda y gané por decisión, pero una decisión muy clara”, recuerda y narra con lujo de detalle, mientras muestra recortes de periódicos, revistas y fotografías para reforzar sus palabras. 

Entre todos esos recuerdos aparece también una exitosa defensa contra el yucateco José Baquedano, que tiene un sabor especial porque fue aquí, en la Arena Coliseo de Reynosa. 

“Traía un récord muy bueno de noqueador, pero como dice el dicho, ¡se topó con la horma de su zapato y le gané! lo defendí bien”, afirma.  

-¿Considera que fue un buen peleador? Se le cuestiona cara a cara mientras se pone los guantes

“Yo más bien era técnico para pelear, desafortunadamente no tomé el boxeo en serio como debe ser en mis mejores momentos, me descuidé y perdí peleas que no debí de haber perdido, inclusive internacionales, pero era muy difícil que me agarraran con un buen golpe, me queda la satisfacción que salí a pelear a muchas partes fuera de México, fui a Argentina, fui a Jamaica, Venezuela y Australia”.  

Nada ni nadie es eterno, arriba del ring el señor ya cumplió y abajo lo sigue haciendo, cuando puede se da una vuelta al gimnasio para no extrañar tanto al deporte de sus amores, pero a estas alturas de la vida agradece a Dios haberse retirado sano y poder disfrutar a su familia. Cada golpe le dejó una enseñanza. Cada round significó una nueva experiencia. 

Cada pelea le mostró que ganes o pierdas la vida siempre da revanchas.

EL JEFE DE LA DINASTÍA 

José Luis Baltazar I nació en el poblado de San Luis de la Paz, Guanajuato pero su corazón y el apellido Baltazar le pertenecen a Reynosa, porque aquí se hizo y aquí deja un legado que se ha extendido a tres generaciones. La dinastía Baltazar no ha colgado los guantes. Ver triunfar primero a su hijo y ahora a su nieto es algo que no cambiaría por ningún Campeonato del Mundo.  

“Se siente bonito porque es como si yo inventé algo, no… no me imaginaba nada de esto que veo ahora, ni siquiera esperaba que yo iba a ser boxeador, me hice por accidente, ya luego vino mi hijo y ahora ahí está mi nieto, lleva buen récord, ojalá que llegué a hacer algo más importante de lo que hice yo, le deseo lo mejor de todo corazón, que nos reemplace con orgullo, que le de más renombre a la dinastía Baltazar”, expresa con mucha emoción.

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