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La muerte del arriero Juan Evangelista, 1811

Ese día 15 de noviembre de 1811, el Justicia Mayor de la villa de Reynosa, Máximo Cavazos, mandó sacar de la Real Cárcel al inculpado Francisco Anzaldúa, de 29 años de edad, para tomarle su declaración sobre la muerte del arriero Juan Evangelista

Cronista Municipal de Reynosa

La muerte del arriero Juan Evangelista, 1811

-Segunda parte-

Había llegado como a las tres de la tarde de un jueves al rancho de los Prados cuando andaba en la junta del diezmo del maíz con sus hermanos Gregorio, Julián y el arriero Juan Evangelista. Francisco y Evangelista, después de desaparejar a las mulas, las llevaron a tomar agua para después llevarlas a la sabana.

Francisco cargaba una navaja en su bolsa y que a su compañero le vio cargando una navaja en la villa de Reynosa, pero no se la vio jamás en el viaje. Evangelista vestía unos calzones usados de gamuza, un cotón, un sombrero y unos huaraches. A las mulas las llevaron rumbo al poniente, regresando él dos horas después, como a las cinco de la tarde. Volvió montado en una mula que no había soltado, porque tenía que ir a un rancho de arriba de Juan Ignacio Bocanegra, a traer unas calabazas. De ese lugar había estado hasta las siete, regresando a la hora de la oración de la noche a donde estaban sus hermanos en Los Prados. 

Nunca tuvo cuestiones con el arriero, ni supo que tuviera conflicto con alguien más.  Supo por su hermano Julián, que estando dando agua a las mulas, llegó a un rancho cercano un hombre. Este había dicho que el tal Evangelista le había robado tres caballos y que le consta que vio llegar al individuo en una bestia rucia. 

Él y sus hermanos buscaron a Evangelista hasta cerca de la medianoche y al otro día hasta cerca de mediodía, entonces fueron a traer el maíz de los ranchos de arriba. Ya de regreso en Los Prados fue de nuevo a buscarlo, pero esta vez lo buscó tan solo por media hora, antes de retornar a la villa de Reynosa. Pensaron que, al no aparecer, tal vez hubiese muerto por dolor repentino o que hubiera fallecido por un piquete de víbora.

 Evangelista tenía 20 días que se había integrado a la recolección del diezmo que dirigía el padre de los tres hermanos, conocido como Xavier Anzaldúa. Este último personaje desde 1793 permutó su rancho “El Tule” que se encontraba en la porción de tierra número 12 río debajo de la villa San Antonio de Reynosa, por un terreno en el paraje “El Apartadero” en la porción 18, de los herederos de don José Onofre Cavazos.  Fue ahí donde floreció en el siglo XIX y XX la comunidad de “Los Anzaldúas.” 

El nombre de la comunidad, su desaparecida estación de tren, el canal y derivadora, la colonia de ese nombre en Reynosa, el Puente Internacional Reynosa-Mission y el parque recreativo del lado de Estados Unidos proviene de este personaje del siglo XVIII. En 1811 aparentemente, don Xavier Anzaldúa era el diezmero de maíz y de otros perecederos que se recolectaban en especie de los ranchos de Reynosa en ambos lados del río por sus tres hijos. Este tipo de cobro de la Iglesia era asignado a particulares bajo una fianza.

Otros testimonios

Entre las declaraciones de los hermanos Anzaldúa, resultaron entre los pertinentes para las diligencias del caso de la muerte Evangelista, José Andrés Prado, José Antonio Espinoza y Juan Ignacio Bocanegra. El primero, de 29 años de edad, vivía en Los Prados y explicó que había platicado con Tomás de la Edesma no en la noche que les hizo falta el arriero, sino hasta la noche siguiente. El hombre mencionado en las declaraciones anteriores no estuvo tampoco platicando con Andrés cuando Francisco y el arriero le estaban dando agua a las mulas, como lo había expresado Julián. 

Andrés Prado relató que fue hasta el siguiente día cuando Edesma le había contado sobre los caballos robados por el arriero. Andrés expuso que la noche que se perdió el arriero, Edesma se encontraba muy malo de salud en un rancho inmediato a Los Prados. A la mañana siguiente, Andrés había visitado y platicado con Edesma, quién se encontraba más aliviado. Le dijo— “ese arriero que se ha perdido es el que me robó un caballo y una yegua.” Edesma le narró a Prado que, su padre ya lo llevaba enfermo para su rancho ese jueves. 

 Edesma le había relatado que, éste y su padre habían pasado a un lado de una laguna donde les estaban dando agua a unas mulas. Allí reconoció a Evangelista, pero no le habló por estar caminando por el costado contrario de la laguna. Le platicó a Andrés, que ese día en la mañana quería ir a ver a los amos del arriero, pero para ese entonces ya se les había perdido.

Dos días después, el 20 de noviembre de 1811, el Justicia Mayor le tomó las declaraciones al soldado José Antonio Espinoza, quien había sido mencionado en las declaraciones de uno de los hermanos Anzaldúa. Espinoza se encontraba malo de salud en la casa de los Prados, cuando llegaron los hermanos recolectores del diezmo del maíz y su sirviente. Escuchó esa tarde que el mozo sabanero se les había huido, pero éste nunca lo conoció. En la mañana siguiente, Gregorio Anzaldúa le reconvino del maíz que debía entregar para el diezmo. Después pasó a su rancho donde les entregó el diezmo y donde volvieron a tocar el tema de la pérdida del arriero

En ese mismo día, el Justicia Mayor de Reynosa le tomó también declaraciones a Juan Ignacio Bocanegra. Éste declaró que Francisco Ansaldúa llegó a su rancho cerca de la oración de la noche, en una mula prieta por unas calabazas a su rancho, que se encontraba a un cuarto de legua de Los Prados, regresando como a las ocho de la noche.  

La declaración de María de la Luz Donjuana

Debido a que el Juez Máximo Cavazos no encontraba confeso a nadie de la muerte perpetuada en Juan Evangelista, mandó que la esposa de éste compareciera, para hacerle ver todo lo practicado durante la averiguación. María Cirilda de la Luz Donjuana dijo que a pesar de todo lo practicado no se había podido descubrir al asesino que dio muerte a su marido. Explicó que Francisco Anzaldúa fue el último que anduvo con su marido cuando fue a pastear las mulas. 

Su marido y Francisco habían tenido un enojo entre ellos, porque el primero se había regresado de la otra banda del río a la villa. La señora dijo que su esposo iba muy a disgusto en el viaje del diezmo con los Anzaldúa y consideraba que solo Dios lo traería con bien. Después que los Anzaldúa vinieron de su junta del diezmo de maíz, el tal Francisco fue a verla a su casa para entregarle un jorongo.  Este le dijo—“tenga usted el jorongo de su marido, y yo había pensado… decir a usted que porque andaba conmigo su marido (que no creyera que) yo lo había… matado.” Ella decía que no lo justificaba, por habérselo comunicado su esposo la noche antes que viajara a la recolección del diezmo.

 El día 21 de noviembre de 1811, el Justicia Mayor mandó traer algunos de los testigos para ratificar sus declaraciones: a José Antonio Vela, a Felipe Prado y a Gregorio Anzaldúa. Este último era un joven de tan solo 22 años de edad. Él y sus dos hermanos recolectaban el diezmo de maíz en los ranchos del vecindario de Reynosa, en nombre de su padre Xavier Anzaldúa. Obviamente estos pertenecían al bando realista. No sabemos si Francisco haya sido enjuiciado por la muerte de Evangelista, pues la documentación no abunda en el tema. ¿Existe la posibilidad que el arriero haya sido parte de la población que había llegado con el grupo insurgente desperdigado en Acatita de Baján, en las inmediaciones de Monclova, Coahuila? 

El año que llegó la Insurgencia, 1811

En febrero de ese año de 1811 había llegado el movimiento independentista a la villa de Reynosa. En ese entonces, los insurgentes en el noreste apresaron en Reynosa a José Blas Iriarte, hijo del administrador de las Reales Rentas del Nuevo Santander. Su padre, Juan José de Iriarte lo había enviado a recolectar los caudales de las Villas del Norte a lo largo del río Bravo. 

En un principio, la gente a lo largo del río aprobó y apoyó la insurgencia cuando el caudillo de la Independencia de México, Mariano Jiménez, llegó a Monterrey.  No obstante, muchos simpatizantes tuvieron que redefinir su posición ideológica poco después, cuando Allende, Hidalgo, Jiménez y otros líderes fueron capturados en Acatita (Norias) de Baján, cerca de Monclova, el 21 de marzo de 1811.  

Grupos insurgentes de bajo rango quedaron a la deriva en el territorio norteño después de lo de Baján, diseminándose algunos rebeldes a lo largo del río Bravo. En octubre de ese año de 1811, tropas al mando del capitán Francisco Antonio Cao, del Regimiento Fijo de Veracruz, también recorrieron dicho río, mostrando su imposición en el Nuevo Santander, en lo que es hoy Tamaulipas. Esas tropas estaban a cargo del Coronel realista Joaquín de Arredondo y Mioño. 

¿Estaría Juan Evangelista relacionado con el movimiento insurgente? De lo que si estamos seguros es que el Justicia Mayor de Reynosa, el Sargento Máximo Cavazos, falleció en el enfrentamiento de la Laguna Cercada, donde la compañía de Reynosa con los indios auxiliares de la misión San Joaquín del Monte, al mando de Vicente de Hinojosa, se encontró con los indígenas insurgentes del río Bravo. Este suceso del 16 marzo de 1812 ocurrió unos días antes del levantamiento del indio carrizo Julián Canales en la villa de Camargo. 

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