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La diabetes tipo 1 crece un 3,4% en Europa

Los estudios epidemiológicos muestran el incremento de enfermedades autoinmunes y alergias. Los científicos buscan las causas en cambios en la lactancia o la higiene

Si continúa aumentando al ritmo actual, la incidencia de la diabetes tipo 1 se habrá doblado en 20 años y los especialistas no saben por qué. En un estudio publicado recientemente en la revista Diabetología se observa que los casos de diabetes tipo 1, que se suele diagnosticar en la infancia o la adolescencia, están aumentando un 3,4% al año de media en Europa. Las personas afectadas por esta enfermedad, provocada por una respuesta del propio sistema inmunitario que destruye las células beta del páncreas y le impide producir insulina, requieren inyecciones de esta hormona para controlar los niveles de azúcar en sangre y evitar ceguera, problemas cardiovasculares y otras complicaciones.

La diabetes tipo 1 crece un 3,4% en Europa

“Para intentar explicar lo que pasa en Escandinavia se ha especulado con que podía tener relación con el sol o con la vitamina D”, explica Conxa Castell, jefa del Servicio de Promoción de Vida Saludable y Prevención de Enfermedades Crónicas no Transmisibles de la Agencia de Salud Pública de Cataluña y coautora del estudio. También se ha planteado que el incremento de los nacimientos por cesárea, que priva a los recién nacidos del baño en la flora vaginal de la madre y su fuente de bacterias beneficiosas, puede estar detrás de unos sistemas inmunológicos deficientes con más probabilidades de provocar enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1. Algo similar pasaría con la reducción del tiempo de lactancia materna, que también sirve para entrenar a las defensas del bebé. “Pero ninguna de estas hipótesis ha sido demostrada”, explica Castell.

La diabetes no es la única enfermedad autoinmune que ha crecido durante los últimos años. Algo parecido se ha observado en otras dolencias como la artritis reumatoide o en las alergias y el asma. Una de las teorías que mayor interés ha despertado para explicar las reacciones desaforadas del sistema inmune que causan estas dolencias es la hipótesis de la higiene. Algunos estudios, como uno publicado en 2017 en la revista Thorax, sugieren que quienes viven en un entorno rural, con una mayor exposición a animales, a las bacterias que cargan y las toxinas que producen, tienen menos alergias. Las toxinas servirían como entrenamiento para el sistema inmune y reducirían la inflamación vinculada a las reacciones alérgicas. Si esto fuese así, la higiene, que ha salvado millones de vidas en todo el mundo, tendría también contraprestaciones que ahora empezamos a comprender. Sin embargo, según explica Eduard Montanya, director del CIBER (Centro de Investigación Biomédica en Red) de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas, “se trata solo de una hipótesis y no existe un análisis en el que veamos si este incremento de las alergias o de las enfermedades autoinmunes crece por la higiene o por algún otro factor relacionado con la vida en una sociedad avanzada”.

En una línea relacionada, se ha planteado que el intestino es el lugar en el que se pueden empezar a desvelar algunos de los secretos del aumento de enfermedades como la diabetes. Allí, un ecosistema de billones de microorganismos interactúa con nuestro organismo, le ayuda a digerir la comida y regula el funcionamiento del sistema inmune. Se ha observado que la vida occidental ha reducido la diversidad de las bacterias que habitan nuestro interior, que es muy inferior a la de grupos humanos con estilos de vida ancestrales. Además de los motivos expuestos más arriba, algún estudio ha señalado a la gran cantidad de productos antibacterianos, desde antibióticos a jabones, a los que se enfrenta la microbiota en el mundo civilizado.

Según explica Castell, también se ha estudiado la posibilidad de que sean infecciones por algunos virus o incluso la aplicación de algunas vacunas lo que desencadene una reacción autoinmune que desencadene la diabetes. La enfermedad “tiene un periodo de latencia de seis o siete años, desde que hay unos anticuerpos hasta que tenemos una expresión clínica. Vemos que hay más diagnósticos en los meses fríos que en los cálidos. Como hay más gripes y resfriados eso hace que el páncreas claudique pero es solo un desencadenante, porque el órgano ya está afectado”, concluye.

La experta señala que se han planteado estudios que controlen desde un tiempo previo al embarazo hasta los mil días después del nacimiento, en busca de claves que expliquen el misterioso ascenso de la enfermedad. Mientras se encuentran esas causas, los autores solo pueden recomendar que se haga énfasis en el control del azúcar en sangre a través de mejores insulinas y el entrenamiento de profesionales que puedan ayudar a los niños afectados y a sus familias.




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