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La desaparición de Ramón Meléndez, 1931

Ramón Meléndez y Francisco Esquivel llevaban dos cargas de licor para McAllen, Texas

Cronista Municipal de Reynosa

La desaparición de Ramón Meléndez, 1931

En las vísperas de la Navidad de 1931, la vecina ciudad de McAllen se encontraba desabastecida de bebidas que contenían alcohol etílico. Faltaban dos años para que concluyera la Prohibición o “Ley Seca”, pero no por eso algunos “macaleños” dejaron de brindar durante las celebraciones navideñas y de fin año. Esto gracias a que algunos vecinos de Reynosa suministraban la cava del dios Baco en el lado americano. 

Ramón Meléndez y Francisco Esquivel llevaban dos cargas de licor para McAllen, Texas, la noche del jueves 17 de diciembre de 1931. Ambos eran trabajadores de Miguel Alegría, el cual los acompañaba junto con Pedro González desde Reynosa. Estos últimos dos eran los propietarios del licor que se iba a vender en ese pueblo de Texas. El Sr. Miguel Alegría declaró “que con frecuencia lo habían venido haciendo” y que sus trabajadores Francisco y Ramón ya en otras ocasiones le habían ayudado”.

El viaje a McAllen

Los cuatro cruzaron para el otro lado del río Bravo en una lancha o esquife por un vado clandestino inmediato a la ciudad de Reynosa. Ya en el lado americano se distribuyeron proporcionalmente la carga entre ellos, emprendiendo la marcha para McAllen. Viajaron a pie a campo traviesa hasta alcanzar las orillas de la población. Antes de llegar, Pedro González se separó del grupo con su carga para la casa de un hermano suyo que vivía en esa comunidad de Texas. Pedro era un joven de 19 años de edad avecindado en Reynosa, originario de General Bravo, Nuevo León.

Los otros tres hombres entraron a una casa que se encontraba sola, dentro de un solar en donde había otra finca habitada. Ahí descargaron la carga alrededor de la medianoche del jueves. Se supo después por las declaraciones del Sr. Alegría, nativo de Reynosa, que la casa donde llegaron era de doña Cirila, madre de su amigo apodado “Pancha la Negra.” En ese lugar acostumbraba, con prudencia, dejar sus mercancías.

Enseguida partió Miguel Alegría para el pueblo a buscar la colocación de su contrabando de licor, quedándose en la casa custodiándolo Ramón y Francisco. El Sr. Alegría regresó al amanecer, pagándoles a sus trabajadores: $3.00 pesos a Francisco y $2.00 o $3.00 pesos a Ramón Meléndez.

Francisco Esquivel, después que recibió el pago, se dirigió esa mañana a la casa de su amigo Evaristo Rivera en el mismo pueblo, donde permaneció todo ese día viernes. Meléndez y Alegría permanecieron en la casa donde habían llegado desde un principio. A ese lugar llegó Francisco como a las siete de la noche, encontrando todavía a sus compañeros. Francisco era nativo de Bustamante, Nuevo León, pero se encontraba avecindado en Reynosa. Observó que Ramón portaba la cachucha de color claro a rayas del Sr. Alegría mientras que este portaba el sombrero de Ramón. Alegría había intercambiado su cachucha por el sombrero en presencia de la Sra. Cirila, esto lo hacía para poder salir disfrazado al pueblo a colocar el licor.

El Sr. Alegría manifestó que como todavía no acababa de colocar la carga, convino que sus dos trabajadores se escondieran en alguna parte mientras terminaba. Fue cuando Ramón Meléndez opinó que era mejor regresarse para Reynosa con Francisco Esquivel, a lo que su patrón aceptó.

Hacían su viaje por el pavimento de tránsito que unía las poblaciones de McAllen con Hidalgo, Texas. Casi enfrente de esta última, Francisco decidió despedirse de Ramón en la intersección donde se separaba el camino rumbo al Granjeno, Texas. En la carretera, Ramón le comentó a Francisco que se iba a regresar por el Puente Internacional de Reynosa-Hidalgo; por su parte Francisco le manifestó que él no pasaría por el puente, porque ya había sido reportado en varias ocasiones y tenía temor a que lo detuvieran. 

Eran como las once del viernes 18 de diciembre cuando Ramón se despidió de su compañero y se dirigió al Puente Internacional, mientras que Francisco echó una travesía hasta la orilla del río, pasándose a nado para este lado. A Ramón Meléndez no se le vería jamás en Reynosa, desde ese entonces. Pedro González llegó hasta el domingo a Reynosa y el Sr. Alegría hasta el lunes cuando fueron vistos por Francisco Esquivel. 

Éste último le diría al Juzgado de Reynosa que sabía por versiones de la gente que en esos días se extrajo del río un cadáver de una persona, que se presumía que era el de Meléndez; también escuchó que Ramón había sido detenido por las autoridades y que se encontraba preso en Edinburgo, Texas, según datos que le habían proporcionado el mismo Miguel Alegría y otra persona a la que no recordaba su nombre.

El Sr. Alegría mencionó en su interrogatorio, que Meléndez se había venido por el puente con la cachucha puesta la cuál le había intercambiado para que no lo reconocieran. Miguel Alegría decía que posiblemente lo hubiesen detenido las autoridades de Migración en Hidalgo y lo hubiesen procesado. Esa misma noticia se la dio a conocer la familia de la casa de doña Cirila en el próximo viaje que hizo con carga de licores a McAllen, pero decía que esto no estaba confirmado.

Tribulación familiar

La hermana de Ramón, Emilia Meléndez de 20 años de edad, natural de la Hacienda de San Isidro en Nuevo León y avecindada en Reynosa, con su esposo Arturo Moreno declararon que conocían que Rigelso Villarreal había ofrecido al Sr. Santiago Rodríguez una gratificación de $20.00 dólares. Esto era para que se lo entregaran, o cuando al menos le avisara, cuando Ramón viajara para Texas. 

Esto se lo había dicho Rigelso a Santiago durante la celebración de una pastorela en el patio de una finca por la calle Allende en Reynosa. En ese festejo se encontraban juntos Santiago, Ramón y Cipriano Alonso cuando Rigelso llamó al primero para hablar en privado.

Tocó por casualidad que el Alcalde don Lauro Herrera pasaba por el festejo. Santiago le expuso las intenciones de Rigelso, por lo que el Alcalde habló con él y después de un momento le ordenó a un gendarme para que lo condujera arrestado a la Comandancia. Siendo Santiago amigo cercano de Ramón le dijo que se cuidara. 

Existía un antiguo agravio de familias, pues el hermano de Ramón, Bruno Meléndez, había matado a Juan Villarreal, hermano de Rigelso. La hermana sospechaba que los Villarreal posiblemente tenían que ver con la desaparición de su hermano Ramón. Aunque no habían identificado el cadáver rescatado del río Bravo, sus pesquisas en Texas no les confirmaban que estuviera detenido. 

Rigelso Villarreal, tenía 44 años de edad y era originario de la ciudad de Mier, avecindado también en Reynosa. Cuando se le interrogó, Rigelso dijo que era hermano de Juan Villarreal, a quien le había quitado la vida Bruno Meléndez en esta ciudad de Reynosa. Expresó que como a las siete de la noche había observado en una mesa a Ramón Meléndez con otras personas en la cantina del “Teniente” Refugio Sáenz, con el que había tratado unos negocios. 

Ya en la noche, con su familia llegó al patio donde se celebraba la pastorela y donde encontró a Ramón, Cipriano Alonso y Santiago (Chago) Rodríguez, con este último se dirigió para tratar un asunto de una carga de contrabando. Rigelso Villarreal expresó que por sospechas de causarle daño a Ramón había sido detenido en la Comandancia de Policía. Pero como nada de esto era real, expresó que había sido puesto en libertad al día siguiente y que no había vuelto a ver desde entonces a Ramón y a sus acompañantes de la pastorela.

En un careo entre Santiago y Rigelso, salió a relucir que durante la pastorela ambos habían tratado el intercambio de un arma de fuego del primero por una carga de licor de Villarreal. Lo que no quedó en claro fue que si la carga era parte de lo que llevó Ramón y sus compañeros a McAllen el día 17 de diciembre.

Según el expediente de Causas Criminales en el Archivo Histórico de Reynosa, las diligencias practicadas sobre este caso por el Agente del Ministerio Público, Manuel A. de la Viña, fueron llevadas entre el 4 y 8 de febrero de 1932.

A finales de ese mes, el Juez de Primera Instancia del Tercer Distrito Judicial del Estado, Lic. Jesús Rojas, desde la H. Matamoros ordenó que se practicaran una serie de diligencias sobre el cadáver encontrado seis o siete días después que Ramón Meléndez se viniera de McAllen.

La comparecencia del Sr. Miguel Alegría se le tomó hasta el día 28 de marzo de 1932. Para entonces la evidencia era demasiada exigua. Alegría declaró “que no sabe con precisión el día en que fuera extraído el cadáver que se dice pudiera ser el de Ramón Meléndez, ni tampoco a qué horas…después … que se vino de McAllen con Francisco Esquivel.” Dijo que “se corrió la noticia de que pudiera ser Ramón Meléndez, por que Fernando (alias El Tango) le platicó a Antonio (alias La Muerte) que, para él, el cadáver que habían sacado era el de Ramón.” Terminaba explicando que “El Tango” vivía en McAllen y “La Muerte” tenía su residencia en Reynosa.

La desaparición de Ramón Meléndez es parte de la historia de la frontera durante el período de la Prohibición de bebidas alcohólicas o “Ley Seca,” que estuvo vigente en los Estados Unidos entre el 17 de enero de 1920 y el 5 de diciembre de 1933. Una historia que se prolongó debido a que las leyes en el estado de Texas siguieron prohibiendo la comercialización de los licores por algunos años más. 



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