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"Jueces dan más importancia a criminales que a víctimas"

Han pasado 14 años desde el secuestro y homicidio de Silvia Vargas Escalera y su padre, el empresario Nelson Vargas, ya perdió la esperanza de recibir justicia terrenal. Asegura que a él, a su hija y al resto de la familia sólo les queda esperar la justicia divina

Jueces dan más importancia a criminales que a víctimas

En entrevista con EL UNIVERSAL, el también exdirector de la Comisión Nacional del Deporte (Conade) reprocha que en 14 años sólo una persona, de las ocho que permanecen detenidas, ha sido sentenciada por el plagio y homicidio de su hija, a quien en todo momento llama "mi niña".

Añade que aún faltan órdenes de aprehensión por ejecutar, una de ellas contra la enfermera que inyectó a Silvia en el procedimiento que provocó su muerte.

Manifiesta que los detenidos han logrado utilizar el "debido proceso" como una justificación para alargar sus juicios.

El secuestro de Silvia Vargas ocurrió el 10 de septiembre de 2007 y fue perpetrado al sur de la Ciudad de México por supuestos integrantes de Los Rojos, cuando ella se dirigía a la escuela.

No fue sino hasta diciembre de 2008 cuando las autoridades hallaron sus restos en un domicilio en San Miguel Xicalco, Tlalpan.

A 14 años, ¿qué se reprocha un padre que ha pasado por algo como lo de Silvia?

—Tengo muchas incógnitas y reconozco que cometí muchos errores porque no le puse una persona que la cuidara. Le di una camioneta, ella salía de su casa, donde vivía con su mamá, en la camioneta, pero no estaba blindada. Saliendo de la casa de su mamá la levantaron, ¿quién más sabía de eso? Óscar [el chofer].

Me irritó muchísimo que todas las cámaras de la zona no funcionaban, nunca supieron qué pasó. Ese día su mamá me fue a buscar a San Jerónimo para avisarme que la niña no había llegado a la escuela e inmediatamente comencé a hacer llamadas.

Todo se hizo para que fuera rescatada, pero estos infelices no midieron la consecuencia de una inyección y esa es la realidad.

¿Hubo indicios de que Silvia pudiera ser rescatada?

—Mientras estuvo secuestrada me mandaron un dibujo en el que ella me pedía que pagara el rescate porque, si no, la iban a matar. [Tenía] figuritas, una bolsa de dinero. Me llegó a mi casa.

Ese dibujo de mi pequeña me dolió en el alma, y luego vino la negociación, un momento muy difícil porque estos infelices jamás enviaron una prueba de vida, y eso era lo que me decía la gente que me asesoraba y que me envió el secretario [de Seguridad Genaro] García Luna, en particular, Benito Roa, de la Dirección de Antisecuestros. Todo el tiempo me decía que iban a ceder.

Le decía que me exigían el dinero, que ya lo fuéramos a pagar y él me decía que no, que hasta que dieran prueba de vida. 

Nunca me dieron prueba de vida, me decían que me iban a enviar un dedo y yo iba a buscarlo donde me decían que lo iban a mandar, pero no había nada.

Tengo muy claro que se les murió luego luego y por eso no mandaron prueba de vida.

¿Después de todo este tiempo siente coraje?, ¿dolor?

—Tengo que hacer que todos esos sentimientos se me resbalen, mi objetivo es que sentencien a los culpables. 

Mis nietos me preguntan, mis hijos me dicen que ya lo deje, pero yo digo no, esto tiene que terminar con sentencias.

No me voy de este mundo hasta ver que los sentencien. Aun así, después de eso, no es seguro que no los dejen libres, pues eso es común en México.

Estoy muy preocupado y espero que el fiscal [General de la República, Alejandro] Gertz Manero, que ha estado tan atento al caso, le de seguimiento y lo concrete. Mi esperanza está en eso.

¿Cómo va el caso?

—En 14 años sólo está sentenciada una persona, que recibió 52 años de prisión, Martín Enríquez Monroy "El Chelas", pero es de las menos culpables, todos lo son, pero de todos es el que menos.

Los verdaderos líderes son los hermanos Ortiz González, y no han sido sentenciados.

No puedo creer que algo tan obvio, como es este caso, porque esta banda delinque desde 2000, [no avance].

Óscar trabajó en mi casa como chofer, se relacionó con mi familia, llevaba a Silvita a alguna fiesta con sus amigas, estaba en contacto con la familia.

Él puso a mi niña, ¿qué necesita la justicia mexicana para darse cuenta de que es un caso ya muy estudiado?, ¿por qué tardan tanto? Van tres presidentes y nada. En un caso tan manoseado, no puede ser que no puedan sentenciar a los culpables.

¿Cuál es la justificación para no dictar sentencias?

—El debido proceso. Hay que darle su lugar a todas las declaraciones, indagatorias. Estos señores, yo los llamo infelices, piden que les apliquen el Protocolo de Estambul porque, dicen, fueron torturados hace 14 años. Vieron todas las argucias legales para alargar los procesos.

Raúl Ortiz González, por ejemplo, sabe cómo manejar el caso, y la prueba está en que Óscar Ortiz González, el chofer, estuvo a punto de salir.

El fiscal Gertz Manero me ha atendido como nadie en todos estos años (...) y gracias a él detuvieron al argentino que se dedicaba a rentar las casas de seguridad [Iván Silvio Gabriel Pissaco], pero sí pregunto al Poder Judicial: ¿por qué tanta lentitud?

Por eso yo creo que tendré que esperar la justicia divina para mi niña, pues en la tierra no siento que haya justicia, cuando menos no en México.

El año pasado, dos de los detenidos obtuvieron amparos por violaciones al debido proceso, ¿ya se cumplieron las sentencias?

Imagínese, ¿qué culpa tengo yo?, ¿qué culpa tiene mi familia de que se equivoque de esa manera el Poder Judicial?

Siento que falta mucha actualización, que manejan todo por carpetas y expedientes, y no se han involucrado en la parte humana de las víctimas, algo tan sonado como esto ya se les olvidó.

Afortunadamente, ya se enderezaron ambos asuntos, puesto que en el caso del chofer todavía hasta el año pasado estaba acusado por otros secuestros, y no por el de Silvita.

Yo no voy a quitar el dedo del renglón hasta que no se haga justicia, espero no irme de este mundo antes.

Está en curso el proceso y, si no lo cuido, si no tengo al abogado pendiente, al rato [las autoridades] los sueltan a todos.

Creo que los jueces y magistrados deben atender estos casos, no sólo el mío, sino el de toda la gente que no puede ni abrir la boca.

Ante la falta de sentencias, ¿considera que aún sirve denunciar públicamente la dilación de las autoridades?

—Cuando yo salí a denunciar a medios la dilación me mandó a llamar el exsecretario [de Seguridad] Genaro García Luna a su oficina. Fui con mi hijo, estaba muy molesto y me empezó a gritonear, me dijo: "¿Qué no hemos hecho para tratar de resolver el caso de su hija?, ¿qué no hemos hecho?", me levanté y le contesté: "No han hecho nada".

La propia autoridad me recomendó no dar a conocer el caso en la opinión pública, pero después de un año que no pasaba nada vi que fue un gran error, que esa orientación fue mala.

Y después de eso ¿qué puede pensar un padre?, que a los seis días de que yo salí a gritar desesperado: "¡No tienen madre!", apareció el cuerpo de mi hija.

No me interesa ser un hombre mediático, lo único que quiero es que no se les olvide que estoy vigilando para que de verdad se haga justicia, porque no hay una razón por la que todos estos personajes que están en la cárcel sean considerados inocentes.

¿Qué pide al Poder Judicial?

—Se le da más importancia a los delincuentes que a las víctimas con el debido proceso, y más ahora con el nuevo sistema penal, que les da toda la oportunidad a los delincuentes de insistir que son inocentes.

Le pido al Poder Judicial que no trate a las víctimas como expedientes, como carpetas de investigación, simples papeles, que se metan a ver el aspecto humano.

Yo de ninguna manera voy a dejar de pensar en mi chiquita, es mi vida, era la más chica de mi primer matrimonio y tenía muchos sueños.

Ella estaba terminando la preparatoria, era muy buena en modas, siempre la veía dibujando, por ejemplo.

Espero que no se ofendan por decir que son incapaces, [sólo] espero que corrijan el camino y vean los casos como el mío, en el que ya van tantos años y tienen las evidencias claras, entonces ¿qué esperan?. 

Cronología

10 de septiembre de 2007

6:30 horas. Secuestro de Silvia Vargas en la alcaldía de Magdalena Contreras cuando se dirigía a la escuela. Al recibir la noticia de que su hija no llegó a la escuela, Nelson Vargas intentó comunicarse con ella varias veces hasta que un hombre le contestó y le exigió un rescate de 3 millones de dólares.

11 de septiembre de 2007

Nelson Vargas denuncia el hecho ante la SEIDO de la PGR.

27 de septiembre de 2007

Último contacto con los secuestradores. Aseguraron a Nelson Vargas que ya no querían el dinero, que no le darían prueba de vida y que nunca más volverían a llamar. Silvia seguía desaparecida.

25 de agosto de 2008

Silvia Escalera, madre de la joven, dio a conocer en conferencia de prensa el plagio de su hija y la interrupción de las negociaciones con los secuestradores.

5 de noviembre de 2008

Detienen a Óscar Ortiz González, chofer de Silvia, señalado por Nelson Vargas como supuesto responsable de "poner" a su hija para el secuestro.

Ese día la familia lanzó una campaña ofreciendo una recompensa para encontrar a Silvia.

27 de noviembre de 2008

En conferencia de prensa, Nelson Vargas reclamó a las autoridades que desdeñaron sus investigaciones privadas sobre el caso. "¿Eso es no tener nada? ¡Eso es no tener madre!", dijo.

5 de diciembre de 2008

PGR encontró los restos de Silvia Vargas en una casa de la delegación Tlalpan.

28 de julio de 2009

Detienen a Cándido Ortiz González "El Comandante Blanco", y Miguel Ortiz González "El Comandante Tigre", supuestos líderes de Los Rojos, banda a la que se atribuye el secuestro de Silvia.

También, a Luis Antonio Ricalde Murcia "El Chabelo", y a José Antonio Estrada "El queso de puerco", encargados del cuidado de las víctimas.

30 de julio de 2009

Detienen a Raúl Ortiz González "El Azul", quien negociaba y cobraba el dinero de los rescates, a Jorge Luis Terán Olea "El Primo", y Martín Enríquez Monroy "El Chelas", quien custodió y alimentó a Silvia y llevó a las autoridades al lugar donde fue hallado su cadáver.

16 de noviembre de 2010

Detienen a Ramona Camacho Valle, pareja sentimental de Terán Olea y quien supuestamente participó en el plagio de Silvia.

27 de mayo de 2014

Enríquez Monroy fue sentenciado a 52 años y seis meses de prisión, por secuestro y delincuencia organizada.

Marzo de 2020

Captura de Iván Silvio Pissaco, argentino que alquiló la casa donde estaba el cadáver de Silvia.

26 de abril de 2021

Raúl Ortiz obtiene una orden para que se le practique el Protocolo de Estambul.

28 de mayo de 2021

Auto de formal prisión contra Iván Silvio Pissaco, pendiente de confirmación porque tramitó un juicio de amparo. 

Capturas pendientes:

Francisco Cárdenas Estrada y/o Miguel Hidalgo Ríos, quien rentó la casa donde estuvo Silvia.

César Sánchez Hernández, líder de Los Rojos.

Rosa Cruz Torres y/o María Antonieta "N", enfermera que aplicó una inyección a Silvia que terminó con su vida.



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