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Intimidan a un grupo de médicos tapatíos

Sospechoso bloqueo les obliga a regresar

AMEDRENTADOS. Los integrantes del grupo de médicos tapatios se vio obligado a regresar a su lugar de origen sin poder cumplir su misión.Intimidan a un grupo de médicos tapatíos

Guadalajara, Jal.

Tomaron un avión rumbo a la Ciudad de México (CDMX) para apoyar a los afectados del sismo del 19 de septiembre, y lo que vivieron fue una “extraña” experiencia que difícilmente olvidarán.

El grupo de 17 médicos, incluido un psicólogo, trasladó en 100 cajas de distintos tamaños, medicamentos y víveres. Su objetivo era llegar al Estado de Morelos y prestar sus servicios. Salieron de Guadalajara a las 6:00 horas del 22 de septiembre y llegaron a la capital del País una hora más tarde.

Recogieron su equipaje en la banda transportadora, pero las cajas no aparecían; en la aerolínea nadie dio respuesta.

Dos horas después, y tras hablar con un ejecutivo de la empresa, pudieron recoger los víveres que, supuestamente, habían sido retenidos en un centro de donación de la Policía, aunque no especificaron dónde ni quién lo ordenó, rememoró Alejandra Villa.

La doctora tapatía de 26 años, miembro de la brigada, relató que, una vez recuperada la mercancía, subieron a 10 autos Uber y se trasladaron al domicilio de Fernanda y Rodrigo -quienes prefirieron omitir su apellido por seguridad-, un par de voluntarios que los alojaron.  

Villa relató que todo iba conforme al plan, hasta que se percataron que en el camino, del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México a su casa hospedaje, una camioneta blanca los siguió.

Ya en casa de los rescatistas, cuando trazaban la ruta para ir a Morelos, Villa recibió una llamada de un número desconocido. La voz al otro lado del teléfono le dijo que ya la esperaban para ayudarla a trasladar los medicamentos.

“Salimos a la calle y había más de 25 carros Uber. Nadie los había solicitado, nadie había pedido este servicio. No se iban”, indicó.

Ante la sorpresa, contactaron a otros brigadistas para preguntar si habían pedido el transporte, pero no. Las llamadas y mensajes no cesaban.

“Me daban datos míos y de mis compañeros, información que no debían tener. Esas personas yo no sé de dónde sean, si del Gobierno, de algún partido político”, reprochó.




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