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Indígenas en desacuerdo con Evo

La comunidad indígena de Bolivia ha criticado al Presidente Evo Morales por sus políticas y su intención por postularse a un cuarto mandato

Indígenas en desacuerdo con Evo

En este remoto poblado indígena en Bolivia la regla ha sido la misma durante generaciones: los líderes sólo pueden ser reelegidos una vez. Después de eso, deben entregarle el poder a alguien más.

Así que Nelo Yarari, líder de Carmen del Emero, una comunidad indígena tacana en la Amazonia boliviana, quedó sorprendido cuando el Presidente Evo Morales dijo que se postularía para un cuarto mandato presidencial el mes próximo.

La Constitución de Bolivia le prohibía hacerlo, y Morales perdió un referéndum hace dos años que le habría permitido volver a postularse. En lugar de rendirse, se apoyó en los tribunales, que entonces desestimaron los límites para mandatos presidenciales del país.

Algo en particular irritaba a Yarari: como el primer líder indígena de Bolivia, Morales había prometido defender los valores indígenas desde el palacio presidencial.

Al buscar otro mandato, Morales violaba un pilar básico de los tacanas, compartir el poder. También ejercía presión a favor de la extracción de petróleo y gas en zonas protegidas y propuso unas represas hidroeléctricas que desplazarían a comunidades indígenas.

"Aquí no lo consideramos indígena", dijo Yarari. "Nos ha dado la espalda".

Con la elección, prevista para el año próximo, el tema de una Presidencia interminable se ha convertido en una preocupación más amplia para Latinoamérica, donde las amenazas a la democracia aumentan.

En Venezuela, el Presidente Nicolás Maduro, gobierna ahora como autócrata, al extender su propio mandato este año en una elección que muchos consideran que ya ha sido arreglada. Más de 300 personas en Nicaragua han resultado muertas en protestas que buscan ponerle fin al mandato del Presidente Daniel Ortega.

Y algunos ven un elemento autócrata en el apoyo que muestra Morales hacia las severas medidas tomadas por Maduro y Ortega, y en su propia historia de atacar a los medios y a llenar los tribunales con jueces que lo favorecen.

"Evo está preguntando ahora: ¿qué puedo hacer para permanecer en el poder?", dijo Marcelo Arequipa, un profesor de ciencias políticas en la Universidad Católica Boliviana en La Paz.

"Este tema se ha vuelto tan importante que en ocasiones significa eludir la Constitución".

Morales, ex líder de un sindicato de productores de coca, fue elegido por primera vez en el 2005 con un amplio apoyo de la mayoría indígena del país, y reorientó las políticas en una forma que no se había visto desde la conquista española.

Hizo un llamado para reescribir la Constitución, prometió revertir siglos de racismo y se alejó de los trajes occidentales para usar atuendos con diseños indígenas.

Al principio, muchos en Carmen del Emero -a una distancia de dos días de viaje en río desde el poblado de Rurrenabaque y a más de 402 kilómetros al norte de la capital- veían a Morales como la antítesis de una larga cadena de líderes que no representan sus intereses.

Su predecesor, Gonzalo Sánchez de Lozada -conocido como El Gringo debido a que fue criado en Estados Unidos y hablaba español con acento estadounidense- aumentó los impuestos para los pobres y presidió la muerte de manifestantes indígenas aymara antes de huir al exilio en Washington, en el 2003.

Morales prometía algo diferente. Predicaba la inclusión de grupos indígenas, cortó lazos con programas estadounidenses para erradicar la coca que afectaban a agricultores y usó la riqueza del Estado para reducir la tasa de pobreza a la mitad para el 2012.

No obstante, 12 años después de subir al poder, muchos grupos indígenas cuestionan si son los intereses de sus comunidades -o las propias ambiciones políticas de Morales- lo que está detrás de la forma implacable en que se aferra a la Presidencia.

Los urus, un pueblo de pescadores en el Altiplano boliviano, observaron cómo su lago y su sustento desaparecían bajo la gestión de Morales, debido al cambio climático y al desvío de agua que realiza el Gobierno para subsidiar a granjas grandes.

Los tacanas han peleado durante años con Morales, quien desempolvó un plan del Gobierno anterior para construir una represa hidroeléctrica cerca del Parque Nacional Madidi, un área a la que muchos en el grupo llaman hogar.

"Seremos los primeros en ser desplazados por esto", dijo Felcin Cartagena, un residente de San Miguel, un poblado río abajo al viajar desde el sitio de la represa.

El Presidente incluso ha sido abandonado por algunos productores indígenas de coca, su base de apoyo inicial.

El octubre, un sindicato de productores de coca de la región de las Yungas apoyó al ex Presidente Carlos Mesa, el rival principal de Morales en la contienda, después de que uno de los líderes del sindicato fue arrestado bajo cargos de planear una emboscada en la que un soldado resultó muerto.

El grupo dijo que Morales intentaba sofocar al sindicato al acusar falsamente a su líder.

Morales ha hecho mucho para asegurar que permanece en su puesto, lo que incluye convocar a una asamblea constitucional durante su primer mandato que le permitió postularse dos veces más y presionar a favor del referéndum en el 2016 que le habría permitido buscar un cuarto mandato.

Después de que ese intento fracasó por un estrecho margen, el Tribunal Constitucional de Bolivia, que es en gran parte leal a Morales, dictaminó el año pasado que el Presidente podía volver a postularse en base al argumento de que los límites sobre los términos presidenciales equivalían a una violación de derechos humanos.

Adriana Salvatierra, una legisladora de Movimiento al Socialismo, el partido de Morales, dijo que el Presidente no había ni violado la Constitución ni perdido apoyo entre grupos indígenas. Su Presidencia los empodera para mostrar "al campesino indígena como poder revolucionario", afirmó.

A final de cuentas, dijo, Morales necesita mantenerse en el poder para ser contrapeso de líderes conservadores en ascenso en los países vecinos de Brasil y Chile, quienes aseguró que buscaban eliminar los avances logrados por los pobres.

"Evo Morales es el único que puede garantizar crecimiento económico, estabilidad, fuentes de trabajo", señaló.

De hecho, Morales ha cumplido en muchos de esos frentes, al mantener a la economía de Bolivia a flote incluso al tiempo que Brasil y otras naciones en la región pasaban por una recesión cuando los precios de las materias básicas se desplomaron. Pero eso no es suficiente, incluso para muchos de los antiguos partidarios de Morales.

"Tenemos a un Presidente que viola la Constitución -sin importar si ha hecho bien o mal, es la Constitución", dijo Yarari, el líder de Carmen del Emero.

Los tacanas recibieron la primera elección de Morales como su propia victoria y como evidencia de que, por fin, el Gobierno nacional comenzaría a tener presencia en el distante poblado, dijo. No pasó mucho tiempo antes de que el Gobierno empezara a recaudar impuestos en Carmen del Emero, al cobrarles a los tacanas por los caimanes que cazan y la madera que extraen.

Pero eso no fue seguido por servicios del Gobierno. La escuela del poblado se construyó hace 40 años, el centro de salud tiene 30 y ninguno ha recibido mantenimiento, indicó Yarari. Cuando el río se desbordó y devastó a la comunidad en el 2014, cubriéndola de lodo durante meses, fue la Cruz Roja la que acudió en su auxilio, apuntó el líder.

Al norte, a lo largo del Río Beni, se encuentra San Miguel, que lucha con Morales debido al proyecto de represas hidroeléctricas. Si se construyen, las represas inundarían regiones que rodean al Parque Nacional Madidi en el noroeste de Bolivia, considerado uno de los lugares con mayor biodiversidad en el mundo.

Los tacanas habían pasado años combatiendo a Gobiernos anteriores debido al proyecto, pero quedaron sorprendidos cuando Morales comenzó a presionar a favor de su construcción.

En junio, el grupo indígena envió a una pequeña armada de canoas a bloquear el río, en un esfuerzo para obstaculizar el paso de ingenieros del sitio.

El proyecto de la represa buscaría suministrarle electricidad a Brasil, pero no a poblados amazónicos en la zona, como San Luis Grande. Eso enfureció a Triniti Tayo Cori, un líder del pueblo tsimané.

"A través de nuestro propio esfuerzo hemos llevado luz a nuestro poblado: compramos un generador, compramos cables, compramos focos", dijo Tayo Cori, al describir un esfuerzo reciente para instalar alumbrado público tras años de pedirle al Gobierno que lo hiciera.

Yerko Ilijic, un abogado y politólogo boliviano, dijo que Morales hacía sus cálculos en base a votos: grupos pequeños como los tacanas y los tsimané no son una prioridad.

"Cuando eres político, ¿con quién negocias?", preguntó Ilijic. "Negocias con quien sea que tenga los números más grandes".

Ilijic dijo que Morales parecía estar forjando alianzas con algunos de los mismos intereses de la clase terrateniente contra los cuales luchó alguna vez. En septiembre, firmó una ley para usar bioetanol como aditivo en la gasolina boliviana, lo cual fue considerado un beneficio para la industria azucarera.

Las granjas que producen bioetanol han enfurecido desde hace mucho a los grupos indígenas por fomentar la deforestación.

Para algunos, la elección del mes pasado presentará una opción difícil entre dos candidatos poco satisfactorios: Morales y Mesa, este último Vicepresidente bajo Sánchez de Lozada, el Mandatario exiliado que presidió las muertes de aymaras que llevaron a Morales al poder.

Rodrigo Quinallata, un activista en la ciudad de El Alto, cerca de La Paz, hizo campaña en contra de que se permitiera que Morales se postule para más términos. En aymara, dice que continuará esa lucha.

"Tenemos que admitir que a final de cuentas, alguien que usa poncho puede ser tan corrupto como alguien que usa una corbata", dijo.




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