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Fuerzas Armadas Revolucionarias Mexicanas, un nombre que atemoriza y desconcierta

Se trata de una pandilla criminal de jóvenes y adolescentes colombianos, que idolatran al Chapo Guzmán y a Amado Carrillo, se inspiran en series de televisión y “se creen de México: lo único que les falta es el sombrero y las botas”

Su nombre desconcierta e inspira temor en la ciudad colombiana de Quibdó, donde mantienen una guerra por el control del narcotráfico y la extorsión. Se trata de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Mexicanas… que no son mexicanas, aunque sus integrantes así lo afirmen. Se trata de una pandilla criminal de jóvenes y adolescentes colombianos, muchos de ellos de raza negra, que, dice una fuente consultada, idolatran al Chapo Guzmán y a Amado Carrillo; se inspiran en series de televisión y “se creen de México: lo único que les falta es el sombrero y las botas”.

Fuerzas Armadas Revolucionarias Mexicanas, un nombre que atemoriza y desconcierta

De esa organización delictiva, la policía colombiana sabe que ningún mexicano forma parte de ella y que sus integrantes son afrocolombianos que escuchan reguetón y narcocorridos la mayor parte del día, y que tienen como referentes a los capos del narcotráfico Joaquín El Chapo Guzmán y Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.

De hecho, el fundador y líder de las FARM, Armando Robledo Moya, usa como alias El Chema, un apodo que tomó de un personaje que estaría inspirado en El Chapo Guzmán y que forma parte de la serie de televisión El señor de los cielos.

La identificación que sienten Robledo Moya y otros jefes de las FARM con la subcultura mexicana del narcotráfico los ha llevado a usar como emblemas del grupo criminal la bandera de México y el escudo patrio del águila parada sobre un nopal devorando una serpiente, los cuales colocan en todos sus comunicados. Además veneran a la Virgen de Guadalupe.

Algunos mandos del grupo criminal, que en Quibdó es conocido también como Los Mexicanos, se ostentan como socios del Cártel de Sinaloa y no faltan quienes dicen haber conocido al Chapo antes de que fuera recapturado en México y sentenciado a cadena perpetua en una Corte de Estados Unidos.

De Amado Carrillo Fuentes, quien murió en un hospital de la Ciudad de México en julio de 1997 tras una cirugía estética, Los Mexicanos supieron de su existencia por la narcoserie de siete temporadas El señor de los cielos –sobrenombre del exjefe del Cártel de Juárez–, que hasta la fecha se transmite en varios países de América Latina.

Según estimaciones de dirigentes sociales de Quibdó que hablaron con Proceso en forma anónima por temor a represalias, las FARM cuentan con unos mil integrantes que en su enorme mayoría son adolescentes y menores de edad provenientes de hogares pobres.

“Son un grupo delincuencial muy fuerte, involucrado en el narcotráfico y la extorsión, que tiene muchos jóvenes capacitados en el sicariato y gran cantidad de armamento de muy alto poder”, asegura uno de los líderes consultados. Dice que los miembros de las FARM son “de raza negra, pero ellos se creen de México: lo único que les falta es el sombrero y las botas”.

"El Chema". Fundador

Línea de atención al “cliente”El alcalde de Quibdó, Martín Emilio Sánchez, dice en entrevista que los muchachos pertenecientes a ese grupo criminal son marginados sociales “instrumentalizados por la delincuencia y con una corta expectativa de vida”.

Ellos, afirma, “se pusieron ese nombre (Fuerzas Armadas Revolucionarias Mexicanas) porque ven series mexicanas que cuentan historias del Cártel de Sinaloa, de Los Zetas y de todas esas cosas que suceden en México. Y como que les gustó esa manera en que los delincuentes que ven en la televisión hacen dinero con las drogas y empleando la violencia”.

Según un reporte de inteligencia de la Dirección Antisecuestro y Antiextorsión de la Policía Nacional, conocido por este semanario, las llamadas FARM surgieron en 2012, originalmente como Los Mercenarios, bajo el mando de Melquisedec Martínez, alias Máquina, pero éste fue encarcelado y Armando Robledo Moya, El Chema, asumió como jefe y nombró al grupo Los Mexicanos.

El Chema, quien fue capturado en 2018 y celebra sus cumpleaños en la cárcel de Picaleña (en la suroccidental Ibagué) con un pastel con la bandera mexicana y la frase ¡Viva México!, renombró después a la banda criminal como Fuerzas Armadas Revolucionarias Mexicanas.

También incorporó como distintivos de la organización delictiva la bandera mexicana y el escudo del águila, con los cuales marcan los “comunicados” extorsivos que envían a comerciantes, políticos y ciudadanos, así como “a la opinión pública” de Quibdó. Desde Picaleña, El Chema sigue dando órdenes.

El director de la Policía Nacional, general Jorge Luis Vargas, anunció el pasado jueves 9 la captura de 30 integrantes del grupo delictivo. Dijo que las extorsiones que cobran llegan hasta 130 mil dólares mensuales cuando se trata de empresas mineras aledañas a Quibdó.

En ese extenso municipio tropical que está asentado a orillas del caudaloso río Atrato y que es capital del departamento colombiano del Chocó, las FARM tienen dominio territorial en las comunas y en los corregimientos rurales gracias a su poder de fuego y a su capacidad criminal.

En un reciente “comunicado” que tiene la bandera mexicana a todo color en el encabezado y el escudo del águila y la serpiente como marca de agua, el grupo se dirige a “los propietarios, administradores e inquilinos de los apartamentos ubicados en el barrio La Esmeralda” para “exigirles una suma de dinero como contribución a nuestra causa”.

Las FARM les dan 12 horas para comunicarse a “los siguientes números de atención al cliente vía whtpp (sic) y/o telefónica 310592…”, y les advierten que el que no lo haga “será declarado objetivo militar”.

Así como usan ese tipo de panfletos para extorsionar, las FARM divulgan comunicados con simbología tricolor en los que emplean un lenguaje propio de una organización político-militar y revolucionaria.

Quibdó es una ciudad marcada por el conflicto armado interno que ha vivido Colombia los últimos 57 años y que ha tenido como actores a las FARC –que se transformaron en 2017 en un partido político legal como resultado de un acuerdo de paz–, a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), a grupos paramilitares y a las fuerzas del Estado.

Quibdó, en cuyos barrios marginales viven miles de desplazados por la guerra interna, es la capital departamental más pobre de Colombia (66% de la población vive en esa condición) y la más violenta, con una tasa de homicidios de 117 por cada 100 mil habitantes, cinco veces superior al promedio nacional.

“Las bandas se empezaron a generar debido al desplazamiento forzado de muchas poblaciones del departamento del Chocó que han llegado aquí a buscar oportunidades de trabajo que, por desgracia, son muy escasas”, asegura el alcalde Martín Emilio Sánchez.

Al sur de la ciudad y del departamento del Chocó hay unas mil 460 hectáreas de cultivos de hoja de coca y laboratorios para procesar cocaína, además de minería ilegal cuya explotación disputan el ELN y el Clan del Golfo. Las FARM son aliadas del ELN y, según la policía, en Quibdó libran una cruenta guerra contra el Clan del Golfo –la mayor organización del narcotráfico en Colombia– con el apoyo de esa guerrilla.

Globalización de la “narcocultura”El profesor de la Universidad Nacional de Colombia y experto en cultura mafiosa Pablo Reyes, considera que las llamadas FARM son un fenómeno “de la globalización de la subcultura del narcotráfico” en la que los referentes de millones de jóvenes marginados en América Latina son capos como El Chapo Guzmán, El Señor de los Cielos, Pablo Escobar y Miguel Ángel Félix Gallardo, los cuales se han convertido en los últimos años en personajes de series como Narcos México, El Chema y El patrón del mal.

“En Latinoamérica hay millones de jóvenes excluidos que ya saben que su vida será de miseria, de obstáculos y de incertidumbre, y en internet y en plataformas como Netflix ven a esos capos y, a través de ellos, van asumiendo su identidad y sus valores, y los convierten en personas a imitar porque salieron adelante, y lo hicieron por medio de la violencia”, asegura.

De acuerdo con el doctor en estudios políticos y relaciones internacionales, esa narcocultura “se refuerza cuando algunos de esos jóvenes o sus jefes tienen acceso en muchas regiones de Colombia a los enviados de los cárteles mexicanos que vienen a hacer negocios de drogas y que se muestran todopoderosos por el dinero que manejan”.

Reyes sostiene que a eso se suma la influencia cultural mexicana a través de la música ranchera y de narcocorridos “que muestran a hombres machos, duros, que no le tienen miedo a nada, que someten a la policía y a los políticos, y esos hombres se convierten en sus arquetipos”.

En el caso de las FARM, asegura el académico, el solo nombre les sirve “para construir la ficción de que ellos son poderosos porque representan a narcotraficantes mexicanos en Colombia, y eso les sirve para intimidar”.

Reyes, quien ha investigado el fenómeno de la violencia en Quibdó, señala que en los barrios populares de esa ciudad los jóvenes escuchan narcocorridos mexicanos en grandes equipos de sonido, lo que “les ayuda a reforzar el mito de su pertenencia a ese mundo que ven en las narcoseries”.

Ideología violentaEn agosto pasado las FARM anunciaron en un comunicado un “cese unilateral al fuego” para pacificar Quibdó y el departamento del Chocó, y reducir “los índices de mortalidad que empapan a nuestra hermosa región”.

En ese boletín, el grupo designa como sus voceros a Armando Robledo Moya, El Chema, quien a pesar de que ha estado en prisión la mayor parte de los últimos años sigue siendo jefe, y a Harold Cuesta, también encarcelado.

Según fuentes de inteligencia de la policía, ambos tienen formación “política y sicarial”, y relaciones con el ELN, la principal guerrilla del país.

En el comunicado, las FARM agradecen al Chema y a Cuesta “por habernos abierto los ojos y haber cambiado esa ideología violenta por la cual estábamos representados (sic)”, y piden a los ciudadanos del departamento del Chocó “que nos disculpen”, a pesar de que dicen saber que el perdón no devolverá la vida a las personas que ejecutaron.

La confrontación entre las FARM y el Clan del Golfo ha dejado en Quibdó al menos 558 jóvenes asesinados en los últimos cinco años.

El Chema y Harold Cuesta apuestan por pactar una salida negociada con el gobierno en la que las FARM dejarían de cometer delitos a cambio de que unos 176 “mexicanos” que están en prisión y sujetos a procesos penales –incluidos ellos dos– reciban beneficios judiciales. Pero las autoridades no los reconocen como interlocutores políticos sino como delincuentes comunes.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias Mexicanas aseguran en sus comunicados haber financiado campañas electorales de políticos de esa región y han ofrecido exponer ante la fiscalía fotos, videos y otros “elementos materiales probatorios” que demostrarían esas acusaciones.

El “cese unilateral al fuego” que anunció la banda el pasado 7 de agosto fue roto tres días después mediante un comunicado con símbolos tricolores en el que las “FARM” señalaron que la policía los atacó a balazos en sus barrios y que por ello “hemos tomado la decisión de salir a las calles a matar indiscriminadamente a personas inocentes”.

“No habrá un lugar en Quibdó donde los ciudadanos se sientan seguros y (…) les vamos a demostrar (a las autoridades) quiénes son los que mandan en este pueblo”, advirtieron.

Un mes después, en septiembre, la Fiscalía colombiana capturó en un operativo a 23 personas que presentó como integrantes de las FARM.

El fiscal general, Francisco Barbosa, dijo que ese grupo había sido “desarticulado” con esa acción y anunció, además, la detención de dos “cómplices” de Los Mexicanos: el secretario de Hacienda del Chocó, Willington Valencia, y el funcionario de la Gobernación, Carlos Andrés Ramos, lo que demostró la existencia de los nexos de la banda con políticos.

Unos días después de las declaraciones de Barbosa, cinco integrantes de las FARM, vestidos de negro, con capuchas, armados con fusiles y con una bandera mexicana desplegada como telón de fondo, aparecieron en un video en el que uno de ellos leyó un comunicado en el que negó que hubieran sido desarticulados y aseguró que los 23 detenidos no pertenecen a la banda.

El vocero sostuvo que los objetivos de las FARM son combatir al Clan del Golfo y “erradicar la corrupción”.

Además, insistió en la necesidad de una salida negociada porque “la violencia se acaba con diálogo y generando oportunidades de vida ciertas” a los jóvenes. Y agregó: “cada vez que nos capturan cinco miembros, hay otros 50 hombres con falta de oportunidades que quieren ingresar a nuestras filas”. l



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