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"La civil"

Primer largometraje de ficción de la rumana Teodora Mihai, funciona a la manera de un thriller, de lo más oscuro, en el que la protagonista busca desesperadamente rescatar, o por lo menos saber del paradero de su hija única.

Sin más ni más, se baja un tipo de una camioneta (Juan Daniel Treviño, el de ‘Ya no estoy aquí) y con una sonrisa le informa a Cielo (Arcelia Ramírez) que si quiere ver viva a su hija tendrá que pagar un rescate; más dinero, bienes, tortura psicológica, a la chica no la devuelven, los secuestradores, narcos, se hacen ojo de hormiga; indolencia y cinismo de las autoridades, complicidad por todas partes, Cielo comienza un viaje al infierno; ocurre en una ciudad del norte de México, pero podría ser cualquier región de este país gangrenado por la violencia y la impunidad. 

La civil

Los ingredientes del género se organizan en una intriga que se complica en la medida que Celia desciende cada escalón del laberinto diseñado por la mafia, y en la que se involucra a una gran parte de la población.  

No faltan ejemplos en el cine mexicano actual, por desgracia, sobre este penoso tema, la reciente y la más brillante, "Noche de fuego" de Tatiana Hueso.

Lo extraordinario de La civil es el estudio psicológico de la protagonista, Cielo, mujer de clase media, sin recursos, víctima transformada por el dolor y el miedo, que encuentra en sí misma una fuerza descomunal para atreverse en ese infierno asumir su propia investigación, apenas con papel y lápiz, y atenerse a las consecuencias.  

 El guion, escrito por la directora en colaboración con el mexicano Habacuc Antonio del Rosario, recurre a los lugares comunes del género para mostrar los mecanismos de la cultura de la mafia, pero los convierte en etapas del aprendizaje de Cielo, maquinaria constante de peripecias que revelan el engranaje de su proceso psíquico.

El primer paso es esa reunión en la fonda donde tiene que recibir instrucciones de parte de los criminales, lo especial de esta secuencia es la desfachatez con la que se comen el platillo que era para ella, la naturalidad del mesero y la mirada atónita de Cielo.

Pasando por la morgue, cabeza y cuerpos decapitados, la dimensión es cada vez más tenebrosa y el personaje de Arcelia Ramírez sabe resonar en esas frecuencias. 

El padre (Álvaro Guerrero) de la chica es un papanatas, egoísta, macho, no mal tipo aunque débil e ineficaz, la figura fuerte será un militar, el teniente Lamarque (Jorge A. Jiménez), con quien Cielo establece una especie de pacto, frío, sin ilusiones, la figura masculina a la medida de Celia, y es ella quien condensa la condición de la mujer expuesta a los feminicidios y al abandono. 

El aspecto más inteligente e innovador de La civil es el manejo de la violencia, a cargo no precisamente del narco, de quienes sólo se muestran los efectos de su hacer, sino del mismo ejército que patrulla el pueblo.

Lamarque no es un malvado, es un tipo consciente del estado de cosas, tampoco los criminales son los buenos narcos, pero además de la manera oblicua de tratar la violencia, Teodora Mihai escudriña el rostro de Cielo cada vez más cargado de odio, sorprendido de su propia capacidad de venganza. 



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