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Entre dos paraísos

Bacalar y Mahahual ofrecen el mejor contacto con la naturaleza bajo los rayos del sol

Ciudad de México.

Entre dos paraísos

Costa Maya comprende desde Punta Herreros hasta Xcalak, un tramo de cerca de 500 kilómetros, pero hay dos puntos que la distinguen: Bacalar y Mahahual, separados por apenas 104 kilómetros.

El primero es un pueblo famoso por su laguna "de siete colores"; el segundo, por la quietud de su playa que parece más una inmensa alberca. Pese a esa distinción, ambos asentamientos con pasado maya ofrecen paz a los viajeros.

Costa Maya es también el puerto en el que atracan varios cruceros, como los de Celebrity Cruises. Desde ahí, en menos de media hora se llega a Mahahual y en una, a Bacalar. 

Aunque está la opción de quedarse en el puerto, en el que hay bares y restaurantes, un aviario o la posibilidad de nadar con delfines, así como experiencias para probar tequila o chocolate mexicano. 

Pero para visitar de manera independiente a las poblaciones quintarrroenses, la alternativa más cercana es el aeropuerto de Chetumal.

SIN FILTROS

Hay una fotografía imperdible en este destino: en primer plano, alguien disfruta la quietud desde una hamaca o un columpio y en segundo, una colorida superficie de agua que, por la intensidad de sus colores, no requiere de filtros.

Según el fondo y profundidad del agua, así como la hora y luz del día, la laguna de Bacalar puede mostrar hasta siete tonalidades de azul; lo que resulta irresistible para capturar.

Por eso, el mejor tip es conseguir un hotel que tenga vista a la laguna, para así disfrutar los amaneceres y atardeceres  sin límite.

Otras experiencias obligatorias son sumergirse en alguno de los cenotes de 90 metros de profundidad (el Negro o el Azul)  y realizar el tour acuático al Canal de los Piratas, de poca profundidad y poseedor de superficies con barro y azufre útiles para exfoliar el cuerpo.

Por otra parte, para descansar del sol, esta localidad hospeda al Fuerte de San Felipe, con paredes de piedra que remiten a un castillo y la Iglesia de San Joaquín, cuya fiesta es en agosto.

ENTRE BARCOS Y PECES

Lo mismo es es un pueblo de pescadores donde el día transcurre tranquilamente en una palapa con buena comida del mar que uno que acoge a "cruceristas" de todo el mundo, ansiosos por una experiencia rápida que los acerque a la belleza del Caribe Mexicano.

En el primer caso, la mejor forma de iniciar el día es corriendo por su malecón; por ejemplo, del hotel 40 Cañones al faro, la distancia es de poco más de un kilómetro. Tras el desayuno no queda más que relajarse en uno de los clubes de playa o, quizá, practicar paddle surf.

Esta población de Quintana Roo también invita a bucear, pues el Banco Chinchorro pertenece a la cadena de arrecifes más grande de México y está a 30 kilómetros de la costa por vía marítima. 

Ahí pueden verse varias especies de coral y peces de colores -como cirujano, ardilla, mariposa, sargento o ángel- y restos de barcos piratas; de hecho, se puede considerar un museo marino de la historia de la navegación con, al menos, 18 galeones.

Por otra parte, Chacchobén, ubicada a una hora de la playa, es una zona arqueológica que fue, según el INAH, el asentamiento de mayor importancia en la Región de los Lagos, cuya ocupación inició 300 años antes de nuestra era. 

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UN PARAÍSO. Bacalar famoso por su laguna "de siete colores”.

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TRANQUILO. Columpios en Bacalar.

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IDEAL. Para paddle surf.

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A BUCEAR. Banco Chinchorro.

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CHACCHOBÉN. Zona arqueológica.




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