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Emerge con fuerza una nueva generación de narradoras latinoamericanas

Nacidas en los ochenta, están logrando difusión de sus obras a nivel internacional, renovando la literatura en lengua española.

La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en México –que cerró las puertas de su 31ª. edición a principios de mes– es el mayor escaparate mundial de la literatura escrita en español. Por ella circulan desde premios Cervantes como Elena Poniatowska o Fernando del Paso a superventas como Almudena Grandes pasando por veteranos de sólida trayectoria como Ray Loriga o Vicente Molina Foix. Junto a ese olimpo, ha destacado este año un puñado de títulos escritos por narradoras nacidas en la década de los ochenta, de países tan distintos como Colombia, Chile, Bolivia y, por supuesto, el propio México. No son ya autoras confinadas a sus países, sino que están teniendo distribución internacional, con editoriales que lanzan sus obras al mundo desde España, a pesar de que son nombres aún sin empuje mediático. Sin voluntad de exhaustividad, siguen algunas de las de mayor interés.

Emerge con fuerza una nueva generación de narradoras latinoamericanas

¿Esto es una novela? La más original, fresca e impactante es Verónica Gerber (Ciudad de México, 1981), que publica en España su primera novela, Conjunto vacío (Pepitas de Calabaza) y en México Mudanza (Almadía). Se define como “una artista plástica que escribe, a veces pienso piezas que son para colgar en un muro, otras para montar una performance y otras para publicar en libro”. Conjunto vacío dilata el género utilizando dibujos y fórmulas matemáticas, “una intersección entre literatura y plástica, en que los dibujos no son ilustraciones sino parte de la historia”. La narradora, inmersa en un caos vital, anhela orden: “Quiere entender el mundo que la rodea, y la forma es tratar de dibujarlo. Consigue además un trabajo que consiste en ordenar las cosas de alguien”. Mudanza arranca con una visita de la autora al oftalmólogo –donde le diagnostican un ojo vago– seguida de semblanzas de cinco artistas (Vito Acconci, Ulises Carrión, Sophie Calle, Marcel Broodthaers y Öyvind Fahlström) que abandonaron la literatura por el arte conceptual.

Gorilas y fotocopiadoras. Brenda Lozano (Ciudad de México, 1981) debutó exitosamente en la novela con Todo nada(2009), a punto de llevarse al cine, una historia centrada en la relación de un anciano con su nieta, justo cuando ambos acaban de perder a sus respectivas parejas. Cuaderno ideal (2014) es su segunda novela, protagonizada por una Penélope contemporánea, una mujer que espera a que su novio Jonás regrese de un viaje a España. Ahora presenta Cómo piensan las piedras(Alfaguara), volumen de cuentos titulado con la pregunta de una niña “que tiene que ver con la empatía y la ficción, que es ponerse en el lugar del otro, ya sea un gorila, una fotocopiadora, una viuda”, por citar algunos de los curiosos protagonistas. También hay elefantes que pasan duelo por la muerte de su amigo humano, personas que vuelven a vivir la misma vida que sus ancestros, un remake de una novela de Joseph Roth “sobre uno de los primeros pianistas que llega a Nueva York, y al que reconoce su padre en Europa porque, en su pequeño local de zapatero, escucha en la radio una melodía que él le cantaba de niño”.

Como un huracán. Una de las novelas revelación de este año es Temporada de huracanes(Random House) de Fernanda Melchor (Veracruz, 1982), “basada muy libremente –explica la autora– en un caso real. Hallaron en un canal el cuerpo de una mujer sin vida. De las notas de prensa se infería que el culpable debía de ser un amante despechado, y que la persona se dedicaba a la brujería. Mucha gente en mi país cree en exorcismos, sanaciones, malas vibraciones... Vivo en una tierra machista donde desgraciadamente las mujeres pueden morir y no sucede nada. ¿Cómo puede morir una bruja y que no haya consecuencias? Me interesaba ahondar en los motivos para cruzar la línea, todos tenemos emociones negativas, rencores y odios, deseos muy poderosos de infligir daño, pero al final no lo hacemos, ¿qué pasa con las personas que sí lo hacen? Trato de no reducir el crimen a una víctima y un victimario sino a las condiciones sociales que lo rodean. Uso un narrador omnisciente con personajes que van entrando con su propia voz, mi guía fue El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez”. Entre sus influencias, A.M.Homes, Agota Kristof, Faulkner, Cormac McCarthy, Sara Mesa y cronistas latinoamericanas como Leila Guerriero o Selva Almada. Melchor tiene Aquí no es Miami, su propio libro de crónicas sobre la violencia, y su novela anterior, Falsa liebre,es un solo día en la vida de cuatro chicos sin futuro, que recurren al sexo y también a las drogas para pasar el día.




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