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El viaje a Monterrey de Louis Berlandier, 1830

Cronista Municipal de Reynosa

Víbora de cascabel.El viaje a Monterrey de Louis Berlandier, 1830

(Segunda parte)

En su diario el francés Berlandier decía que Monterrey, la capital de Nuevo León, se encontraba en un valle donde se podía producir todos los frutos de tierra caliente. El botánico leyó, para cuando termina su diario, la Crónica de San Francisco de Zacatecas escrita por Fray Arlegui donde mencionaba que a principios del siglo XVII que en esa provincia se producía cera, miel, índigo, algodón y caña de azúcar. En ese tiempo de la visita de Berlandier en 1830, la caña de azúcar era el principal cultivo en el estado. 

Las cosechas de maíz eran grandes. Estas y los cultivos de frijol eran vendidos localmente, mientras una gran parte era exportada a los estados vecinos. Debido al clima cálido, la latitud y al movimiento de las nubes en esa región, el trigo casi nunca se lograba.

El Padre Arlegui alegaba en su crónica (publicada en 1837) que en el año 1605 la cosecha de esta gramínea había sido muy productiva. El francés opinaba que esa cosecha de trigo había sido fortuita, debido a que habían tenido una temperatura favorable en ese año, cosa que jamás se volvió a repetir. Berlandier hace referencia a la colonización del Nuevo León basado en la lectura de la Crónica de Fray Arlegui, quién la ubicaba en 1602.

El historiador Eugenio del Hoyo, en su “Historia del Nuevo Reino de León” (1972), comprobó que la mayoría de los datos históricos aportados por el padre José de Arlegui eran falsos. Tanto la exploración del Valle de Nueva Extremadura y su ocupación habían sucedido desde las últimas décadas del siglo XVI.

En 1830, la mayoría de la población de Nuevo León se dedicaba a la agricultura; para entonces el precio del riego con agua por un período de 24 horas había aumentado diez veces en menos de medio siglo: de $100 a $1,000 piastras (unidad monetaria utilizada por el francés). Hacia Montemorelos y Linares, el principal cultivo era la caña de azúcar, cuyo jugo era colocado en moldes para producir el piloncillo. Este producto era consumido localmente y el excedente era exportado dejando ingresos de $4,000 a $5,000 piastras por año. 

Los árboles de naranja, limón, plátano, higo y aguacate crecían con facilidad, dando frutos regularmente. La palma silvestre datilera se encontraba diseminada en el territorio. El ganado era fácil de criar en estas regiones por lo extenso de las propiedades. Los criaderos aportaban a los habitantes una suma de $5000 a $6,000 piastras anuales.

De regreso a Matamoros

El 6 de abril de 1830, el científico francés y sus acompañantes arreglaron la colección de plantas recolectadas durante el viaje y de los alrededores de Monterrey. Después de procurar una buena cantidad de la vacuna contra la viruela, el objeto principal de su visita a esa población, emprendieron con premura su retorno a Matamoros. Siguieron la misma ruta por donde habían llegado.

Siguieron el río Monterrey (Santa Catarina), recruzándolo en varias ocasiones, tomando como guía el Cerro El Capadero. Cerca de Cadereyta cruzaron el arroyo Zavala. Tomaron como referencia el arroyo Ayanguala (Sic. Ayancual) y el arroyo El Capadero (río Pesquería), el cuál pasa por la parte sur del cerro del mismo nombre. Aquí, Berlandier se refiere a la punta sur de la Sierra de Papagayos, al poniente de los Ramones, Nuevo León. 

La vegetación del lugar estaba compuesta de leguminosas arborescentes y cierto tipo de palma (yucca filífera o pita), que con sus múltiples troncos podían llegar a tener entre 2.44 m a 3 m de altura. La fruta de esta planta era utilizada para curar las vías respiratorias, aunque dulce su sabor no tenía un sabor agradable. 

Berlandier decía que la palma de pita florecía en los meses de marzo y abril; habiendo probado la fruta ya madura y pasada en noviembre y diciembre. Cada palma producía cuatro o cinco racimos, ornamentados con 200 a 300 flores, conocidas en Tamaulipas como flor de pita o chocha. Tal vez esta planta era la que mencionaba Berlandier como palma datilera en Monterrey.

Tradicionalmente todavía se utiliza la flor de pita o chocha en la preparación de guisos durante la cuaresma. Esta planta tenía muchos usos prácticos en el campo, por ejemplo: con sus hojas se preparaban rápidamente todo tipo de cordeles para lazar caballos o amarrar los manojos de rastrojo de maíz; la fibra seca de un tronco muerto era aprovechada como yesca para encender rápidamente el fuego en el monte, al no contar con cerillos. Sus frutos son actualmente utilizados por las farmacéuticas en la elaboración de medicamentos.

El botánico francés divisó el Cerro El Capadero hacia el noroeste donde se encontraban algunas casas. Menciona que no habían viviendas en las laderas altas del cerro, pero los pastores llevaban sus rebaños a pastear hasta ahí; en la oscuridad de la noche se podían percibir las fogatas en diferentes puntos. 

Las lluvias registradas en Monterrey no habían caído al este de El Capadero. El suelo en los ranchos por donde pasaron se encontraba demasiado adusto, mientras que las hojas de los huizaches, que aguantaban las altas temperaturas, tenían sus hojas cerradas como si durmieran. El pasto se encontraba quemado y quebradizo, las pencas de los nopales se veían planas y rojizas, con poca savia. Algunas se encontraban disecadas en el suelo. 

La sequía era terrible en el tramo del camino entre El Capadero y el pueblo de China, un gran número de animales habían muerto de sed en el campo. En uno de los días observaron varios toretes tendidos muriendo de sed. 

En el camino encontraron gran cantidad de arbustos conocidos como guayacanes, cuyas raíces eran utilizadas en lugar de jabón para lavar lana. Tienen la cualidad de revivir los colores en lugar de destruirlos. La retama es otra de las leguminosas comúnmente encontrada en los bancos de los arroyos de Nuevo León y especialmente en Tamaulipas. Este árbol de tronco liso, decía el científico que crecía entre 3 y 3.6 m de alto (puede alcanzar los 10 m); sus grandes flores amarillas le dan una apariencia espectacular.

Antes de llegar a China, el río San Juan cruza por unos bancos de unas lomas de piedra arenisca entremezclada con concha petrificada. El agua del río crecía ocasionalmente en los meses de agosto y septiembre interrumpiendo la comunicación entre Tamaulipas y Nuevo León. En el vado en el Rancho el Cuchillo se encontraba entre dos y tres piraguas para cruzar en cualquiera época del año. Actualmente este rancho estaría localizado en el vaso lacustre de la Presa que lleva su nombre. 

Berlandier explica que varios ríos, incluyendo el río Pilón, se unían al río Monterrey (Santa Catarina) para formar el San Juan, el cuál descargaba en el río Bravo a una legua de la Villa de Camargo. La cuenca del río Pilón provenía de la Sierra Madre, pasando por los pueblos del Pilón (Montemorelos) y La Mota (General Terán). 

En China, les prestaron unos caballos y una mula; con un guía continuaron su viaje por un atajo hacia Matamoros, pasando por Las Norias, pozos de agua que se encontraban lejos del camino. Aunque pasaron después por las tinajas de los arroyos El Coronel y Las Tunas, estos ya no contaban con agua. Se encontraron unos pastores a quienes les compraron una borrega para completar las provisiones para el resto del camino. 

El lomerío corre de norte a sur paralelo a las elevaciones que se encontraban en China. Como se acercaban a Reynosa el suelo calcáreo tenía menos arcilla. En los bancos de los arroyos, los pobladores quemaban este material para obtener cal, la cual era vendida en Matamoros a precios exorbitantes.

La víbora de cascabel

En el tramo del camino entre Salinillas a Las Norias era tan común las serpientes de cascabel, que no pasaban cien pasos cuando encontraban uno de estos reptiles. Los campesinos frecuentemente estaban expuestos a la mordedura fatal de estos animales. El remedio más común para el veneno era la yerba del indio o de la víbora. Todos los indios nómadas, como los comanches o los lipanes, cargaban en una bolsa la raíz de esta planta. 

Los nativos masticaban esta raíz y se tragaban un poco de su savia, luego trataban la herida con la saliva impregnada de esta substancia que habían masticado. Este remedio era utilizado por los indios de Tamaulipas. Otro remedio infalible era una preparación con la bilis del hígado de la misma serpiente, disuelta en poca agua. Los viejos colonos generalmente cargaban una pequeña bolsa con una vesícula disecada, en caso de que no pudieran matar a la serpiente.

Los campesinos dejaban su tabaco a cierta distancia cuando dormían en el monte, pues el olor de éste atraía a las víboras, que permanecían embriagadas o intoxicadas en el lugar hasta el amanecer. Otra tradición local cuenta que se les decía a los viajeros que colocaran alrededor del lugar de reposo en la noche un cordel de color negro, imitando a las víboras negras. Éstas eran unas crueles enemigas de las víboras de cascabel e inofensivas para los humanos. 

El botánico opinaba, que este inmenso territorio entre El Capadero y Reynosa contaba con poca agua y con grandes nopaleras, podía ser utilizado si se introducía variedades de cochinilla; consideraba que se podía introducir el nopal de Oaxaca. Como sea la cochinilla del nopal autóctono era utilizada por las mujeres a lo largo del río Bravo, para obtener el color carmesí para teñir las lanas utilizadas en la fabricación de sus ropas.

Los viajeros utilizaban dos caminos para llegar a Matamoros; el más largo pasaba por Reynosa y el corto llegaba al río por Rancho Nuevo. Este camino iba por unas lagunas (o resacas) que quedaban al oriente de Reynosa. 

En este lugar se observan más estrellas en la bóveda nocturna; debido a los cerros, en Monterrey la Osa Mayor aparecía parcialmente. Berlandier exponía que los comanches conocían las horas de la noche por las estrellas. Los soldados presidiales dividían la noche en tres partes: prima, modorra y alba; esto servía para hacer el cambio de centinela. En estas regiones los relojes eran una joya de lujo poco encontrada entre los pobladores, las horas eran conocidas solamente por la posición del sol y las estrellas. 

El verdor en el campo empezaba desde Reynosa hacia la costa, aunque Matamoros y Monterrey se encontraban casi en la misma latitud. El francés notó que los períodos de floración iban entre ocho y diez días más avanzados en la costa que en Nuevo León. En la tarde del 24 de abril de 1830, Jean Louis Berlandier entró a Matamoros después de una semana de viaje desde Monterrey.'

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Dibujo hecho por Berlandier del fruto y ramas del guayacán.

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Palma de pita con chocha





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