buscar noticiasbuscar noticias

El único santuario de luciérnagas en México

¿Ya lo conocías? se encuentra en Tlaxcala. Incontables parpadeos de luz irrumpen la oscuridad, llevando a cabo el ritual de apareamiento de la especie, brindando un espectáculo hermoso y sorprendente

El único santuario de luciérnagas con que cuenta México, se esconde en el bosque de Santa Clara, en el estado de Tlaxcala

El único santuario de luciérnagas en México

Antes de que el lugar quede en silencio y las luciérnagas hagan su ritual de cortejo, una intensa lluvia debe humedecer el suelo y rociar las ramas de los árboles. 

Los visitantes también participan en el ritual, formando un círculo con las manos y entonando versos para pedir al guardián del bosque acceso a sus dominios.

“Te pedimos a ti, madre naturaleza, nos permitas la entrada a este tu bosque. Venimos con la plena conciencia de cuidar y respetar flora, fauna y todo ser vivo que se encuentre dentro de ti, y al guardián del bosque que nos cuide y nos proteja durante el recorrido”, reza la petición.

Pedir consentimiento al bosque es una muestra de respeto y una tradición desde hace años.

Tras hacerlo, los pasos de los visitantes hacen eco entre los senderos del bosque. Suben en fila de dos y está prohibido el uso del móvil, ya que cualquier interferencia lumínica afecta a la danza de apareamiento. 

Luego de 20 minutos de la llegada al lugar, los machos de la especie -Macrolampis palaciosi- empiezan a descender la montaña de forma pausada, con cientos de chispas en el aire frío. 

La hembra también brilla, pero lo hace de manera más intensa y duradera. Además no vuela espera a elegir macho agazapara en la hojarasca. 

Por cada 100 machos hay una hembre que solo se aparea con uno de ellos. 

Luego de aparearse, las hembras llegan a depositar entre 100 y 150 huevecillos. 

Cuando termina el ritual de las luciérnagas en el santuario de Santa Clara, la luna aparece en numerosas ocasiones y cuando es llena, ilumina el bosque para guiar a los viajeros en el camino de vuelta. 

Luego de regresar a la entrada, se toman nuevamente de las manos para recitar al unísono unas palabras de despedida: “Te agradecemos, madre naturaleza, por habernos permitido la entrada a este tu bosque. Y al guardián del bosque, que también nos protegió durante el recorrido”. 

Con información de EFE. 

 







DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD