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El robo de arte sacro, un delito cotidiano e impune

La recuperación de esculturas y obras de siglos pasados hurtadas de iglesias en el país es casi imposible porque no hay catálogos. La vigilancia en los recintos y la labor del INAH, rebasadas

Esa mañana, la persona que abría las puertas de la parroquia de Azcapotzalco se percató del vacío. Desierto, sin ápices de la reliquia colgante; solo ausencia. El óleo de la Santísima Trinidad estaba perdido y de él únicamente quedaba el recuerdo de los eles, una imagen y una carpeta en la Procuraduría General de Justicia (ahora Fiscalía) que podría sumarse a los casos de robo de arte sacro que quedan en la impunidad. 

El robo de arte sacro, un delito cotidiano e impune

El párroco Daniel Campos, a través del administrador del recinto, Javier Reyes, se reservó  comentarios sobre lo ocurrido entonces  porque “es un caso delicado que está siendo atendido por las autoridades”. 

La seguridad en las iglesias ha sido un factor rebasado, pues en la parroquia ocurrió el robo pese a tener un letrero en el que se advierte que hay vigilancia las 24 horas.

Algo similar pasó a inicios de 2019  en la catedral de Tenancingo, Estado de México, donde dos sujetos se quedaron durante  la noche  en el interior y se llevaron la corona de oro de la Virgen. 

En 2016, en la comunidad de Tonanitla, Estado de México, también ocurrió un caso en el que la protagonista fue una imagen de la Virgen, pero esta vez la de La Concepción.

Los ladrones entraron por la ventana y se robaron la imagen de "La Chonchita", como era llamada por los feligreses. A este factor se suma que las iglesias no tienen la capacidad de revisar el ujo de visitantes,  por ello  una de las líneas de investigación es que hay personas que roban las obras por encargo, pues miembros de  la comunidad han notado que hay quienes visitan en varias ocasiones los templos, toman fotografías de sus tesoros y poco después las obras desaparecen. 

Se trata de un delito cuyos   índices con exactitud  se desconocen porque se carece de un panorama real del robo y tráfico de arte sacro. Recordemos que en 2018 se registraron en la Ciudad de México 19 mil 854 delitos con investigaciones en la Fiscalía. Tan sólo el crimen de robo a negocio con violencia en Azcapotzalco ese año  ascendió a 178, mientras  que en los que no hubo alguna agresión fueron en total 909. Además hubo mil 97 investigaciones de robo a transeúnte con violencia. 

Javier Martínez Burgos, investigador del Departamento de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dijo en entrevista con EL UNIVERSAL que uno de los elementos que complica la interposición de denuncias es la dificultad de las comunidades para desplazarse a otros lugares donde haya una agencia de la Fiscalía.

Falta de documentación del arte sacro

El mayor problema para iniciar una denuncia es que se carece de información de las piezas para que se pueda levantar un reporte. Es decir, no se tienen detalles y hacen falta imágenes que permitan conocer las características de las piezas.   

La responsabilidad de registrar bienes culturales recae en el INAH, como lo establece la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos. El organismo ha hecho trabajos de inventario, registro y clasificación de bienes, pero sólo han quedado en esfuerzos que a la fecha no han permitido tener un panorama real de la cantidad de bienes religiosos en todo el país.  

Además, la tarea de crear un catálogo de bienes culturales se ve sumamente rebasada por la falta de personal para estos trabajos que requieren acciones específicas, como la  elaboración de una cha, investigación, diagnóstico del estado de conservación, toma de  fotos   y creación de  una plataforma, así lo explicó Martínez  Burgos.

“El personal del INAH en el Estado de México que lleva los inventarios solo es uno. Si el catálogo de bienes inmuebles es de 5 mil, y de esos probablemente son unas 2 mil iglesias, pues es muy difícil que una persona haga el catálogo de esos 2 mil edificios, no es una tarea sencilla”, dijo  el también perito del INAH.

Reconoce que en la Ley se habla de la catalogación como responsabilidad del Instituto, aunque debe ser una tarea ética y necesaria de la Iglesia, quien tiene a su resguardo estos bienes que forman parte de la nación. Por otro lado el organismo dependiente de la Secretaría de Cultura ha acudido a algunos sitios y les han dado capacitación para que ellos puedan conformar un inventario, pero "algunos lo hacen y otros nos tiran de locos". 

Además, de acuerdo con el perito del INAH, hay comunidades que el INAH en sus 80 años no ha visitado y otros intentos que se han hecho para cubrir la carencia de información ha provenido de esfuerzos académicos, aunque estos son trabajos de tesis que se quedan en un ejercicio que cataloga una comunidad y que se queda en una biblioteca en vez de formar parte de un acervo.

Arte sacro, entre el comercio ilegal y legal

En 2009, la Interpol aseguró que el comercio ilegal de las piezas de arte sacro en América Latina ascendía a 20 millones de dólares mensuales y, según Javier Martínez Burgos, museos y galerías propiciarían estas transacciones.

Realizar estas  negociaciones está penado; en la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicas se indica que al que pretenda sacar o saque de México un monumento sin permiso del INAH, se hará merecedor de cinco a 12 años de prisión y de 3 mil a 5 mil días de multa; y en el caso de quien ordene o financie las conductas descritas, se incrementará  una mitad esas penas.

Luis López Morton, fundador de la casa de subastas que lleva su nombre, con una historia de 32 años y que ha realizado más de 2 mil subastas, coincide en señalar el problema que se ocasiona al no contar con catálogos e información sobre las piezas de arte sacro:

“En México no hay un registro que sea certero de lo robado o  una lista con fotografías y que diga  o precise si aparecen estas piezas que  puede que hayan sido sustraídas de un templo, una iglesia o algún  otro lugar. No se tiene ese registro al que, como en otros países, uno pueda entrar y revisarlo”, destacó. 

Esta falta es lo que los ha llevado a trabajar con Art Loss, pues la plataforma, a la cual pagan una cuota anual para que les revisen los catálogos y subastas, les avisa si hay denuncias para que, si es el caso, se retiren las piezas y se proceda a arreglar la situación. “Una cuestión así en México no existe”, enfatiza.

  En diciembre de 2018, la casa se vio involucrada en la oferta de unas esculturas del siglo XVIII de Santa Ana y San Joaquín que fueron robadas en 2001 de una iglesia de Puebla; en esa ocasión, los sujetos también se llevaron varias obras del siglo XIX y una pintura de San Francisco de Asís del siglo XVIII.

 Sin embargo fue gracias a Art Loss, servicio que tienen contratado desde hace tres años, que en Morton recibieron un aviso y se pudo detener el ofrecimiento de dichas piezas de origen ilícito. 

 “Algunas las recogió lo que era PGR y otras todavía las tenemos aquí esperando a que se decida qué es lo que se tiene que hacer”, dijo Morton en entrevista. 

“Están en el almacén a instrucciones que nos den las autoridades o los que estén involucrados y eso puede tardar mucho tiempo. Eso lo sacamos de la subasta y los dueños o personas que lo consignaron con nosotros están en conocimiento. Es un proceso que toma tiempo aquí en México”, apuntó. 

 En el mercado del arte hay disponibles obras de arte sacro que no proceden de un origen ilícito y muestra de ello es que en la Subasta Navideña de Antigüedades de Morton se ofreció Los desposorios de la Virgen de México, obra del siglo XVIII firmada por Joseph Mora Fa. Pese a tener un precio estimado entre 40 mil y 60 mil pesos, se vendió en 35 mil pesos. 

De acuerdo con Luis López Morton, la atención por el arte sacro dentro del mercado legal ha variado mucho,  pues hace unos 25 años llamaba más la atención en contraste con lo que se vende ahora porque hoy el arte contemporáneo es lo que más busca la gente, aunque el sacro sigue vendiéndose y hay gente interesada y dispuesta a comprarlo.



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