El Papa da un giro social a la Iglesia mexicana
Francisco nombra, a menos de un año de las elecciones presidenciales, arzobispo primado de la Ciudad de México a Carlos Aguiar, un hombre de su confianza, de perfil dialogante y alejado del ultracatolicismo.
El Papa ha movido por fin ficha en México, un país donde el 82% de sus habitantes se considera católico y que el próximo año celebrará elecciones presidenciales. Con el nombramiento este miércoles de Carlos Aguiar Retes como arzobispo primado de la Ciudad de México, Francisco coloca al frente de la iglesia mexicana no solo a una persona de su máxima confianza, también a un religioso de carácter dialogante, abierto, que supone una ruptura con su antecesor, Norberto Rivera, cuya gestión ha estado marcada por el encubrimiento de los curas acusados de abusos sexuales, siendo el fundador de la Legión de Cristo, Marcial Maciel, el caso más controvertido.
Aguiar Retes, de 67 años, era hasta ahora arzobispo de Tlalnepantla, una localidad del Estado de México, colindante de la capital mexicana, en la que viven cerca de 700.000 personas. Un municipio diverso, donde predomina la clase media. El nuevo encargado de la archidiócesis de México está considerado uno de los purpurados más cercanos al papa Francisco, aunque sus perfiles y trayectorias distan mucho de sí. Si Bergoglio se caracterizó por ser un arzobispo cercano a la gente, que recorría continuamente las barriadas de Buenos Aires, el cardenal Aguiar ha tenido una trayectoria más funcionarial y burocrática que pastoral, tanto en Tlalnepantla como anteriormente en Texcoco, también en el Estado de México.
El nombramiento de Aguiar tiene dos claras implicaciones. El Papa se apoya en una persona de su máxima confianza para hacerse cargo de la segunda archidiócesis más grande del mundo -tras la de Milán-, en un momento de rebelión del sector más conservadora en El Vaticano. Ambos se conocieron en 2007, durante la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) en Aparecida (Brasil). Francisco nombró a Aguiar cardenal el pasado año –el sexto mexicano- y desde entonces empezó a sonar con fuerza para sustituir a Norberto Rivera. “No hay duda de que se le puede llamar ‘el hombre del Papa en la iglesia mexicana”, afirma el sociólogo experto en creencias religiosas Bernardo Barranco.
La trascendencia del cambio es sustancial también para México. El Papa ha aceptado la renuncia de Rivera solo seis meses después de que este la presentase por motivos de edad –tiene 75 años-, un plazo muy corto. Una aceptación, según los expertos, casi instantánea, que constata el distanciamiento de Francisco con el religioso, agudizado tras la visita del primero a México en 2016. Las profundas discrepancias teológicas, pastorales y político sociales se vieron reflejadas en las críticas veladas del Papa en sus mensajes. A su vez, Rivera mantenía un profundo desencuentro con la sociedad secular de la Ciudad de México, a la que quería imponer una moral católica muy cerrada. “Sin dejar de ser conservador, Aguiar tiene una sensibilidad diferente”, opina Barranco. “No es un progresista ni se puede decir que el equivalente a Francisco en México, pero sí una persona más culta, dialogante, muy pragmático”.
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Con Aguiar como máximo responsable de la iglesia mexicana, el Papa Francisco también manda un mensaje político a un país que el 1 de julio del próximo año elegirá nuevo presidente. La salida de Rivera supone una distensión de la agenda ultracatólica que este manejaba. “Ha tenido una actitud de acecho, de presión sobre la clase política. Les advertía de que si planteaban temas como el aborto o el matrimonio igualitario, iban a tener el voto de castigo de los católicos”, recuerda Barranco. De hecho, la Iglesia se vanaglorió de haber sido uno de los causantes de la pérdida, por parte del PRI, de siete gobernaciones en junio de 2016, después de que Peña Nieto se hubiese mostrado favorable a una apertura respecto al aborto.
“En este sentido, con la llegada de Aguiar va a haber un respiro”, añade el experto. Organizaciones ultracatólicas, como el Yunque, serán las más perjudicadas ante la llegada de Aguiar, que se produce también en un momento donde el catolicismo ha perdido terreno frene a movimientos evangélicos. No obstante, los expertos no creen que el nuevo arzobispo vaya a suponer un muro de contención, al no considerarlo una persona aguerrida contra otros movimientos religiosos. Aguiar mantiene una buena relación con el presidente, Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México antes de alcanzar Los Pinos. Además, casó al sucesor del mandatario, Eruviel Ávila, en una ceremonia con ocho obispos, que no se celebró en un templo, sino en una hacienda.
Norberto Rivera se despidió este miércoles con una carta en la que volvía a negar la mayor sobre el encubrimiento de abusos sexuales, pese a que las víctimas insisten en que no hay un solo religioso en prisión que haya pagado por los abusos. “Me llevo la satisfacción de no haber permanecido mudo ante la violación de los derechos humanos y divinos de mi madre la Iglesia”, indicó en su carta de despedida. “Lamento si por mi posición firme, alguien se sintió ofendido y lastimado, y una vez más pido humildemente perdón a quien, aun sin querer, haya ofendido”, añadió Rivera, un adiós que abre una nueva etapa en la Iglesia mexicana.