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¡El más ganador!

Adelantado a su época, astuto, innovador, pícaro, Excelente entrenador y mejor persona, esos conceptos se repiten cada que alguien describe a Ignacio Trelles

Ignacio Trelles fue el técnico más ganador en el futbol mexicano, con 15 títulos a nivel nacional e internacional.

¡El más ganador!

Una historia que comenzó cuando su padre Amador, miembro del Ejército mexicano, fue enviado de Guadalajara a la Ciudad de México, trayecto que realizaron por tren y en el que don Nacho vio a través de la ventana, por primera vez, a unos niños jugar futbol.

¿Se puede decir que el futbol lo eligió a usted?

“Parece que así fue. Claro que era muy cascarero en el deporte, jugaba bien futbol, basquetbol, volibol, frontón, era yo un vago. Después el futbol me capturó”, dijo Trelles hace unos años en entrevista.

Una carrera breve como futbolista que terminó, como tantas otras en esa época, por una fractura de tibia y peroné, apenas a los 31 años, producto de un choque con su amigo “El Pulques” León. Ahí nació el técnico, la leyenda que llevó al Zacatepec, Cruz Azul y Toluca a ganar dos títulos de Liga cada uno, más otro con el Marte. O bien que ganó la Concacaf con Toluca y Atlante, así como cuatro Campeón de Campeones y dos Copas México.

A “Nacho” Trelles también se le conoce por lanzar balones al campo o mandar a jugadores o auxiliares a invadir la cancha para cortar el ritmo rival. Tenía mil trucos bajo la manga. Regaba la cancha del “Coruco” Díaz media hora antes del partido para que el vapor fundiera a los rivales. Alguna vez se disfrazó de fotógrafo para poder recorrer el perímetro de la cancha y darle indicaciones a un jugador que se empeñaba en ignorarlo. O bien, en otra ocasión, desesperó tanto al entonces árbitro Arturo Yamasaki que el silbante abandonó la cancha y finalizó un partido antes de los 90 minutos; el colegiado fue suspendido seis meses.

Conocía cada laguna del reglamento y le sacó provecho. Fue un estudioso absoluto del futbol. Trelles se quedó con la deuda de ser entrenador en España o de haber escrito sus memorias.

Pero su legado es tan vasto que no necesitaba nada de ellos para asegurar su plaza en la historia desde hace muchas décadas.



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