El corrido ‘La venganza de Alonso’, de 1923
Por si solos, los versos de este corrido son casi ahistóricos. Los protagonistas, Alonso y Margarito, no llevan sus apellidos; el lugar de los hechos es atemporal, nos indica que el escenario pudiera ser cualquier lugar cerca de la frontera entre México y Texas, donde el primer personaje cobra la venganza matando al segundo protagonista.
Los eventos de la narración quedan en manos del colectivo imaginario, la composición retraída nos aleja de los hechos reales, quedando casi como una leyenda. Es a través de una acuciosa investigación de los pequeños fragmentos escritos, que sobreviven en publicaciones y en documentos en archivos históricos, que podemos conocer sobre las noticias narradas en este corrido.
El folclorista Américo Paredes, quien recolectó la música y los versos del corrido, dejó algunos datos en su obra sobre Alonso y su estadía en las inmediaciones de Brownsville. Nuestro colega, Prof. José Guadalupe Hinojosa Cantú, cronista municipal de General Bravo, Nuevo León, publicó otra versión del corrido y rescató pláticas (historia oral) sobre el asesinato de Margarito, en su obra “Doctor Coss, ensayo histórico”. Los hechos históricos pueden ser corroborados en los libros de defunciones en el Registro Civil de Dr. Coss, Nuevo León.
Más de la sección
Otra fuente importante para conocer las vicisitudes en este corrido proviene de la historia oral de la familia de Alonso, transmitida por nuestro estimado amigo Jorge Alberto Pérez Flores, nieto de dicho personaje.
Confusión
El primer verso del corrido da a entender que Alonso se había tenido que salir de México con su madre a un lugar no especificado en Texas, debido al asesinato de su padre. Esto hace pensar, que Alonso era tan solo un adolescente, que tiempo después ya más grande regresaría a vengarse del asesino de su padre.
“Alonso se va pa´Texas en compañía de su madre, y a los quince años volvió (luego regresó a su patria) para vengar a su padre”.
Esto confundió al investigador Américo Paredes, quien dice que había mucha gente en Brownsville que todavía recordaban a Alonso Flores cuando escribió su obra “Texas-Mexican Cancionero”. Cuenta, que, entrando en su adolescencia, Alonso había llegado con su madre y un hermano menor a esa ciudad; eran los primeros años de la revolución mexicana.
De lo que decía la gente, Paredes narra que el padre de Alonso era la autoridad en un pueblo al norte de Nuevo León, cuando el personaje conocido solo como Margarito llegó pidiéndole negociar para tomar el pueblo, asesinándolo a traición. La madre tomó a los dos hijos huyendo hacia Texas, mientras que Margarito y sus hombres tomaron el poblado.
Según Paredes, después de cinco o seis años (y no 15 como dice el corrido), Alonso cruzó el río para matar al asesino de su padre. Pero el imaginario social había desviado a Paredes de los hechos históricos.
Personajes, lugar y fechas
La veracidad histórica del evento en el corrido toma forma cuando conocemos los nombres completos de los protagonistas: Alonso Flores Hinojosa y Margarito Ortiz Reyes. El escenario en donde se desarrollan los hechos es en el pequeño poblado conocido como Doctor Coss, Nuevo León. Este lugar se encuentra en la ribera oriental del río San Juan, al norte de General Bravo, Nuevo León, en las inmediaciones del cruce del río conocido como el Paso del Zacate.
El cronista de General Bravo, José Guadalupe Hinojosa Cantú, menciona que fue un 8 de febrero de 1922 cuando los revolucionarios Margarito Ortiz y Cleofas Cantú aparecen en el rancho La Palma, actualmente varios kilómetros al oriente de Dr. Coss. Ahí sacaron de su casa a Santos Hinojosa para golpearlo, dejándolo herido. En la noche del día siguiente, 9 de febrero, llegaron estos dos personajes a la cantina de Benigno Flores en el poblado de Dr. Coss.
De ese lugar sacaron a empujones al Secretario del Ayuntamiento, Casimiro B. Bustamante Ríos, y a Apolinar Flores Flores. Fueron llevados a orillas del arroyo del Zacate, que circunda la villa por el lado norte y oriente, donde fueron fusilados y después colgados. Apolinar era el padre de Alonso, el principal protagonista de este corrido.
A las nueve y a las diez de la mañana del día 10 de febrero de 1922, el Juez del Registro Civil, Epigmenio Salinas, a petición del Alcalde 2º de Dr. Coss, Anastasio Alcázar, pasó primero a la casa de Apolinar y después a la de Casimiro, donde se encontraban sus cadáveres. Declaró que éstos habían fallecido “en el campo a consecuencia de varias heridas causadas al parecer por armas de fuego”, de los bandoleros Margarito Ortiz y Cleofas Cantú como a las 11:30 de la noche anterior. Apolinar tenía 47 y Casimiro 59 años edad, estaban casados con Martha Hinojosa Ríos y Guadalupe Hinojosa Alanís, respectivamente. Las dos viudas eran primas hermanas por el lado paterno.
Martha, la esposa de Alonso, se refugió en Texas en casas de sus familiares Hinojosa, aparentemente en diferentes lugares del Valle de Texas; se menciona Brownsville y McAllen. Paredes hace referencia al hermano menor en Brownsville, que sabemos por el trabajo genealógico preparado por José Guadalupe Hinojosa Cantú, que se llamaba José Abel. Sus hermanas Aurelia, Aurora y Adela seguramente los hayan acompañado en esa odisea.
Casi un año y medio después de la muerte de su padre y tío político segundo, no quince, seis o cinco años después como lo plantea Paredes en su obra, se presentó Alonso Flores Hinojosa en Doctor Coss, Nuevo León. De acuerdo con el cronista de General Bravo, eran los primeros días del mes de junio del año 1923, cuando llegó al pueblo, dirigiéndose a la casa de su tío don Román Mario Hinojosa. Cuando éste le preguntó qué andaba haciendo en el poblado, Alonso le contestó que venía a matar al General Margarito Ortiz Reyes, quien había asesinado a su padre.
“Alonso vino de Texas
de pistola y carrillera:
-A mí me habías de matar,
(ahora si se compondrán)
pelado de tierra afuera”.
El cronista Guadalupe Hinojosa Cantú, quien entrevistó al tío carnal de Alonso, Román Mario Hinojosa y a Lorenzo Hinojosa, primo carnal de la mamá de Alonso, narra que el abuelo lo corrió, diciéndole que no tenía idea a quién se iba enfrentar. Alonso le contestó que Margarito era un bandido y un cuatrero que asolaba la región. Se retiró y se escondió en los barrancos del río San Juan, esperando que se presentara Margarito en la cantina de Santiago.
“El general Margarito
a Alonso mandó llamar
a la cantina de Santiago
para allí conferenciar”.
Eran las 10 de la mañana del día 11 de junio de 1923, Margarito estaba acostado en el billar leyendo un periódico, cuando se abren las dos puertas de la cantina y Alonso desenfunda su pistola calibre .44, pegándole certero balazo. Cuenta el cronista que Margarito se levantó herido como una fiera, disparando sus dos pistolas calibre .38 de repetición, dando los balazos en el marco de la puerta. Alonso dispara y vuelve hacer blanco, cayendo Margarito herido de muerte. Alonso le dio el tiro de gracia, para después retirarse hacia McAllen, Texas.
“-Señor alcalde mayor, le manda decir Chaguito que Alonso mató al general Margarito”. “Luego que ya lo mató le puso un pie sobre el pecho: -Así se matan los hombres, hablándoles por derecho”.
Eran las 11 de esa mañana de junio, cuando se presentó el Juez 2º de lo judicial ante el Juez del Registro Civil, Víctor Ríos, para que pasara a la casa de Félix Cantú, en donde se encontraba el cadáver de Margarito Ortiz Reyes, declarando que había sido muerto a balazos a las 10 de la mañana, desafortunadamente no se incluyó la fecha en el acta. Apuntó en el libro de defunciones, que éste tenía 27 años de edad y era originario de la capital de Chihuahua; fue sepultado en fosa común en un ataúd. El cronista de General Bravo, lo declara como un revolucionario rebelde villista, pero la documentación del Archivo CARSO en México lo asocia como felicista (seguidor de Félix Díaz), quienes lo veían ellos mismos con algo de recelo.
Historia familiar
Nos cuenta el nieto de don Alonso, Jorge Alberto Pérez Flores, quien visitó la tumba de su bisabuelo Apolinar en el panteón de Doctor Coss, junto con el encomiado genealogista Carlos Reyna hace ya diez años, que allí estaba también la tumba de Margarito.
Jorge Alberto visitó la cantina donde su abuelo Alonso había enfrentado a su rival, mencionada en el corrido como “de Santiago”. El edificio ya abandonado incluía también el pequeño cuarto que servía de barbería, mencionado en los versos. El propietario había sido Santiago “Chaguito” Quintanilla. Ahí, según su nieto, Alonso se presentó ante Margarito como el hijo de Apolinar, ante la inminencia del duelo.
Una persona de avanzada edad, que siempre había vivido en ese vecindario en Doctor Coss, se les acercó en el lugar con su hijo. El padre del primero, ya difunto, había presenciado y contado sobre los eventos del enfrentamiento. El hombre maduro les escenificó la balacera; la cantina y la barbería estaban conectadas en el interior por una puerta. Les platicó cómo Margarito salió por la puerta de la barbería quedando su cuerpo tirado boca arriba a unos 48 pasos de la cantina, en el camino que llegaba al panteón.
Por ahí sale del pueblo la carretera a los Aldamas y a los pueblos de la ribereña. El sencillo poblador recordó que su padre trajo un guayín o carreta de madera que “la borneó” de lado para cubrir el cuerpo de Margarito del fuerte sol de ese verano de 1923.
“Enfrente de la cantina estaba una barbería, mataron a Margarito por muertes que ya debía”.
De pláticas de la familia, el nieto recuerda que Alonso no se fue inmediatamente del área del río San Juan. Él quiso entregarse y se presentó ante las autoridades en China, Nuevo León, quienes le aconsejaron se regresara a Texas, diciéndole que le acababa de hacer un gran favor a la autoridad quitándole la vida a tan temido pistolero.
“Luego que ya lo mató se remontó en un ancón, por los domingos bajaba muy tranquilo a la estación”.
“Pues Alonso no se fue, y no se fue hasta otro día, pa´darle pruebas a Félix que miedo no le tenía”.
“Margarito se murió, Alonso está en las espumas: -Ya les maté al gallo fino, nomás quedaron las plumas”.
“Margarito era valiente con aquel que le temía, con una vino pagando las catorce que debía”.
“Un domingo en la mañana Alonso salió pa´Texas: -Yo ya les tumbé el panal, ahí les dejo las abejas”.
Tiempo más tarde, Alonso regresó de Texas y se estableció como comerciante ambulante regional, siguiendo la tradición de su padre, distribuyendo y vendiendo mercancía en un guayín de tracción animal y después en camioneta por los caminos de la frontera en Tamaulipas. Acostumbraba pasar hacia San Fernando por Congregación Garza o Charco Escondido; ahí conoció a su esposa Romualda Rodríguez Garza. En los primeros años de los años 1930 se casaron, teniendo a sus hijas: Angélica, Alma Ninfa, Aurora y Adela. Su descendencia es de importante raigambre en la actual ciudad de Reynosa.
Jorge Alberto explica que las dos mayores nacieron y todas crecieron en el Charco Escondido en la casona de la Resendeña, la cual había sido adquirida por don Alonso por esos años de don José María Reséndez Garza, hermano de don Mariano, protagonista de un antiguo corrido. En esa construcción estableció su tienda de artículos y abarrotes en general hasta sus últimos años. Gracias a Luis Lauro Moreno Rodríguez, su actual dueño, la Resendeña se ha resguardado como un icono de la arquitectura norestense.
En tiempos de abundancia, Alonso le entregó parte de su capital a su cuñada Profa. Guadalupe Rodríguez Garza, para que adquiriera la propiedad, siendo que los Reséndez no le vendían directamente a él por ser un fuereño. Guadalupe fue por muchos años la maestra de la escuela, siendo admirada y reconocida por su labor altruista en esa congregación.
De las pláticas de su familia, su nieto cuenta que su abuelo siempre portó pistola al cinto, pues fue en varias ocasiones amenazado por Félix, el hermano de Margarito, razones que eran enviadas oralmente por emisarios de los familiares del General. En los versos siguientes probablemente hace referencia a sus frecuentes visitas a la estación del ferrocarril en Reynosa. Como comerciante no solo llevaba abarrotes y otras mercancías al interior de Tamaulipas, sino que traía todo tipo de quesos y productos del campo que compraba en los ranchos.
“Dice una tía de Alonso: -Hijo, no andes sobremano; mataste a Margarito, cuídate de su hermano”.
“Y allí le contesta Alonso: -Tía, no tenga cuidado, cuando voy a la estación ando muy bien preparado”.
En sus últimos años vivió por la calle Perú y bulevar Morelos en la colonia Anzaldúas, en Reynosa. Después del fallecimiento de su esposa vendió de palabra la Resendeña a su cuñada, ya no tuvo ánimo de seguir con su comercio en El Charco. Su añoranza causada por la muerte de su esposa terminaría con la suya seis meses después, el 20 de junio de 1960.
El imaginario social le da categoría de superhéroe a Alonso, el corrido del propio poblado de Doctor Coss incluye un sexteto donde cuenta que en su pueblo natal nunca se permite que se ofenda a la ley, recordando el caso de los asesinatos de autoridades y de otras personas asesinadas por Margarito Ortiz, quien pagó con su vida cuando Alonso Flores vengó a su padre. El corrido termina revindicando a Alonso como una figura que libera al pueblo de la impunidad que existía en esa época posrevolucionaria.
“Pues ora sí, comerciantes, a trabajar con esmero, ya les maté a Margarito que les quitaba el dinero”.
Partitura musical y lírica del corrido “La venganza de Alonso”, recolectada por el folclorista Américo Paredes. El corrido fue grabado comercialmente por grupos como los Doneños, Los Alegres de Terán, Los Montañeses del Álamo, Carlos y José, etc. Antonio Aguilar lo seleccionó en su última grabación comercial.
Nieto y placas en la tumba de Alonso Flores Hinojosa. Cementerio Guadalupano/Gayosso en Reynosa, Tamaulipas. Foto Martín Salinas Rivera, 2017.