EL CLÁSICO ES FELINO
Universitarios se imponen a Rayados en forma categórica
Monterrey, N.L.
En un pletórico Universitario, los felinos le volvieron a repetir la receta a sus vecinos. Tigres se impuso con un categórico 3-1 para encadenar su quinto triunfo en fila y treparse al tercer lugar de las posiciones con 16 puntos.
Pero también para mantener una paternidad sobre Rayados, a quien trae de la cuerda en los últimos siete enfrentamientos regios. Fue el triunfo número 37 de los felinos –los dos últimos consecutivos– en el historial, sobre 35 que ostentan los albiazules.
Un Tigres que estuvo agazapado en toda la primera etapa sólo ocupó que se dieran las condiciones necesarias en la segunda mitad para sacar a relucir su abanico de virtudes ofensivas. Esas que se estimulan ante equipos que le dan espacios y muestran ciertas debilidades por las circunstancias.
Y ese guiño llegó con la expulsión de Efraín Juárez a los 43’, paradójicamente en el mejor momento de Rayados, quien hasta ese entonces tenía el control y la ventaja en la ventaja en la mano, gracias a un golazo de Rogelio Funes Mori al 34’. El argentino se estrenó en los Clásicos con un zurdazo que tomó de aire tras recibir un largo pase de César Montes.
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Monterrey había hecho méritos para ponerse en ventaja. No era tan superior a Tigres, pero sí tenía un mejor manejo del desarrollo y de sus propios actos.
Con orden, mucha generosidad en la marca y concentración, el cuadro de Antonio Mohamed había conseguido anularle todos los caminos al local. Incluso, había coordinado un par de avances como para ampliar la ventaja.
Pero no se puede negar que la roja de Juárez condicionó el trámite y le abrió el apetito a un Tigres que en toda la primera parte estuvo dormido, chato e irresoluto.
Así fue que con terreno favorable y un hombre más, en la etapa final Tigres no perdonó a un Rayados que, en inferioridad numérica, se desplomó como un castillo de naipes.
Javier Aquino (al 53’), André-Pierre Gignac (al 62’) y el infaltable goleador de los Clásicos, José Rivas (al 80’) construyeron el abultado e impiadoso marcador. Tigres sólo necesitó echar andar su maquinaria y empujar. Los goles cayeron solos y de uno fueron abriendo más la herida de un Monterrey que, con cuatro juegos sin conocer el triunfo, se hunde en sus penurias futbolísticas.