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El cerebro no desarrolla la destreza nativa de un segundo idioma pasados los seis años

La investigadora Esti Blanco-Elorrieta estudia la arquitectura cerebral cuando se manejan varios idiomas a la vez

“¿En qué idioma sueñas?”, “¿Y en qué piensas?”. Esti Blanco-Elorrieta, psicolingüista reconocida este año por Forbes 30 under 30 como joven promesa científica, sabe contestar a estas curiosidades. La bilbaína de 29 años habla cuatro idiomas y lleva cinco años en la Universidad de Nueva York (NYU), becada por La Caixa, donde investiga la arquitectura del cerebro bilingüe en el entorno natural. La científica trabaja con participantes de todas partes del mundo que hablan perfectamente al menos dos idiomas, o bien de la misma familia, o bien muy distintos, incluyendo también la lengua de los signos. Los resultados muestran que todas las personas bilingües tienen las mismas capacidades y reflejos de comunicación en función del contexto y de las barreras sociales. “Lo más increíble que he constatado es la universalidad del funcionamiento cognitivo de este tipo de cerebros”, cuenta la experta.

El cerebro no desarrolla la destreza nativa de un segundo idioma pasados los seis años

Obstáculos y ventajas

Una persona bilingüe vive con todos los idiomas despiertos a la vez en la misma caja y los maneja en función del contexto que le rodea. No siempre encuentra la palabra adecuada o a veces inventa una sin ni siquiera darse cuenta. A la doctoranda cuatrilingue le pasa cuando vuelve a casa: "Mis padres entienden lo que quiero contar pero me contestan que lo que acabo de decir no es una palabra". Su cerebro calca un término inglés con apariencia española (como por ejemplo "aplicar a la candidatura" como traducción errónea de " to apply") de manera automática sin percatarse del problema. 

Por otro lado, al quedar en un bar con sus amigas que entienden los dos idiomas, su cerebro descansa. Esti intercala en medio de su conversación algunas nociones en inglés sin necesidad de buscar su equivalente en euskera o inventar algo que no existe a ver si cuela. “Cuando estás con gente bilingüe o que al menos entiende el otro idioma, no tienes necesidad de controlarte. Tu cerebro se adapta a ese contexto y no tiene por qué hacer el mismo esfuerzo que si entrara alguien que no entiende ese idioma”, relata. 

En definitiva, el cerebro de la persona bilingüe trabaja más a la hora de comunicar. La corteza prefrontal manda una señal que bloquea las palabras inadecuadas. Este entrenamiento desarrolla ventajas cognitivas como por ejemplo elegir la información más relevante. Sin embargo, la persona bilingüe no siempre encuentra la traducción de una palabra precisa o de una sensación que quiere expresar. “Puedes estar hablando tranquilamente y te das cuenta de que la palabra que tienes en la punta de la lengua no existe en castellano", comenta. La persona debe por lo tanto explicarse con más detalle para hacerse entender. Según Esti, "los bilingües se expresan con más sofisticación y tienen mayor facilidad para comunicarse, ya que están acostumbrados a adaptarse".

Sin embargo, la gente con bilingüismo “nativo” puede tener la impresión de no controlar ningún idioma perfectamente pese a tener una mayor capacidad verbal. “Eso ocurre por cuestión de frecuencia, es decir, por el número de veces que la persona ha oído un idioma. Un bilingüe oye la mitad de veces un idioma que un monolingüe que solo trata con el español”, explica la bilbaína. 

Infancia y subconsciente

“¿Por qué pienso los números en alemán estando en un contexto español?”, le preguntan. Ella contesta con otra pregunta: “¿Has aprendido las matemáticas en ese idioma?” La respuesta suele ser que sí. “Los dos idiomas se reflejan en la mente de formas distintas. En general la toma de decisiones se hace en el primer idioma que has aprendido y el más académico”, argumenta la experta. Sin embargo, los sentimientos y las muestras de afecto tienden en hacerse mediante el segundo idioma, ya que para la persona bilingüe tiene menos peso.

“El cerebro actúa con respeto a las experiencias individuales y funciona por asociaciones”, añade. En el subconsciente, el órgano funciona más o menos igual. “Si sueñas que estás en Francia con un amigo francés, soñaras en francés. Si traes a esa persona a Madrid, quizás le hagas hablar español aunque no lo hable. Es cuestión de contexto. Además, si lo último que has vivido o leído es en un idioma en particular, es probable que sueñes en ese idioma”, detalla Esti.=

La experta asegura que antes de los seis años, el niño alcanza un nivel nativo. Pasada esa edad, aunque el cerebro es capaz de aprender el vocabulario a la perfección, no podrá desarrollar la destreza motora necesaria y reproducir el sonido exacto del segundo idioma sin acento. Por otro lado, hablarle a un recién nacido en tres idiomas y seguir la iniciativa a lo largo de su infancia es lo mejor, según confirma Blanco. “Es cierto que tardará más tiempo en hablar correctamente, pero al final llegará a controlar los tres idiomas. Es como con la música. Le puedes poner música clásica,  country y  rock, y con el tiempo, sabrá diferenciar todos los estilos”, compara.

Pese a vivir en Nueva York desde hace cinco años, que el inglés sea su idioma dominante y llevar hablando treinta minutos en español, Esti se despide con un “agur”. La joven promesa científica echa de menos el euskera, el lenguaje de su infancia.



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