buscar noticiasbuscar noticias

Despierta el Real Madrid en San Siro; vence 0-2 al Inter

Muy mermados y sin su columna vertebral, los blancos arrollan al Inter con una exhibición de juego veloz, preciso y constante en un gran partido de Kroos y Modric

Entre lágrimas, el fútbol siguió adelante con el rumbo de completar su año más desconcertante. Desamparado por la ausencia de público. Con una soledad agudizada por la muerte de un mito gigante, a quien San Siro, como los otros estadios de la Champions, comenzó a despedir con un minuto aún más silencioso en medio del vacío. Sin la gente, a la que procuró tanta felicidad Maradona. Pero la pelota ni se mancha ni se detiene, y el Real Madrid disfrutó con ella como hacía tiempo que no sucedía. En una noche triste que para ellos además resultaba acuciante, porque tanto los madridistas como el Inter, otro jerarca europeo, se asomaban al precipicio de verse arrojados lejos de la Orejona, a la cuneta de la Liga Europa. Pero el Real transformó una versión que resultaba descafeinada sobre el papel en un recital de noche memorable que dejó al Inter a un empujón del abismo.

Foto: AP.Despierta el Real Madrid en San Siro; vence 0-2 al Inter

La pelota le volaba en un rondo que extendió por todo el campo y desesperó al Inter, algo más tímido que en el Di Stéfano en su presión, también sorprendido por la velocidad del balón. Kroos y Modric desplegaron un recital con la precisión y el ritmo de los viejos tiempos felices en los que el Madrid manejaba el juego con el aplomo de quien gobierna con suficiencia. Es noviembre, pero el juego desprendía aromas de esas noches primaverales en las que el Real corteja las copas. Algo de eso había, con los de Zidane todavía lejos de certificar su clasificación para octavos, aún en el alambre.

El Madrid amasaba el partido sin dormirlo, más bien zarandeando de lado a lado al Inter, que no encontraba un sitio donde amarrar los pies al suelo. Y ese mecer al rival iba procurando más certezas a los blancos. Tantas, que después de un tránsito larguísimo con la pelota, de minutos, Nacho se aventuró al área contraria. Su atrevimiento llevaba mensaje. La mayoría de las incertidumbres previas se centraban en la pareja que iba a formar con Varane, sin la tutela de Sergio Ramos. Las experiencias anteriores prometían sobresaltos: siete derrotas en las últimas citas europeas sin el capitán. Si eso era poco, a Nacho le esperaba para bailar Lukaku, que no había podido estar en el Di Stéfano, y regresaba a Europa con el cargador suelto: cuatro goles en la última semana. Pero el primero en pegar fue Nacho.

El central hizo lo impensable en su invasión del área, y el desconcierto arrastró a Odegaard y Hazard a hacer lo que desde siempre se espera de ellos. El noruego miró más hacia delante, después de tardes demasiado tibias, y acertó con uno de sus pases que eliminan peligros y casi exigen que lo que siga sea un gol. Esa vez fue un penalti a Nacho, arrollado por Barella. Entonces, sin Ramos ni Benzema, apareció la jerarquía de Hazard. Mariano, que había agarrado la pelota, se la cedió enseguida al belga para que se hiciera cargo del lanzamiento.

El Madrid se puso en ventaja y la ventaja esta vez no le bajó las revoluciones. Kroos y Modric mantuvieron el mando, la fluidez y la precisión, acompasados con Odegaard, más dispuesto a mirar y jugar hacia delante. La exhibición era coral. Lucas fue amenaza, centinela y pulmón. Carvajal y Mendy terminaron de atornillar una defensa en la que ni Lukaku ni Lautaro provocaron ni un temblor a Varane y Nacho. No se echó de menos a Ramos, y tampoco a Casemiro, que asomó un rato al final. La defensa fue total, apretado el equipo hacia el centro cuando recuperaba el Inter, con todas las vías hacia Lukaku cegadas.

El Inter estaba desaparecido y Vidal, desesperado de perseguir a Kroos. Tanto, que no controló sus protestas por lo que creyó un penalti y terminó expulsado. El partido, hasta entonces siempre lejos del alcance de los italianos, pareció ya para ellos un imposible.

A la vuelta del descanso trataron de reengancharse casi a empellones, intentando llevar el balón a Lukaku, arrollando por el centro, pero apenas sucedió y la cita la acabó matando Rodrygo en la primera pelota que tocó. Su idilio con la Champions es insólito. En nueve partidos europeos ha marcado seis veces y ha dado tres asistencias: ha participado en un gol cada 49 minutos. El brasileño puso el sello a una victoria de quilates del Madrid en San Siro, la noche que el fútbol despidió a Maradona más solitario que nunca.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD