Reynosa

Crónica de los primeros automóviles en Reynosa, a principios del siglo XX

De acuerdo con el trabajo de la Maestra Minerva, “A la orillita del río,” ya para el año 1924 Reynosa contaba con un Reglamento de Tráfico
  • Por: Martin Salinas Rivera
  • 13 / Octubre / 2019 -
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Crónica de los primeros automóviles en Reynosa, a principios del siglo XX

Plaza Principal lleno de carros durante la inauguración del Puente Internacional, el 10 de junio de 1926.

Cronista Municipal de Reynosa 

Afinales de enero de 1990, el Lic. César Humberto Isassi, el segundo Cronista de Reynosa, entrevistó y grabó al reconocido maestro y director de la primaria Hidalgo, locutor y eterno servidor público, don Juan Granados; esto fue en la casa de éste en la esquina de las calles González Ortega y Zaragoza en el centro de Reynosa, donde se encontraba presente también su hermano don Andrés Granados. Entre las muchas cosas que platicaron esa tarde, el Lic. le contó sobre las charlas con su padre, don Trini Isassi, sobre dos automóviles allá por el año de 1917.

Recordaba de la plática, que cuando los arrancaban, los vecinos decían “oye, mira ya prendió el carro de don fulano, y ya prendió el otro, porque el ruido del motor era diferente.” El Lic. Isassi se acordaba que los carros podían ser de don Antonio Nassar o de don Gerardo M. Gutiérrez. De éste último no estaba seguro, pues le dijeron que no estaba aquí, que se había ido durante la Revolución. 

En realidad, sabemos por nuestras indagaciones sobre la Revolución Mexicana, que su negocio en el cruce de las calles Hidalgo y Matamoros había sido gravemente afectado durante el ataque a Reynosa por el Ejército Constitucionalista de Lucio Blanco, en la tarde del 10 de mayo de 1913. Existen los reportes tanto de los Constitucionalistas como de un escrito elaborado por un espía huertista. Estos escritos sobre espionaje presentados por ambos bandos, huertistas y carrancistas, dan su versión de los destrozos en el comercio de don Gerardo M. Gutiérrez, en la esquina del centro de Reynosa.

Don Gerardo M. Gutiérrez, así como otros reynosenses del porfiriato y no porque fueran huertistas, se vieron en la necesidad de abandonar el pueblo para irse a Hidalgo, Texas, donde permanecieron hasta el año 1920. Curiosamente los ataques de los constitucionalistas en contra de los huertistas, en lo que es ahora el Centro de Reynosa, fue dirigido por Francisco J. Múgica desde un carro Ford que estacionó en el antiguo panteón de Reynosa, ese 10 de mayo de 1913. Éste cementerio estuvo ubicado en los terrenos que ocupa la clínica-hospital del ISSSTE, en la calle Nicolás Bravo con López Mateos, a espaldas de la vía del ferrocarril y a un costado del paso a desnivel No.1.

Tal vez Múgica adquirió ese “Fordcito” en el Soldadito, donde se encontraba el casco original de la Hacienda la Sauteña. O tal vez en el Charco Escondido (Congregación Garza), pues el automóvil y la caballería de ese ejército viajaron la madrugada de ese día 10 de mayo por la brecha que los llevó a la toma de Reynosa.

Antiguos automóviles

Pero cuando le preguntó el Lic. Isassi a los Granados por las personas que tuvieron los automóviles más antiguos en Reynosa, Andrés recordaba al del Dr. Canseco quien vivió enfrente de lo que se convertiría la Placita Niños Héroes. El hermano de Juan decía que era un “Fordcito”, de los cuales recordaba traían lámparas enfrente por donde se le echaba agua al radiador, las cuales estaban fabricadas de latón y todavía utilizaban petróleo para iluminar el camino. 

Los hermanos Granados concordaron sobre otro carro “Fordcito” de don Eutimio Villarreal, quien era originario de General Bravo, Nuevo León. Aunque no había carreteras, este personaje se propuso que conocieran el primer carro en su pueblo y mandó traer una carreta desde allá. Como su coche era muy liviano lo subieron arriba de la carreta entre cuatro personas y lo llevaron por el camino para que lo conocieran. Andrés les dijo que eso había sucedido por el año de 1918.

Juan y Andrés recordaban que uno de los primeros en tener un automóvil en Reynosa fue el Dr. Jacinto L. Ramírez, quien había sido el primer esposo de la Sra. Aurora Gutiérrez Domínguez. Los hermanos Granados recordaron que había vivido en la esquina sur poniente del cruce de las calles Guadalupe Victoria y Pedro J. Méndez, donde después se estableció la Nacional Financiera, tumbando la casa de dos aguas, enseguida de la familia de los Veras y encontra esquina de la propiedad de Nazario (Chalito) Cantú. 

En la entrevista que les hace el Segundo Cronista, los Granados dicen que fue uno de los primeros médicos de Reynosa, quien se había inoculado accidentalmente con una cepa de lepra; pero así consultaba a sus pacientes con el apoyo de su esposa. Erróneamente, Andrés confunde a este doctor como hermano del General Herón y el ex alcalde Alfredo Ramírez. Según la biografía de este personaje, escrita en los cuadernos inéditos del Primer Cronista Municipal, don Donato Palacios, el Dr. Ramírez fue hermano de Luis y Baldomero Ramírez. Este último era el padre de los dos personajes primeros, o sea sus sobrinos. Según Andrés Granados era el sobrino o tal vez sobrino nieto, Trine Ramírez, “El Romo”, él que siempre le manejaba el carro al doctor.

El control del automóvil por las autoridades

De acuerdo con el trabajo de la Maestra Minerva, “A la orillita del río,” ya para el año 1924 Reynosa contaba con un Reglamento de Tráfico de treinta y nueve artículos. Este se había elaborado en la época del Alcalde Bernardo Sepúlveda Garza para todo tipo de vehículo, de tracción animal y de fuerza motriz. El reglamento incluía artículos desde el registro de los vehículos, placas, licencias, límites de edad del conductor, alquiler de los vehículos, estacionamientos, penas, castigos, etc.

Conforme al artículo 29 de este reglamento, ningún conductor de automóvil de alquiler o particular podía conducir por las calles de Reynosa a una velocidad superior de 20 kilómetros por hora, se le pedía al conductor que en las bocacalles se debía aminorar la velocidad. A pesar del pequeño número de carros, peatones eran atropellados y choques entre carros de animales y automóviles eran la noticia cotidiana en el poblado. 

Las quejas por extorciones de parte de personajes fuera de la ley, robos y asaltos relacionados con el nuevo transporte se convirtieron en lo cotidiano durante la década de los años 1920. Desde sus inicios en la antigua villa de Reynosa en 1749 (localizada a 22 kilómetros río arriba de esta ciudad), el transporte de mercancía fue clave para la economía, para lo cual en ese entonces se utilizaron recuas de mulas. Para 1928 estos animales habían sido sustituidos por camiones Ford que movían las mercancías de los propietarios de comercios locales, tales como los de Francisco Rodríguez Cano, José Elías, Lauro Bolado, Benigno Benavides, Manuel Garza Zamora o el entonces alcalde Lauro Herrera.

Según el registro vehicular de 1928, resguardado en el Archivo Histórico de Reynosa, la reciente ciudad (elevada de villa a ciudad en 1927) contaba con un total de 33 vehículos de combustión interna. Los primeros automóviles aparecieron en esta frontera desde la primera década del siglo XX. La lista del parque vehicular estaba conformada por camiones de la marca Ford; mientras que los automóviles eran quince de esa misma marca, tres Dodge Bro (Brothers), un Chevrolet, un Chrysler y un Studebaker. 

Otras anécdotas y crónicas serán contadas en la próxima nota, sobre este medio de transporte que cambió al mundo a partir del siglo XX. 

Crónica de los primeros automóviles en Reynosa, a principios del siglo XX

Camión marca Ford 1928 como lo que usaban los comerciantes en Reynosa.

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