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Contrabando de tabaco y géneros en Reynosa, 1817-1818

El comunicado explicaba que esto tenía el fin de servir a los rebeldes insurgentes que estaban uniendo nuevamente los cabecillas Toledo, Gutiérrez y el general francés Humbert. Bernardo Maximiliano Gutiérrez de Lara, un nativo de Revilla (antiguo Guerrero, Tamaulipas), fue el plenipotenciario enviado a Washington por Allende e Hidalgo a tratar de conseguir el apoyo de aquel país

-Segunda parte-

Bernardo Maximiliano Gutiérrez de Lara, José Álvarez Toledo y Dubois y Jean Joseph Amable Humbert fueron utilizado por el Comandante de las Provincias Internas de Oriente, como elementos disuasivos para detener el contrabando en la frontera del río Bravo.Contrabando de tabaco y géneros en Reynosa, 1817-1818

Ese primer movimiento de encuentros entre realistas e insurgentes en nuestra región, en los años de 1811 a 1813, fue aplacado después de dos años, por quién se convertiría el Comandante de las Provincias, don Joaquín de Arredondo y Mioño. El Virrey Francisco Xavier Venegas en febrero de 1811 había decidido mandar a Joaquín de Arredondo hasta la Bahía del Espíritu Santo (Goliad, Texas) desde Veracruz, para capturar la villa de San Antonio de Béjar (Texas), intentando cercar la escapatoria de los jefes insurgentes hacia los Estados Unidos.  Debido al desconocimiento de la costa, se tomó la decisión de desembarcar en Altamira y pacificar la provincia del Nuevo Santander, tomándole a Arredondo más de dos años en llegar a Texas y controlar la insurgencia.  

El Virrey Venegas bautizó a este personaje realista como el Virrey del Norte para diferenciarlo de Félix Calleja, a quién verdaderamente le deja su cargo de la Nueva España. En 1817, Arredondo dirigió a las tropas realistas desde Monterey contra las embarcaciones de Francisco Xavier Mina al intentar fondear en la desembocadura del río Bravo y al desembarcar sus tropas en el río Soto la Marina. 

 El comunicado de 1815

Desde el 22 de noviembre de 1815, el Comandante General envió un comunicado a todos los jueces de las Villas del Norte de la Colonia del Nuevo Santander, así como a la Punta (de Lampazos) y Vallecillo en el Nuevo Reino de León, sobre la información que existía de que los vecinos de las fronteras vendían mulas y caballos, a cuántos se presentaban en sus ranchos o en los campos. Explicando que una gran parte de las bestias habían salido para la frontera de los Estados Unidos, que en ese tiempo se encontraba entre lo que es ahora Texas (Nueva España) y la Luisiana (Estados Unidos). 

El comunicado explicaba que esto tenía el fin de servir a los rebeldes insurgentes que estaban uniendo nuevamente los cabecillas Toledo, Gutiérrez y el general francés Humbert. Bernardo Maximiliano Gutiérrez de Lara, un nativo de Revilla (antiguo Guerrero, Tamaulipas), fue el plenipotenciario enviado a Washington por Allende e Hidalgo a tratar de conseguir el apoyo de aquel país. El cubano José Álvarez Toledo y Dubois, representante de Santo Domingo en las Cortes de Cádiz, junto con Gutiérrez de Lara lideraron el segundo movimiento insurgente en Texas en 1812 y 1813.

En Texas participarían los caudillos insurgentes del río Bravo, quienes trajeron la lucha desde Monterrey y la Bahía del Espíritu Santo (Goliad, Texas) a las Villas del Norte, a lo largo del río Bravo en 1813. Jean Joseph Amable Humbert, un reconocido general de Napoleón Bonaparte, terminó exiliado en el puerto de Nueva Orleans, desde donde colaboró en diferentes eventos históricos de la época, incluyendo un intento por apoyar a la insurgencia desde Texas y al asentamiento de una colonia francesa en el litoral costero de Texas. Aunque no sabemos, la influencia que tuvieron estos tres personajes en el contrabando, el Comandante General de las Provincias Internas de Oriente los utilizaba en su comunicado para resaltar la importancia de cuidar la línea fronteriza. 

Pedía que, en lo sucesivo, los vecinos rancheros y peones no vendieran bestias sin el conocimiento del Juez o Comandante de Armas de la villa, para que se tuviera conocimiento del comprador y del destino de los animales. El comunicado exponía sobre el deber de los rancheros de pedir el pasaporte a todo forastero que se encontraran en el camino o en el campo. 

En caso de que no presentara el documento, el vecino lo debía llevar ante el juez o comandante de armas de la jurisdicción.  En caso que no pudiese obligarlo, debía avisar a la autoridad. Si se hacía caso omiso, los comisarios de justica debían implantar multas de hasta $300 pesos. A las tropas se les pedía que se aprendiera a todo individuo sin pasaporte y arreando bestias. Esta orden superior estaba especialmente dirigida a los comandantes de Reynosa y Congregación del Refugio (actual Matamoros). Con este comunicado empieza el expediente sobre la averiguación sobre el contrabando de tabaco, prendas de vestir y robo de bestias en la villa de Reynosa. Este documento se encuentra en el Fondo Colonial de la Serie de Causas Criminales del Archivo Municipal de Reynosa (AMR). 

Fuga de la cárcel de Reynosa, diciembre 1817

En 1817, la máxima autoridad en Reynosa estaba compuesta por el alcalde de 1ª elección, Felipe Antonio Abarca y por el alcalde de 2º elección, Antonio Domínguez. Para ese entonces la Constitución de Cádiz había derogado el puesto de Justicia Mayor en los asentamientos de la Nueva España. Los alcaldes funcionaban también como jueces en las villas.

Sobre Antonio Domínguez sabemos que era hijo de doña Gregoria Ballí y nieto de Juan Antonio Ballí, quien fue el propietario del rancho San Antonio. A la loma de esta estancia se había trasladado la Villa Nuestra Señora de Guadalupe de Reynosa en el verano de 1802. El abuelo materno de Antonio Domínguez fue el Justicia Mayor de la villa por muchos años, más que cualesquier otro que ostentó ese cargo en el siglo XVIII.

El día 13 de diciembre de 1817, el alcalde de 1º voto, Felipe Antonio de Abarca, a través de un oficio le pidió de urgencia al alcalde de 2º voto, Antonio Domínguez, le enviase a su mayordomo Bernardino Zamora, quien se encontraba como reo acusado de contrabando. El alcalde 2º no lo había remitido por no haberle evacuado todas las declaraciones que necesitaba para las averiguaciones sobre el contrabando. Antonio se propuso a hacerlo para ponerlo a disposición de su colega, por lo que les pidió a los soldados Antonio e Isabel Longoria para que lo fuesen a sacar del cepo y lo trajesen para que compareciera. 

Los dos soldados no lo encontraron en el cepo ni en la cárcel. Todavía atados en el cepo se encontraban otros dos reos. La pregunta que se hacía el alcalde 2º era de cómo se había hecho a la fuga, pues tanto el cepo como la puerta de la cárcel estaban con llave. ¿Quién lo había soltado?

Ese mismo día, Antonio Domínguez le tomó las declaraciones a los dos soldados que había enviado por el preso y a los dos prisioneros que estaban en el cepo, Manuel e Hilario Cavazos. Afortunadamente, el reo fue aprehendido de nuevo, por lo que Antonio Domínguez trató de concluir la averiguación esta vez. Pero en las nuevas declaraciones resultó que, dentro de los datos aportados existían otras personas involucradas en el contrabando. 

Por lo que el alcalde 2º optó por poner al reo Bernardino Zamora en un cuarto con llave, privándolo de cualquiera comunicación con el exterior. Todo esto era con el fin de conocer la confabulación que existía en este caso.  En la próxima nota abundaremos no solo sobre las revelaciones de estos soldados y los reos, sino también sobre la lista de personajes que se vieron involucrados en el tráfico de andullos de tabaco, naguas hechas de guinea, mulas y otras mercancías cuyo comercio se consideraba ilícito en la época.



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