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¿Cómo saber si se va mal?

                                

¿Cómo saber si se va mal?

Reforma

Con ánimo de "no bullear a México", releí el 5º informe de Peña. ¡Híjole, ni cómo ayudarle al presidente! Un mensaje mayormente triunfalista donde presume tooodo lo logrado. Describe "Peñalandia", un país fabuloso que progresa a pesar de "los retos que subsisten", como dice el Tlatoani.

Y sin embargo, esos retos parecen infranqueables. Pasa el tiempo y siguen igual (o se acrecientan): inseguridad, corrupción, impunidad, estancamiento, pésima ejecución, ineptitud, justicia injusta o inexistente, gasto creciente y asfixiante, etc., etc., etc.

¿Sabe qué? Este no es un mal que sólo aqueje al Presidente. Quizá lo ha visto (ojalá no) en acción en el mundo corporativo. Es muuuy fácil que un líder se engañe sobre la calidad de sus ideas o sobre el estado de su organización. Un espejismo que puede ser mortal.

Porque en un mundo disruptivo que avanza a mil por hora, el País u organización que permanecen estáticos están en franca desventaja.

¿Cómo saber si se va mal en la política o los negocios? Le propongo 15 pruebitas de ácido simples:

1. La de carro. Si no ve a nadie por el espejo retrovisor y por el parabrisas observa a sus competidores alejarse.

2. Sigo volando. Cuando se siente orgullo por el aleteo organizacional sin notar que se pierde altura y que el piso se acerca rápidamente. La tendencia es clave.

3. Consenso engañoso. Se presenta si en un ambiente turbulento reina la armonía de ideas generalmente las del jefe. Debe ser exactamente al revés, a más turbulencia mayor debate.

4. Candil de la casa, oscuridad en la calle. Cuando el círculo de "yes men" (lambiscones) le dicen al jefazo lo bueno que es, pero los clientes (ciudadanos para el político) piensan distinto. La luz es más importante en la calle; en lo oscurito te bolsean.

5. Se habla bonito, pero se hace poquito. Si las palabras pesan más que las acciones. De lengua me como un taco.

6. Tronar primaria. Se falla aún en las tareas básicas (producto, servicio o entregar una obra en costo y a tiempo). Cualquier construcción cae si fallan los cimientos.

7. Organigrama mata aptitud. Las decisiones las dicta la jerarquía y no la razón.

8. Medición a conveniencia. Se privilegian indicadores cómodos "que siempre han funcionado". En un mundo dinámico, seguramente qué y cómo mide tendrán que cambiar.

9. Castigar al talentoso. Si se le arrincona porque "provoca olas".

10. Repartir por simpatías. Cuando se incentiva al que masajea al ego del jefe y no al que empuja el cambio innovador.

11. Temor como arma. Si se castiga la "indisciplina" del cuestionador usando el poder organizacional para amedrentar y lograr que se "alinee". Recuerde: uno de los lugares más tranquilos del planeta es un cementerio. Ahí todos están alineados.

12. Pánico al fracaso. Si se castiga al que falla se apachurra la experimentación necesaria para sobrevivir en la era disruptiva. Hay que abrazar el fracaso bueno: temprano, que no arriesgue a la organización y que deje lecciones para el siguiente proyecto.

13. Laguna ética. Cuando se sacrifican principios o valores (morales o corporativos) en pos de resultados cortoplacistas. Aún en aguas tranquilas puede uno ahogarse.

14. Sólo se quedan los "leales". Cuando en el tiempo la gente valiosa/talentosa termina abandonando el barco. La lealtad puede sobrevalorarse. En la disrupción valen más la aptitud y el potencial de cambio.

15. Se ganan centavos y se pierden pesos. Si las nuevas fuentes de ingresos no compensan las caídas de los negocios tradicionales se puede entrar en una espiral de muerte.




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