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China lanzará la sonda Chang'e 4 para explorar la cara oculta de la Luna

Es la primera vez que se intenta una misión al lado que no vemos del satélite. Hasta ahora, los problemas técnicos lo impedían

China lanzará la sonda Change 4 para explorar la cara oculta de la Luna

China ultima los preparativos para lanzar una misión espacial histórica. Si todo sale bien, este sábado (viernes por la tarde, en España) la nave no tripulada Chang’e 4, con un vehículo de exploración a bordo, se encontrará en camino de la Luna para intentar alunizar en su cara oculta, algo que hasta ahora no se había hecho jamás. Un paso más en el ambicioso programa chino de exploración espacial.

Pekín no ha sido prolijo en detalles previos al lanzamiento, que tendrá lugar desde su base espacial de Xichang, en la provincia de Sichuan. Hasta cuatro horas antes del momento previsto -entre las 2,15 y 2,34 de la mañana del sábado en China, entre las 19,15 y las 19,34 en España- no llegó la confirmación oficial de los planes, a través de una notificación del gobierno local de Xichang.

De ocurrir todo como está previsto, Chang’e 4 -así llamada en honor de una diosa que, según la mitología china, habita en la Luna-, alunizará en los primeros días de enero; a las pocas horas emergerá el vehículo de exploración, que empezará a recorrer el paisaje lunar y a transmitir datos que permitan esclarecer algunos de los principales interrogantes sobre la cara oculta de nuestro satélite.

Esa cara oculta, que desde la Tierra no se puede ver, es muy distinta de la que sí conocemos. Si la cara vista muestra “mares” llanos de basalto y relativamente pocos cráteres, el otro lado está lleno de cráteres y su composición parece diferente. La misión china podría recabar datos sobre la historia y la geología de este área desconocida del satélite.

Probablemente, según el estudio publicado por científicos chinos en la revista especializada  Journal of Geophysical Research, de la Asociación Geofísica Estadounidense, la toma de tierra de Chang’e se producirá en el cráter Von Kármán. Esta concavidad, de 186 kilómetros de diámetro, forma parte de la cuenca Polo Sur-Aitken, el mayor cráter de impacto conocido en el sistema solar y uno de los más antiguos de la Luna. Es posible, según cruzan los dedos los científicos, que la cuenca contenga material del subsuelo lunar, que podría aportar importante información.

Hasta ahora no se había intentado una misión similar a la de Chang’e 4 debido a las dificultades técnicas. Con la masa de la Luna interpuesta entre la Tierra y la nave espacial, era complicado establecer un sistema de comunicación que permitiera a los ingenieros en la base enviar instrucciones a la sonda para su descenso a la superficie. El mismo problema se planteaba para que el vehículo explorador pudiera transmitir sus datos.

Para solventar este problema, China envió en mayo su satélite Queqiao, que entró en órbita en junio, a una distancia entre 65.000 y 80.000 kilómetros más allá de la Luna. El satélite recibirá las instrucciones de la base aeroespacial en la Tierra para reenviárselas a la sonda y al vehículo explorador, y viceversa.

La sonda es hermana de la Chang’e 3 que en 2013 aterrizó en la cara vista de la Luna con el explorador lunar Yutu a bordo. La misión se consideró un éxito, aunque Yutu (“Liebre de Jade”, en mandarín) apenas logró recorrer 110 metros antes de que sus sistemas fallaran sin reparación posible.

En este caso, precisaba el responsable del programa de exploración lunar chino, Wu Weiren, en una rueda de prensa en agosto, el vehículo espacial se ha diseñado con una “mayor adaptabilidad” a los terrenos abruptos. El artefacto, según Wu, es “el más ligero del mundo de su tipo”, con 140 kilos de peso.

Aunque se había anunciado que su nombre se decidiría por votación popular en octubre, hasta el momento no se ha hecho público el apodo con el que se conocerá a este vehículo. Sí se ha dado a conocer que tiene seis ruedas y estará dotado de una cámara panorámica, radar y un espectrómetro de imágenes infrarrojas, entre otros equipos.

La nave espacial, a su vez, cuenta también con cámaras para grabar el aterrizaje y las imágenes del terreno, y un espectrómetro de baja frecuencia.

La misión, además de analizar los datos de la superficie lunar, también incluirá otros experimentos científicos. Chang’e llevará a bordo huevos de gusano de seda, semillas de patata y de flores para observar la germinación, crecimiento y respiración en las condiciones de baja gravedad en la superficie lunar.

El año próximo, China tiene previsto enviar una nueva sonda a la Luna, Chang’e 5, que tendrá como misión recoger muestras del suelo y traerlas de regreso a la Tierra.

El programa espacial chino ha logrado enormes progresos en la última década. Aún está muy por detrás en cuanto a tecnología y presupuesto con respecto a Estados Unidos: se calcula que su presupuesto ronda los 6.000 millones de dólares, frente a los 40.000 de la agencia espacial estadounidense. Pero cuenta con la ventaja de recibir el respaldo inequívoco del Gobierno chino. Encaja perfectamente en la estrategia de crecimiento económico que se ha fijado Pekín, que quiere primar la innovación y el desarrollo tecnológico; contribuye a su seguridad nacional y, por añadidura, sirve como herramienta diplomática y de  soft power.

Si ya ha dado los primeros pasos para construir una estación espacial, la Tiangong-3, que se espera que pueda estar lista para 2022, para 2030 China se plantea enviar una misión tripulada a la Luna, un objetivo al que EE UU renunció con el fin del programa Apolo.





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