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Caravana del Migrante se prepara para venir

Caravana del Migrante se prepara para venir

White Pigneon, Michigan

Dejar el lugar de origen para iniciar una nueva vida en otro país, aprender otro idioma y distintas costumbres son la cotidianidad para 33.7 millones de hispanohablantes de origen mexicano que, de acuerdo con el Pew Hispanic Center, residen en Estados Unidos con la intención de dejar atrás la pobreza y mejorar su nivel de vida.

Hace 27 años, Braulio Monrroy, originario de Jalpan de Serra, Querétaro, decidió formar parte de las estadísticas y emigró a Estados Unidos. Actualmente vive en White-Pigeon, un poblado localizado en Michigan, a sólo dos horas de Canadá.

Cubierta de nieve, a causa de la primera nevada de este año, la casa de los Monrroy está en la periferia de esta localidad; su vivienda se asemeja a todas las de su vecindario: techo de dos aguas, dos o tres camionetas en el garage y calefacción para soportar las bajas temperaturas del invierno.

Condiciones diferentes a las de Jalpan de Serra, en la Sierra Gorda queretana, donde 58.8% de la población aún vive en pobreza, según el censo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) de 2015.

En 1991, Braulio dejó la comunidad de El Pocito para radicar en Florida, ciudad que cambió por Nueva York y, finalmente, por el estado de Michigan, donde reside actualmente.

“Probé aquí y me gustó mucho el trabajo de campo, la agricultura. Soy de rancho y entonces, le dije a un amigo: me gustaría trabajar aquí. En el (año) 91 me vine e invité a unos amigos a trabajar, también a mi papá, quien vivía aquí cerquita y después se regresó a México. Trabajé con unos tíos como supervisor de una compañía que sembraba tomates”, recuerda.

Braulio acaba de regresar de Florida de una reunión de trabajo de la empresa familiar BMonrroy LLC, dedicada a contratar mano de obra agrícola para la empresa Montsanto.

“La brinqué por el río”. Sus hijos son cinco: Braulio, el mayor de 23 años; Emmanuel, de 21; Daniel, de 18; Adrián, de 17, y el más pequeño, Uriel, de nueve años.

Su historia comenzó en 1993, cuando conoció a Heriberta, su esposa, también originaria de Jalpan, y quien un mes después de casarse ya residía en Estados Unidos.

“La brincamos por el río Bravo porque ella no traía papeles. La amarré a una llanta inflable y nos cruzamos el río. Yo tenía papeles, pero ella no. Fuimos a Nueva York, estuvimos ahí un año y medio y nos regresamos a Michigan en 1994, cuando nació Junior (Braulio), el más grande”, comenta.




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