¡Biden, casi presidente!
Un día después de la jornada electoral, ninguno de los candidatos había alcanzado los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca
Washington, D.C.
Joe Biden ganó dos importantes premios este miércoles al quedarse con Michigan y Wisconsin, recuperando parte fundamental del “muro azul” que los demócratas dejaron escapar hace cuatro años y reduciendo significativamente las opciones del presidente Donald Trump para ganar la reelección.
Un día después de la jornada electoral, ninguno de los candidatos había alcanzado los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca. Pero los triunfos de Biden del miércoles lo dejaron con 264, lo que significa que está a un estado — el que sea — de alcanzar el umbral para convertirse en presidente electo.
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Biden, quien ha recibido más de 71 millones de votos —la mayor cantidad en la historia—, realizó una conferencia de prensa junto con su compañera de fórmula Kamala Harris, en la que dijo que ahora prevé ganar la presidencia, aunque se abstuvo de declararse vencedor de la contienda.
“Gobernaré como un presidente de Estados Unidos”, dijo Biden. “No habrá estados rojos o azules una vez que ganemos. Sólo habrá los Estados Unidos de América”.
Sus palabras fueron un marcado contraste con Trump, quien en las primeras horas del miércoles proclamó falsamente que había ganado la elección, a pesar de que aún no se contabilizaban millones de votos y de que la contienda estaba lejos de terminar.
LA VENGANZA DE TRUMP
Al estar en desventaja ante el vicepresidente Joseph R. Biden, Trump pasó todo el día tratando de desacreditar la elección en base a afirmaciones de fraude inventadas, esperando seguir en el poder o explicar una derrota, según señala The New York Times en su edición web.
Podría tener un estrecho camino a la reelección en estados que siguen contando votos, aunque ha dejado en claro que no va a desaparecer del escenario si pierde.
Por lo menos, los 76 días que le quedarán de su mandato usará su poder para buscar venganza de algunos de los que ha percibido como sus adversarios. Al estar enojado por la derrota, podrá despedir o dejar a un lado a una serie de funcionarios de alto rango que no cumplieron con sus deseos, incluyendo a Christopher A. Wray, el director del FBI y el Dr. Anthony Fauci, el especialista en enfermedades contagiosas del gobierno, en medio de la pandemia.
Y si es forzado a abandonar la Casa Blanca el 20 de enero, es probable que Trump demuestre más resistencia de lo esperado y con toda seguridad seguirá siendo una fuerza poderosa y disruptiva en la vida de los estadounidenses, reitera The New York Times.
DEMANDA E IMPUGNA
La campaña del presidente Donald Trump interpuso demandas el miércoles en Pensilvania, Michigan y Georgia, sentando las bases para impugnar los resultados en estos tres estados en momentos en que se rezaga en la lucha con Joe Biden por los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca.
Las nuevas demandas, que se suman a los recursos legales presentados por los republicanos en Pensilvania y Nevada, exigen un mayor acceso para los observadores de campaña a sitios en donde se procesan y computan las boletas, y expresan preocupación en torno a los votos en ausencia, indicó la campaña. Sin embargo, en una de las locaciones en cuestión en Michigan, The Associated Press vio el miércoles a observadores electorales de ambos partidos.
La AP declaró victorioso a Biden en Michigan el miércoles. Nevada, Pensilvania y Georgia siguen sin un claro ganador.
La campaña de Trump también intenta intervenir en un caso de Pensilvania que se encuentra ante la Corte Suprema acerca de si pueden contabilizarse las boletas que se recibieron hasta tres días después de la elección, dijo el subdirector de campaña, Justin Clark.
Las acciones revelan una estrategia legal que el presidente ha insinuado durante varias semanas, en la que atacaría la integridad del proceso electoral en los estados donde el resultado podría significar su derrota.
Su campaña también anunció que solicitaría un recuento en Wisconsin, un estado que la AP declaró como ganado por Biden la tarde del miércoles. El jefe de campaña de Trump, Bill Stepien, citó “irregularidades en varios condados de Wisconsin” sin dar más detalles.
Biden dijo el miércoles que los conteos deberían continuar en todos los estados, y añadió: “Nadie nos va a quitar nuestra democracia, ni ahora, ni nunca”.
El portavoz de la campaña del candidato demócrata, Andrew Bates, señaló que las campañas ganadoras no recurren a impugnaciones legales.
“Lo que hace que estas farsas sean especialmente patéticas es que mientras Trump exige recuentos en los lugares que ya perdió, se enfrasca al mismo tiempo en intentos infructuosos de suspender los conteos de votos en otros estados en los que se encamina a la derrota”, dijo Bates en un comunicado.
Funcionarios electorales continuaban con el conteo de votos en todo el país, un proceso normal un día después de los comicios.
A diferencia de años previos, los estados han tenido que lidiar con una avalancha de boletas por correo debido al miedo a votar en forma presencial durante la pandemia. Al menos 103 millones de personas votaron de forma anticipada, ya sea por correo o de forma presencial, cifra que equivale al 74% del total de votos emitidos en las elecciones presidenciales de 2016.
Participación nunca vista
Estas elecciones pasarán a la historia como unas con la mayor participación nunca vista, con registros que hay que remontarse al menos 120 años para ver algo parecido en porcentaje de participación. Biden, con más de 70 millones de votos, se convirtió en el candidato presidencial con más apoyo en la historia. Trump, que vuelve a perder el voto popular por varios millones de papeletas, sólo puede quedarse con haber movilizado casi 5 millones de personas más de las que le apoyaron en 2016.
Se alistan abogados
Centenares de abogados llevan tiempo preparándose para todas las eventualidades posibles y llegó su momento de intentar por la vía judicial lo que no consiguieron en las urnas.
Un plan que recuerda a lo sucedido en el año 2000 en la pelea entre George Bush y Al Gore; la estrategia ha sido catalogada por el entorno de Biden como un intento “patético” de voltear las elecciones.
Trump y su equipo viven en una realidad paralela, en un escenario del que ya se hablaba hace tiempo y se preveía imposible: que el presidente (y su entorno) propagaran victorias sin pruebas, amenazando con juicios, diseminando supuestos fraudes electorales e instaurando dudas e incertidumbre sobre el sistema, especialmente entre sus seguidores.