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Base Militar de Donna es similar a la de Irak. Un día de rutina en campamento

Las tropas no reciben pago extra por combate. Tampoco por enfrascarse en algún tiroteo hostil

Estancia. En el campamento, los miembros de la tropa saben que estarán allí hasta diciembre.Base Militar de Donna es similar a la de Irak. Un día de rutina en campamento

Donna, Tx.- El sargento de primera clase, Daniel Micek, del pelotón de la 89va. Brigada de la Policía Militar, abrió el paquete marrón de su MRE. Era un plato de pollo y fideos, una de las raciones más codiciadas, debido a que venía con Skittles. 

Pero desde el catre afuera de la tienda de campaña de su pelotón en la recién instalada base de operaciones del Ejército, Micek casi podía ver el brillante techo blanco y naranja de Whataburger, una utopía de comida rápida a ocho millas de distancia, pero fuera de los límites del actual reglamento del Ejército. Los camiones de plataforma plana, pintados en tonos desérticos, que se encuentran en la base son para transportar alambre de púas en lugar de alimentos.

Los camiones de plataforma plana, pintados en tonos desérticos, que se encuentran en la base son para transportar alambre de púas en lugar de alimentos.

Tal es la vida en el frente, a donde recientemente los soldados estadounidenses han sido enviados. Las elecciones de mitad de término ya terminaron, junto con los mítines del presidente Trump, que advierten que una caravana de migrantes centroamericanos que se asemeja a una ‘invasión’ extranjera, misma que justifica el despliegue de hasta 15 mil tropas militares en servicio activo en los estados fronterizos de Texas, Arizona y California.

Dos días después de las elecciones de mitad de término, miembros de un pelotón de ingenieros del Ejército en Hidalgo, Texas, que estaban estirando bandas de alambre de púas en el lado estadounidense del Río Grande, no vestían sus chalecos blindados. 

La decisión de usar únicamente sus uniformes, cantimploras, guantes y cascos fue simple, hacía demasiado calor para usar los chalecos antibalas, y los soldados sabían que no los necesitarían. 

A aproximadamente 15 millas de distancia, unos 500 soldados, una combinación de unidades médicas, oficiales de la policía militar e ingenieros, lograron apegarse a una rutina en el Campamento Base Donna, nombrado así por la ciudad texana adyacente que, según los agentes de la Patrulla Fronteriza, creen que es uno de los más probables puntos de entrada de la caravana de migrantes hacia Estados Unidos.

Ubicada entre una carretera de cuatro carriles y el muro fronterizo que divide a Estados Unidos de México, la base es muy parecida a aquellas que fueron instaladas en Afganistán e Irak a principios de la primera década del siglo XXI.

Al igual que en las bases de dichas zonas a comienzos de la guerra, la electricidad en el Campamento Base Donna es escasa, excepto para encender luces y equipos de comunicaciones. En días recientes, los soldados instalaron una pequeña tienda para una regadera. Los hombres y mujeres han fijado un horario para bañarse. Tiempo permitido para ducharse: siete minutos.

Sin embargo, a diferencia de Irak y Afganistán, las tropas no reciben pago extra por combate. Tampoco existe un pago por verse enfrascados en algún tiroteo hostil, ya que las tropas no estarán interactuando con los migrantes.

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Trabajan. En el Pentágono ridiculizaron en privado el despliegue. En la foto, los militares instalan la cerca de alambre.

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Peligrosas. Las cuchillas se aprecian en el alambre de púas que instalan los soldados.

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Oposición

Mattis, el secretario de defensa, por mucho tiempo se ha opuesto la politización de los militares. Durante sus casi dos años al frente del Pentágono, siempre ha buscado proteger a los 1.2 millones de soldados en servicio activo del país de las fuerzas políticas que han plagado a otras dependencias. En agosto, en un viaje a Brasil, Mattis advirtió sobre los peligros de un ejército que sea visto dar su apoyo a un candidato de un determinado partido.

El haber puesto tropas en la frontera para protegernos de lo que según Trump consideró ser una amenaza, en anticipación a las elecciones de mitad de término, hizo que las opiniones del Mattis sobre la politización de los militares entraran en conflicto con el presidente. Tal choque se produjo debido a que la relación de Mattis con  Trump se ha deteriorado considerablemente en el último año.

El mes pasado, el presidente acusó a Mattis de ser un demócrata. Trump también se mostró irritado por lo que él percibe como la postergación del Departamento de Defensa de sus numerosas propuestas, desde la celebración de un desfile militar hasta la prohibición de las tropas transgénero y la creación de una Fuerza Espacial.

Oficialmente, los líderes del Pentágono dijeron que su deber era seguir las órdenes del comandante en jefe, no decirle cómo él puede desplegar a las tropas estadounidenses.

“No es mi papel hacer esas evaluaciones”, dijo el secretario del Ejército, Mark T. Esper, en una entrevista. “Todos reconocemos que una de las muchas misiones del ejército es la defensa de la patria y la seguridad de nuestras fronteras”.

De vuelta en la frontera, cerca del puente Hidalgo, dos soldados se metieron en la cabina de un cargador frontal blindado, con el motor apagado.

Habían pasado la mañana colocando estacas en el suelo para los pilares de la nueva cerca. Ahora, los soldados disfrutaban del aire acondicionado del camión, observaban a los equipos de cámaras entrevistando a sus colegas y escupían un flujo constante de semillas de girasol por la ventana abierta.

Horas más tarde y a 15 millas de distancia, los pronósticos anunciaban lluvia a medida que caía la noche en el Campamento Base Donna. Algunos soldados comenzaron lentamente a cavar una zanja fuera de sus tiendas, para evitar que el agua se acumulara alrededor de sus catres y en las próximas horas.

Otros se abrían paso hacia las letrinas portátiles y a los lavamanos para afeitarse y cepillarse los dientes. Un nuevo contingente de tropas que llegaron apenas unas horas antes estaban descargando se equipaje, llevándolo consigo hasta sus catres en una tranquila y lenta marcha.

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Lejos de las festividades

En lugar de disfrutar del fútbol con sus familias los soldados del 19vo. Batallón de Ingenieros, recién llegados de Fort Knox, Kentucky, trabajaban arduamente instalando un entramado de alambre de púas en las orillas del Río Grande, justo debajo del Puente Internacional McAllen-Hidalgo-Reynosa.

Cerca de allí, las tropas de la Base Conjunta Lewis-McChord del estado de Washington se cercioraban de que la tienda de campaña para los enfermos estuviera colocada correctamente junto a su estación de primeros auxilios. Y a unas cuantas millas de distancia, el sargento. Juan Mendoza dirigía el tráfico mientras su compañía de soporte de ingenieros de Fort Bragg, Carolina del Norte, descargaba los vehículos militares.

Para el Día de Acción de Gracias, es probable que aún sigan aquí.

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Operativo añejo

La última vez que se enviaron tropas de servicio activo a la frontera fue en la década de los ochentas, para ayudar con las misiones antinarcóticos. Desde entonces, los predecesores de Trump han confiado en la Guardia Nacional, la cual arribó con mucho menos fanfarria que los convoyes de vehículos y ciudades de tiendas de campaña que de pronto brotaron en los últimos días por toda la zona.

El presupuesto fiscal del Departamento de Defensa para 2019 ya había destinado fondos para combatir al Estado Islámico en Irak y Siria, dar continuidad la interminable guerra en Afganistán y prepararse para un posible conflicto con una nación extranjera, como China, Rusia, Corea del Norte o Irán.

Pero no se había reservado dinero para combatir a los hombres, mujeres y niños que se dirigen a la frontera estadounidense, muchos de los cuales huyen de la violencia o la corrupción, casi todos en busca de una vida mejor. A las tropas se les asignan los mismos tipos de trabajos logísticos, de apoyo e incluso administrativos que los soldados de la Guardia Nacional, enviados a la frontera desde principios de este año, ya están realizando.

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Problema moral

El problema moral de los militares es casi igual de preocupante. Las órdenes de despliegue durarán en vigor hasta el 15 de diciembre, lo que significa que las tropas estarán en la frontera durante el Día de Acción de Gracias. Tendrán poco que hacer, aparte de proporcionar apoyo logístico, a menos que Trump declare la ley marcial. Las tropas no están ahí para hacer cumplir la ley de inmigración de Estados Unidos —lo cual incurriría en un conflicto con la Ley Posse Comitatus de 1878, a menos que se haga una excepción especial.

“Cuando se le da a un soldado una misión de verdad, se  tienen menos problemas de moral, incluso si es Navidad o el Día de Acción de Gracias”, dijo el representante Anthony G. Brown, demócrata de Maryland, y ex piloto de helicópteros del Ejército que prestó servicio en la guerra de Irak. “Pero cuando envías a un soldado en una misión dudosa, sin valor militar, durante el Día de Acción de Gracias, eso no ayuda a la moral en absoluto”.





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