Ya no hay pretextos

Con la desvinculación del salario mínimo a impuestos y multas, los patrones se quedan sin pretexto para aumentar la percepción del trabajador en la medida que se requiere para recuperar el poder adquisitivo, afirma Juan Martín Silva Domínguez, presidente de la Asociación de Abogados de Reynosa

Desde hace décadas los aumentos al salario mínimo han sido muy bajos, en comparación con el resto de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y desde siempre se esgrimió que autorizar aumentos más altos al salario implicaría una escalada gigantesca en impuestos, multas, recargos, intereses, etcétera. De hecho –dice el abogado Juan Martín Silva Domínguez- ese fue siempre el principal argumento en contra de proveer a la clase trabajadora de lo que legítimamente le corresponde, y ahora que el salario mínimo se encuentra en proceso de desvinculación, la gran interrogante es si los patrones “inventarán” otro pretexto para seguir escatimando el ingreso al eslabón más débil de la cadena productiva.El dirigente de los abogados de Reynosa considera que ya es tiempo de que el trabajador reciba una remuneración justa a su esfuerzo, y la desvinculación del salario mínimo mediante la creación de una “Unidad de Medida y Actualización” podría ser el primer paso en ese sentido.Recordó que el pasado 10 de diciembre fue aprobada una ley que desvincula como medida al salario mínimo para tasar impuestos, multas, recargos, entre otros conceptos,  y la misma establece un período transitorio de 30 días para que el Congreso lleve a cabo las adecuaciones necesarias a las leyes federales, para dejar fuera la referencia al salario mínimo.Afirmó que en nuestro país, alrededor de 140 leyes refieren al salario mínimo como unidad de medida, tasa o referencia, para establecer pagos, lo que dejará de tener efecto a nivel nacional en un plazo máximo de 90 días naturales.Adelantándose a la postura que seguramente asumirá el sector patronal, Silva Domínguez refirió que la mano de obra mexicana se distingue a nivel mundial por su calidad, así que el pretexto de “primero aumentar la productividad para pagar más”’, no tiene fundamento y cae por su propio peso.