Experiencias en la guerra influyen en los suicidios

La inmensa mayoría de las personas que intentan quitarse la vida no mueren, en el caso de los veteranos, la cifra se eleva al 75%

  • FLINT, Texas

Los médicos querían saber de verdad sobre las armas de fuego, cómo hablar con los pacientes sin que pareciera que les estaban quitando sus armas, y sobre qué podía hacer la industria de las armas para ayudarles.

“Es un gran cambio para nosotros el hablar tan directamente acerca de las armas de fuego”, dijo Matt Miller, que dirige la iniciativa del VA para la prevención del suicidio. Los datos se habían vuelto demasiado obvios para seguir ignorándolos: la inmensa mayoría de las personas que intentan suicidarse no mueren. Una pequeña fracción, sólo alrededor del 5% de las personas que intentan suicidarse, utiliza un arma de fuego. Pero las armas son mortales casi siempre, por lo que acaban representando más de la mitad de las muertes por suicidio. En el caso de los veteranos, la cifra se eleva al 75%.

Los expertos dicen que las experiencias traumáticas en la guerra influyen en que los veteranos tengan una tasa de suicidio 1,5 veces mayor que otras personas. Sin embargo, incluso los que no tienen antecedentes de combate mueren por suicidio en una proporción mucho mayor. Lo que tienen en común, según los investigadores, es una demografía especialmente vulnerable al suicidio: hombres predominantemente blancos con acceso a armas de fuego y familiarizados con ellas.

Las fuerzas armadas le encargaron a un grupo de investigadores la tarea de recomendar soluciones. En febrero, esa comisión publicó un informe de 115 páginas, el cual incluía medidas de seguridad como periodos de espera en las instalaciones militares y elevar a 25 años la edad mínima para que los soldados puedan comprar armas.

“No estamos tratando de quitarle las armas a la gente, sino de evitar que se maten”, dijo el doctor Craig Bryan, veterano de guerra y psicólogo de la Universidad Estatal de Ohio que formó parte del panel. “Yo digo que es posible valorar los derechos de la Segunda Enmienda y también estar dispuesto a prevenir el suicidio. Esas dos cosas pueden coexistir”.

Pero el Departamento de Defensa decidió no respaldar las restricciones a las armas, y en lugar de ello creó otro panel para estudiarlas.

Los suicidios con armas de fuego en Estados Unidos alcanzaron un máximo histórico el año pasado, según halló la Universidad Johns Hopkins. El debate sobre las armas suele centrarse en los homicidios y las masacres, pero los suicidios representan más de la mitad de las muertes por arma de fuego en el país. Cambios en las políticas —como la exigencia de permisos, los periodos de espera o las leyes de señales de alarma— de hecho contribuyen más a prevenir los suicidios que los homicidios, dicen investigadores.

El mayor error, dijo Bryan, es creer que las armas no son el problema. Si alguien no tiene un arma, asume la gente, encontrará otra forma de acabar con su vida.

El suicidio es un acto impulsivo. Las investigaciones han demostrado que tres cuartas partes de las personas pasan del pensamiento a la acción en menos de una hora. Para el 24%, son menos de cinco minutos.

“Y lo que buscan es lo que mejor predice si vivirán o morirán”, señaló Bryan. Las sobredosis intencionales, por ejemplo, acaban en muerte en el 2% de los intentos: es algo lento, hay tiempo para pedir ayuda. Las personas con pensamientos suicidas, si se les da la oportunidad de cambiar de opinión, suelen hacerlo, agregó.

Cuando el Distrito de Columbia puso barreras en un puente desde el que muchos saltaban, algunos se burlaron: había otro puente a la vista; la gente simplemente saltaría desde allí en su lugar. 


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PUESTOS DE PREVENCIÓN

El VA trabaja ahora con el grupo de cabildeo sobre armas de Bartozzi; instalan puestos de prevención del suicidio en las ferias de armas, alientan a las armerías y campos de tiro a ofrecerse para almacenar armas de fuego en tiempos de crisis, fomentan el almacenamiento responsable en casa... cualquier cosa, dijo Bartozzi, para “poner distancia entre el pensamiento y el gatillo.”

Es por eso que Barbie Rohde mete subrepticiamente candados para armas en las bolsas de sus clientes. Un representante del VA le dijo que conocieron a una mujer soldado que había decidido acabar con su vida y buscó su pistola. Pero tenía el candado puesto. Para cuando encontró la llave, el impulso de suicidarse ya se le había pasado. Decidió seguir viva, y los oficiales militares no tuvieron que tocar a la puerta de sus padres y repetir el horrible guion que Rohde soportó.