"Tenemos hambre" gritaba un grupo de migrantes que tenía más de 24 horas varados en la orilla del río Bravo del lado americano, en donde al llegar hasta aquel lugar los elementos de la Guardia Nacional de Estados Unidos sólo los observaban y no podían subir debido a la cantidad de alambre de púas que han colocado.
Gritando de un lado a otro, los migrantes confirmaron que habían cruzado desde el pasado miércoles por la tarde y el jueves todavía continuaban en el lugar en espera de poder subir hasta el lado americano.
"Tenemos hambre, traemos niños", gritaban cuando veían a los reporteros que se acercaron a la orilla para tomar las imágenes de lo que estaba aconteciendo en esos momentos en el caudal que divide a la ciudad de Brownsville, Texas, y Matamoros, Tamaulipas.
No fue hasta pasadas las dos de la tarde cuando algunos migrantes iniciaron a saltar por arriba de la cerca para llegar a tierras norteamericanas, teniendo algunos accidentes en el intento.
Una persona del sexo femenino, junto a su hija, cayó arriba del cableado, provocando el llanto de la menor, que se escuchaba hasta este lado; mientras tanto, los elementos de la Guardia Nacional de Estados Unidos sólo los observaban y el resto de los migrantes intentaba ayudarle a levantarse.
Los migrantes argumentaron que tenían más de 24 horas en el lugar, tenían hambre y sed, principalmente los niños que llevaban y que tenían con ellos.
Mientras tanto, del lado mexicano los elementos del Instituto Nacional de Migración iniciaron a retirar a los migrantes que viven en la orilla del río hacia el oriente, pidiéndoles que se concentren en el antiguo campamento.
Por lo que la tarde del jueves se comenzó con el retiro de aquellas casas de campaña que se encontraban solas, así como haciéndoles la invitación a las personas para que se retiraran del lugar.
De acuerdo a las versiones que dieron a conocer los mismos migrantes de manera anónima, es que algunos elementos del Instituto Nacional de Migración los golpearon para moverlos, además de que llegaron con machetes y comenzaron a cortar las carpas, sin importar que la gente estuviera adentro de las mismas.
"No todos los de migración son malos, sólo algunos fueron los que trataron mal a algunos compañeros que nosotros vimos; incluso, los golpearon, pero la mayoría llegaba a pedirnos que nos moviéramos al antiguo campamento", narraron algunos migrantes de manera anónima.
Iniciaron a retirar las casas de campaña del río Bravo, donde vivían los migrantes.