México: estatua de Colón aún no está lista para reaparecer

La apariencia de una de las figuras más polémicas del momento en México está en las manos de Diego Jáuregui y su equipo

CIUDAD DE MÉXICO  — A la cabeza de un grupo de restauradores, Jáuregui es el responsable de los trabajos de reparación de la estatua de Cristóbal Colón, retirada en 2020 del pedestal en el que por 143 años fue testigo mudo de los diversos cambios políticos, culturales y sociales de un país que ahora debate si su presencia en la principal avenida de la capital sólo ha servido para glorificar la imagen de la colonización española y la explotación de los indígenas.

Las autoridades de Ciudad de México encabezaron la propuesta de que la estatua de Colón no vuelva al lugar que ocupó en el Paseo de la Reforma, muy cerca del corazón de la capital, y que en su lugar se coloque la de una mujer indígena, algo que ha gustado a unos y molestado a otros.

Pero más allá de cualquier polémica, donde no hay cabida para el debate es en lo que Jáuregui y su equipo deben hacer: restaurar la estatua del navegante, que cuando se retiró hace un año estaba llena de grafitis, pintura y recubrimientos acumulados por los años. El restaurador estimó que el trabajo estará concluido en el primer semestre de 2022.

Cauto, cuidadoso con sus palabras, Jáuregui se refirió a la polémica.

“Lo único que podría comentar es que nosotros no podemos incidir sobre los significados que las personas dan a los monumentos históricos o al patrimonio cultural”, dijo a The Associated Press el restaurador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). “La cultura y la sociedad son dinámicas y no podemos evitar que estos factores ocurran; sin embargo, en lo que debemos enfocarnos es en cumplir nuestra responsabilidad para proteger, salvaguardar y transmitir a futuro estos monumentos históricos, más allá de todos estos significados o controversias”.

Un comité de monumentos de la capital decidió esta semana que el nuevo lugar para la estatua de Colón sea en un parque de Polanco, uno de los barrios más ricos de Ciudad de México. Ese mismo grupo decidirá próximamente quién se encargará de realizar el monumento a una mujer indígena que ocupará el espacio que tenía la figura del navegante.

En un discurso esta misma semana, la alcaldesa capitalina Claudia Sheimbaum dijo que los monumentos deben hacer que la gente recuerde “dignamente” el pasado, pero que en el caso de la estatua de Colón -continuó- se mitifica la heroicidad del explorador y se silencia lo que la colonización implicó para los pueblos indígenas.

“Mover la estatua de Colón y en su lugar poner la de una mujer indígena es un movimiento en contra del silencio histórico”, dijo.

El acceso al lugar donde se restaura la estatua de Colón es restringido y Jáuregui sólo dijo que está en instalaciones del INAH, donde se construyó una carpa para protegerla junto con otras cuatro piezas.

Y es que la estatua de Colón forma parte de un conjunto: al centro, con sus seis metros de bronce, va el explorador italiano de pie y sentados a su alrededor cuatro frailes de unos tres metros -Fray Bartolomé de las Casas, Fray Diego de Deza, Fray Antonio de Marchena y Fray Pedro de Gante-.

Jáuregui dijo que las cinco piezas están sobre soportes elaborados en metal y madera. Colón está acostado y los frailes sentados.

El equipo que trabaja en la restauración varía entre cinco y siete personas, según el momento, porque aunque lo califica como un trabajo “prioritario” Jáuregui dijo que regularmente tienen que laborar en otros monumentos en paralelo.

Las estatuas de Colón han sido blanco de ataques en varios países y en algunos incluso las han derribado, como en Chile, Colombia y Estados Unidos. En algunos lugares, incluidas ciudades estadounidenses, algunos monumentos han sido retirados por las autoridades.

En Buenos Aires, el gobierno resolvió en 2013 retirar la estatua del navegante italiano que por décadas había estado ubicada en una plaza situada detrás de la Casa de Gobierno y poner en su lugar un monumento a Juana Azurduy, la mestiza boliviana que luchó por la independencia sudamericana.

Los ataques arrecian conforme se acerca el 12 de octubre, cuando se recuerda el día de 1492 en que el navegante llegó al continente americano.

El debate en torno a si los monumentos deben retirarse o no se ha extendido en los últimos años en varios países e incluye no sólo a exploradores -Colón, por ejemplo-, sino también a comerciantes de esclavos, imperialistas, conquistadores y líderes confederados estadounidenses.

Licenciado en Restauración por la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del INAH, Jáuregui es consciente de que a un monumento no se le puede extraer su contenido simbólico.

“Un monumento es importante porque es testimonio de una época”, dijo. “No conservamos la materia sólo por la materia, también por todos los significados asociados y en nuestros procesos de intervención debemos vigilar que no afectemos estos aspectos materiales en los que residen los significados por los cuales la gente aprecia estos bienes”.

Pero su trabajo, dijo, va más allá de esa carga simbólica.

“Es nuestro deber establecer estas acciones para la salvaguarda y protección del patrimonio, más allá de los vaivenes sociales y políticos”, comentó.

¿Pero qué siente, que pasa por la mente de un restaurador, cuando ve una estatua como la de Colón toda pintada, llena de grafitis?

“Es una pregunta interesante”, concedió. “Como se ha vuelto un fenómeno recurrente, uno ya lo ve como parte de su trabajo, como una acción que es inevitable que ocurra”.