Valérie Belin, fotografía que derrumba estereotipos

Las crisis identitarias que definen nuestro tiempo quedan reflejadas en el trabajo de la artista francesa

Durante los últimos 20 años Valérie Belin (Boulogne-Billancourt, France, 1964) ha encontrado su sitio en el escenario internacional de la fotografía a través de una obra que difumina la delicada línea entre la realidad y la ilusión e indaga en el artificio de la representación. Sus imágenes tienen como protagonistas a seres humanos y objetos. Ambos sometidos a un proceso de transformación, con el fin de encajar en los estereotipos y en los dictados de la apariencia establecidos por la sociedad actual. De ahí que los retratos de Belin nunca son lo que parecen. Observados desde la distancia cuestionan la percepción y las ideas de aquellos que los contemplan. 

Cargada de sofisticación, la obra de Belin se aleja del naturalismo y de la fotografía documental para indagar en algunos de los asuntos que definen nuestro tiempo. “Trata del tema de la identidad; de sus límites y de su representación, de los estereotipos, del género, de lo que parece y no es, también de la ficción y sobre todo de las identidades intercambiables”, apunta Anne Morin, comisaria del festival: “El siglo XXI está marcado por una gran crisis de identidad y he considerado fundamental darle relieve a esta cuestión”.

Las imágenes se exhiben en cubos de tres metros de altura. Los grandes formatos ofrecen una variedad de detalles que ayudan al confuso espectador a resolver sus dudas. Frente a Transexuales (2001) no será fácil averiguar si el sujeto de la imagen es un hombre o una mujer. Serán los pelos de la barbilla los que aclaren el equívoco. La serie Mujeres negras (2001) alude a “rostros-objeto”; elegidos como protagonistas por su llamativa belleza escultural, la ensalzada y contrastada plasticidad de los oscuros rostros desplaza al sujeto a un campo puramente abstracto. Desde lejos, el seductor semblante que compone una de las piezas de la serie Maniquíes (2003) podría pertenecer a una mujer real, pero a medida que uno se acerca se pregunta si se trata de la fotografía de un objeto, de la fotografía de una pintura o de la pintura de una fotografía. Belin reconstruye la mujer perfecta virtual a través de un maniquí hiperrrealista. En Damas pintadas (2017), los apagados e inexpresivos rostros de unas modelos cobran vida a través unos brochazos. Parecen pinturas animadas. 

Plantean cuestiones tanto sobre la naturaleza del medio fotográfico como acerca de la relación entre la fotografía y la pintura, la figuración y la abstracción, la realidad y la ficción.

Muy cercana a la tradición pictórica, Belin bebe de referencias tan opuestas como el barroco italiano y el minimalismo. La cámara se convierte en un intermediario entre la autora y el mundo real. 

Así, debido a la naturaleza autobiográfica de su obra, la mujer, más propensa a ser víctima de los estereotipos, se erige en protagonista de sus imágenes. 

Su obra alude a la inestabilidad de la vida, a la fragilidad y la extrañeza que conlleva estar vivo, así como a las consecuencias de la globalización y la ‘virtualización’ de nuestra sociedad.

Un lugar de encuentro y de reflexión

Son en total 50 artistas los que componen la programación de este ambicioso festival que aspira a convertirse en una referencia internacional. 

Organizado por la Consejería de Cultura y Turismo de Castilla y León, cuenta con la colaboración de The Lucie Awards de Nueva York y la École Nationale Supérieure de la Photographie de Arlés y surge como un lugar de encuentro y de reflexión. De ahí que su programación expositiva vaya acompañada de una serie de conversaciones con comisarios, historiadores y fotógrafos.

Campany (comisario, escritor y director de programas del Centro Internacional de Fotografía de Nueva York) y Roger Szmulewicz, que versará en torno la obra de William Klein.


6  ‘New York City, 1963’, de Joel Meyerowitz.