Un dolor familiar

José Morella encuentra en la figura de su abuelo el paradigma de una enfermedad psíquica disimulada tras una empecinada melancolía y silencios

Se publica una nueva novela del escritor ibicenco José Morella, West End (Premio Café Gijón, 2019). De este autor había leído y comentado en estas mismas páginas su anterior novela, Como caminos en la niebla (2016). Se trataba de la vida del psiquiatra anarquista alemán Otto Gross. Recuerdo que en aquel libro me atrajo (y me dio la clave tonal del libro) una cita que extraía Morella de una novela de Junot Díaz, que decía que del infierno no había manera de salvarse, que la única manera que había de salir de él era entrar. La nueva novela de José Morella trabaja en una línea parecida a aquella. Sólo que esta vez recurre a la autoficción para enfrentarse a un fantasma familiar.

En West End se investiga desde la experiencia personal una vida tan atormentada como casi secreta. Morella encuentra en la figura de su abuelo (un inmigrante andaluz que llega a Ibiza con 50 años y su familia a cuestas en los años sesenta) el paradigma de una enfermedad psíquica disimulada tras una empecinada melancolía y silencios. El narrador, que bucea en su propia vida y en la de su familia, necesita una explicación ante un dolor como compartido en secreto, el dolor y el sufrimiento que están ahí pero que nadie se atreve a preguntarse su porqué. De alguna manera, esta novela registra también una etapa de la era franquista. Una etapa de su forma de curar las enfermedades mentales. O las del alma, que también estaban ahí silenciadas. Sorprende que coincida este libro con la novela de Almudena Grandes La hija de Frankestein. En ambos se habla de algunos personajes siniestros de la psiquiatría durante el franquismo, como el ominoso Vallejo-Nájera.

West End (como se le llamaba a un barrio de Ibiza) es una novela redonda. Morella integra su afanosa búsqueda de respuestas (y también de preguntas, no sea que no se formulen con exactitud) con la descripción casi elegiaca de un dolor familiar. Termino de leer esta singular novela recordando a aquel personaje de Enrique Vila-Matas que un día quiere abrir una puerta y no sabe si hacerlo hacia afuera o hacia dentro. En este dilema estriba la belleza de este libro.