George Brassens, el juglar francés heredero de François Villon y de toda una estela de creadores libres e impertinentes, fue además un gran filósofo. Una de sus canciones más célebres, Morir por las ideas, es una burla despiadada —y muy graciosa— de todos los fanatismos. En uno de los momentos más lúcidos de la canción, explica que morir por una idea es una mala opción porque siempre existe la posibilidad de acabar en el más allá por las creencias equivocadas. "Si hay una cosa amarga, desoladora / es que al entregar el alma a dios / nos demos cuenta de que hemos tomado el camino equivocado / que nos hemos equivocado de ideas / morir por las ideas / de acuerdo, pero de muerte lenta".
Este rodeo viene a cuenta de la última embestida que ha lanzado la ultraderecha contra cualquiera que se atreva a cuestionar la idea de que Europa solo puede ser cristiana. Un grupo de investigadores, que incluye a una prestigiosa profesora del CSIC, Mercedes García-Arenal, se han visto atacados políticamente por atreverse a estudiar la historia del Corán en Europa y sus diferentes traducciones entre los siglos XII y XIX.
Este proyecto, que cuenta con una subvención de la UE de 9,8 millones de euros, no solo ha dado empleo a 45 personas, sino que ha permitido conocer con mucha más claridad lo que somos los europeos: una mezcla de culturas y religiones, de idiomas y visiones del mundo, algo que la pujante ultraderecha rechaza como si solo hubiese una forma posible de ser europeos y el resto fuesen blasfemias (ya hemos pasado por eso en este cansado continente, sacudido por tantos fanatismos). No hay duda de la enorme influencia de la cristiandad en Europa, aunque se podría aplicar la teoría Brassens: ¿qué cristianismo elegimos entonces, porque podemos perfectamente escoger el credo equivocado?