Todas somos feministas

Numerosos ensayos, novelas y hasta cómics hacen una reflexión sobre la condición femenina con un enfoque divulgativo que sirve de guía utilizable en el presente

En los últimos dos años, la publicación de libros sobre feminismo y temas de género ha crecido exponencialmente. A qué lectores van dirigidos y si alguno de estos libros se acabará convirtiendo en un texto necesario (ese adjetivo tan legitimador para una obra literaria) o si más bien estamos ante los frutos de una tendencia editorial oportunista, son preguntas difíciles de responder. Lo que sí es evidente es que nos encontramos a años luz de aquellos tiempos en los que los únicos textos divulgativos acerca de la condición femenina y dirigidos a un público amplio eran los cinco volúmenes de “Historia de las mujeres en Occidente”, coordinados por los historiadores franceses Georges Duby y Michelle Perrot. En ellos, las mujeres se convertían en objeto de estudio central de la historia, no como sujeto pasivo, sino partiendo de las premisas de la escuela historiográfica marxista, que planteaba la necesidad de una “historia desde abajo”, de una microhistoria centrada en la gente de a pie. EL FEMINISMO Y LA CONDICIÓN FEMENINA Esto ocurría en los años 90 y ahora, dos décadas después, es pertinente tomarle el pulso a los nuevos títulos que repiensan esta dupla. En la gran mayoría de estos ensayos y narraciones resultan evidentes sus intenciones didácticas y divulgativas: a base de datos estadísticos, gráficos y explicaciones, tratan de colmar las lagunas de conocimiento sobre estos temas que se le presuponen al público general, lo que incluye la explicación de términos como heteropatriarcado, sororidad o feminismo de la cuarta ola, que cada vez escuchamos y empleamos con más frecuencia. Un buen ejemplo es “Herstory”, una historia ilustrada de las mujeres (Lumen). Sus autores, la ilustradora Cristina Daura y los escritores María Bastarós y Nacho M. Segarra, se centran en microhistorias de mujeres, dado lo imposible de abarcar una única historia global de todas las que pueblan la tierra. Así, a base de cronogramas, cuadros comparativos y biografías ilustradas, los lectores llegan a conocer a las figuras más importantes del feminismo internacional, incluyendo a mujeres de Latinoamérica, África y Asia, olvidadas con frecuencia. En una clave similar, la colección de libros infantiles “Pequeña & Grande”, de Alba, dedica una veintena de títulos a grandes mujeres como Marie Curie, Simone de Beauvoir, Josephine Baker, Jane Goodall o Georgia O’Keeffe. Tal como se afirma en la introducción de “Herstory”: “el feminismo es (o debe ser) en sí mismo un espacio incómodo, de constante revisión y autocrítica, en el que resulta muy difícil apoltronarse lánguida e indolentemente”, de ahí que muchos de los ensayos y ficciones que estamos leyendo en los últimos años al respecto no aspiren a convertirse en libros de consulta futuros, sino en guías utilizables en el presente para paliar las carencias del pasado. Como afirma Marta Sanz en su jugoso ensayo “Monstruas y centauras” (Anagrama): “nos estamos pensando. A nosotras mismas y el mundo en que vivimos. Supongo que eso es un síntoma de buena salud”. LA NECESIDAD DE UNA AUTORREFLEXIÓN Otro elemento que sobrevuela el discurso de estos textos es la necesidad de una autorreflexión (y en ocasiones, de la entonación de un mea culpa) por parte no sólo de los hombres, sino también de las mujeres que no supieron detectar en su momento su propia complicidad con un sistema injusto. La intelectual estadounidense Cynthia Enloe comienza así el prefacio de su libro “Empujando al patriarcado” (Cátedra): “confesión: casi salí corriendo cuando oí por primera vez a una persona pronunciar la palabra ‘patriarcado”. En esta colección de ensayos sobre feminismo, la autora entrelaza crónicas de su participación en marchas, conferencias de paz y reuniones de grupos de activistas con el análisis sobre las dinámicas que están perpetuando las ideas y las relaciones patriarcales. Enloe afirma que “el aprendizaje feminista (…) se acumula a lo largo de horas y días de escucha, de observación y de reflexión” y son estas horas dedicadas a observar y reflexionar las que han dado sus frutos en el ensayo gráfico de la prestigiosa historietista sueca Liv Strömquist titulado “Los sentimientos del príncipe Carlos” (Reservoir Books). El ensayo comienza con la anécdota protagonizada por el heredero de la corona británica cuando anunció su compromiso con Lady Di. Al preguntarle un periodista si estaba enamorado, él respondió con un “sí… signifique lo que signifique estar enamorado”. A partir de esa reacción principesca, Strömquist se vale del lenguaje de la historieta para ofrecer una historia cultural del amor romántico en tono humorístico. En sus páginas encontramos situaciones desopilantes como la gala en la que se premia a los novios más polémicos de la historia, cuyo ganador absoluto es Albert Einstein por su (pésimo) comportamiento hacia su primera esposa, la matemática serbia Mileva Maric.En una línea más combativa, pero también de cuestionamiento de actitudes tomadas por las propias mujeres, a menudo colonizadas por el patriarcado, escribe la académica y novelista peruana Patricia de Souza su “Ecofeminismo decolonial: hacia el final del patriarcado” (Libros de la Mujer Rota), un ensayo fragmentario que se apoya principalmente en la revisión de vivencias de la propia autora desde una óptica feminista.Para informarnos pormenorizadamente sobre todos los tipos de violencia (cultural, física, sexual y estructural) sufridos por las mujeres a lo largo de los últimos cuatro mil años, acaba de publicarse “La guerra más larga de la historia” (Espasa). Sus autoras, las periodistas Isabel M. Reverte y Lola y Margó Venegas, además de hacer un recuento del estado de la cuestión, les dedican espacio a las personas, organizaciones y movimientos que hoy combaten la violencia contra las mujeres. Tal es el caso de la activista marroquí Najat Ikhich y su caravana contra las bodas de niñas o el del colectivo Gulabi Gang de mujeres indias contra el maltrato.UNA BATALLA CONTRA LA VIOLENCIAPara combatir la violencia una posibilidad es acudir a la ira, a pesar de que esté muy mal visto que las mujeres la empleen como combustible político. Rebecca Traister, en “Buenas y enfadadas” (Capitán Swing), recorre la historia y posibilidades de este tipo de emoción, consciente de que “mientras que la ira de los hombres es vista como “conmovedora” y “francamente norteamericana”, las mujeres son “el chirrido de las uñas en nuestra pizarra nacional”.Las nuevas masculinidades en intersección con el feminismo actual han llevado al jurista Octavio Salazar a escribir “#WeToo. Brújula para jóvenes feministas” (Planeta). De nuevo estamos ante un caso en el que prima el contenido educacional, esta vez para que los adolescentes y jóvenes procesen el bombardeo de información que les llega por múltiples vías y adquieran un criterio sobre qué significa ser feminista hoy.Otro título para aprender deleitándose es “Juegos reunidos feministas”, de Ana Galvañ y Patricia Escalona. Concebido como forma de adoctrinamiento (así lo reconocen sus autoras desde la contraportada), sus principales atractivos son su creatividad gráfica y su humor sinvergüenza, presente en cuestionarios y pasatiempos.A medio camino entre la ficción y el ensayo se encuentra “Maternidad”, la novela sin apenas trama de la canadiense Sheila Heti, en la que despliega su refinado sentido del humor. No por estar escrita en primera persona debemos concluir que es la propia autora, como artista, quien se plantea si desea ser madre, pero es cierto que sirve como auto-análisis ficcional del deseo de tener hijos, a pesar de que la protagonista intuya desde las primeras páginas que la procreación es “un gesto necesario en el pasado y sentimental hoy día”.LA MATERNIDAD COMO UNA TAREA IMPRESCINDIBLE Y COMÚNPareciera entonces que el derecho a no ser madres ha sido conquistado, por eso Esther Vivas, en “Mamá desobediente” (Capitán Swing), señala una cuestión que aún queda pendiente para la sociedad: la de reivindicar la maternidad como una tarea imprescindible y común. Esta visión del feminismo no como un movimiento que solamente pretende la emancipación de las mujeres, sino más bien como una corriente de reorganización de la sociedad en su conjunto, la comparten las tres autoras de “Manifiesto de un feminismo para el 99%” (Herder). Uno de sus principales objetivos es explicar por qué el feminismo ha de conectarse con otros movimientos antisistema para estar a la altura de estos tiempos y dejar de ser un feminismo liberal concebido solamente para las élites.