Manuel Álvarez Bravo: Cuando la realidad se encontró con el color

Se publica el primer libro dedicado íntegramente a la obra en color del artista, figura clave en la fotografía latinoamericana del siglo XX

“La realidad es más real en blanco y negro”, escribe Octavio Paz en Cara al tiempo, dedicado a Manuel Álvarez Bravo (México DF, 1902- 2002). Sin embargo, don Manuel, siempre inquisidor frente al mundo, supo que el acromatismo no traduce o revela mejor la realidad; la muestra de otro modo. De ahí, que en su archivo se encuentren más de tres mil imágenes en color.

Reconocido como “uno de los inventores del vocabulario moderno de la fotografía”´- en la retrospectiva que el MoMA le dedicó hace más de dos décadas-, heterodoxo por naturaleza, nunca se sujetó a teorías ni corsés, ni artísticos, ni políticos, de ahí que el continuado estudio de su archivo contribuya a liberarlo de las etiquetas y reducciones a las que en ocasiones se ha visto sometida su obra. “Fotografíen lo que vean, no lo que piensen: la filosofía de un fotógrafo debe ser no tener ninguna”, recomendaba a los más jóvenes. Así, cuando en 1976, Octavio Paz homenajeaba al fotógrafo con su poesía, se hacía eco de una corriente que denostaba el uso del color como algo que disfrazaba la materia, y la privaba de la riqueza lumínica y el rigor del blanco y negro. Walker Evans lo consideraba “vulgar”, Paul Strand, como un tinte sin “cuerpo, ni textura, ni densidad”. El autor mexicano se distanciaba de esta tendencia, en 1984: “Grandes fotógrafos, desgraciadamente ya muertos han negado el color, pero yo creo que el color y el blanco y negro son dos maneras que no se excluyen; y es posible que haya un fotógrafo que comprenda que vea y sienta exclusivamente en blanco y negro, otro en color, y un tercero que pueda interesarse por ambos”.“Álvarez Bravo es un fotógrafo principalmente de gelatina sobre plata”, apunta James Oles, curador e historiador, “Su obra en color es un experimento, dentro de una tendencia a explorar y a jugar con los nuevos medios a su disposición”. Oles ha colaborado junto con la hija del artista, Aurelia Álvarez Bravo y el editor Ramón Reverte en la edición de Álvarez Bravo a color (RM), donde también contribuye con un texto. Se trata de la primera monografía dedicada íntegramente a las imágenes en color del autor, y reúne aquellas más significativas, muchas inéditas.

El artista comenzó a investigar con el color en la década de los veinte para luego proseguir con más o menos intensidad y de forma intermitente hasta su muerte. Estas imágenes en color serían expuestas a lo largo de toda su trayectoria a partir de los años cuarenta. El estudio de esta parte de su obra no implica de modo alguno que sea necesario revisar la figura del autor. “Sigue siendo un fotógrafo de blanco y negro, pero hay dos cosas importantes que se desprenden de este trabajo: reafirma su figura como uno de los grandes genios de la fotografía en México en el siglo XX, y nos habla de su afición por la historia de la fotografía, por su complejidad y sus técnicas. Tenía mucha curiosidad. Era un investigador. Un gran experimentador”. destaca Oles. “Estas fotografías nos enseñan la complejidad de su carrera, de su mente, en cuanto  trataba de jugar con un medio a través de una técnica que requería materiales que no eran fáciles de conseguir en México. Las imágenes dan más densidad a su trayectoria y nos develan, aún más, su complejidad.


Brazo con margaritas. 1945-1947.