Las icónicas águilas visigodas eran en realidad pavos reales

Un estudio publicado por el Museo Arqueológico Nacional desvela que las conocidas fíbulas dobles aquiliformes representan adornos femeninos con forma de pavón

Las conocidas como fíbulas aquiliformes (broches con piedras preciosas y forma de águila) están consideradas uno de los elementos más característicos de la indumentaria visigoda. Reproducidas en libros, revistas, objetos de recuerdo, películas o, incluso, joyas modernistas, mantienen un origen nebuloso y controvertido. Los expertos se dividen entre los que defienden que provienen de la mitología pagano-germánica y los que sostienen que proceden de la heráldica romana. Pero lo que nunca se había puesto en duda es lo que representan: un águila con las alas abiertas y con la mirada ladeada. Ahora, el estudio Insignia de poder imperial, signo de identidad gótica. Sobre el origen y significado de las llamadas fíbulas aquiliformes, publicado por el Boletín del Museo Arqueológico Nacional, da un vuelco a esta interpretación y las señala como objetos de prestigio femenino con forma de pavo real, no de águila.

Los arqueólogos Rafael Barroso Cabrera y Jorge Morín de Pablos, de la consultora Audema, recuerdan en el estudio que el reputado arqueólogo e historiador alemán Helmut Schlunk (1906-1982) sostenía que las aves talladas en la iglesia palentina de Baños de Cerrato (Palencia), fundada por el visigodo Recesvinto en el año 652, representaban águilas. Por su parte, el experto francés Jacques Fontaine (1922-2015) las relacionó directamente con la realeza visigoda. Y eso que el español Pedro de Palol (1923-2005) insistía en que el templo castellano estaba dedicado a San Juan Bautista y no a San Juan Evangelista, cuyo símbolo es evidentemente la gran rapaz. Al final, "esa presunta relación entre las águilas y los visigodos ha calado en el imaginario colectivo a través de todo tipo de publicaciones en las que nunca suelen faltar en lugar destacado las clásicas ilustraciones y fotografías de esta clase de fíbulas. Ni siquiera la divina Coco Chanel logró sustraerse al raro encanto de los broches aquiliformes tras una visita al Museo de Cluny", afirman Barroso y Morín.

Para ambos expertos, "la realidad es que a partir de las representaciones de Baños, la inscripción de Recesvinto y la aparición de las fíbulas en contextos funerarios del siglo VI en España y el oeste europeo se llegó a un círculo vicioso que establecía una relación entre el águila, la identidad goda y la realeza visigoda, todo ello mezclado en un totum revolutum que ha sido aceptado por la historiografía de forma casi automática".

Las fíbulas aquiliformes se clasifican en cuatro tipos principales: de oro con técnica cloisonné (dividida en pequeñas celdas), de bronce con celdillas, sin celdas y del tipo Talavera, fabricadas con doble placa de bronce. Según el historiador alemán Von Rummel, su origen estaría en el águila que coronaba los estandartes de las legiones romanas, que habría sido adoptado por los godos al ponerse en contacto las élites aristocráticas de ambos pueblos en el siglo V. De este modo, un antiguo símbolo militar romano pasó a formar parte del repertorio artístico bárbaro.

En efecto, uno de los recursos más utilizados por las autoridades imperiales fue precisamente el intercambio de regalos y obsequios de lujo que si por un lado venían a consolidar los vínculos políticos entre las aristocracias bárbaras y Roma, por otro reforzaban el prestigio de ciertos personajes dentro de las estructuras de la sociedad germana. Cuando estas personas morían, ya fueran hombres o mujeres, se enterraban con estas piezas, como demuestran conjuntos tan espectaculares como los hallados en Pietroasa (Rumanía) o Domagnano (San Marino).

Pero "¿cómo es posible que un símbolo vinculado en principio al mundo militar romano acabara siendo adoptado por las mujeres godas como un emblema distintivo y ornamental?", se preguntaron Barroso y Morín. Porque la gran paradoja es que estas fíbulas aparecen asociadas a depósitos funerarios femeninos y no a enterramientos masculinos como debería ser en caso de tratarse de un elemento relacionado con la milicia. Para ambos arqueólogos, en contra de lo que piensan otros expertos, que las conectan con el mundo nórdico, estas fíbulas no estarían tampoco relacionadas con el culto a Odín, pues este tenía como símbolo el cuervo y no el águila. "Además, cuesta pensar que las ricas y devotas damas ostrogodas, que se hicieron enterrar junto a las basílicas martiriales de San Valentín en la vía Flaminia y de los santos Gervasio y Protasio de Milán, lo hicieran con unas piezas tan llamativas y tan cargadas de simbolismo pagano".

 
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