Henri Michaux: el lejano espacio interior

El poeta, pintor y explorador de tribus imaginarias fue también un psiconauta que describió en detalle sus experiencias con la pretensión de revelar la enormidad de lo normal

Henri Michaux, poeta, pintor y explorador de tribus imaginarias, fue también un psiconauta. Nos ocupamos aquí de esta última faceta, quizá la menos conocida. Su ventaja respecto a otros exploradores de la psique es que tiene el don de la expresión (fue un magnífico escritor) y se tomó la molestia de describir en detalle sus experiencias. Con la mente no se puede nadar y guardar la ropa. No es algo que pueda verse desde fuera (protegido en un laboratorio) mediante el escáner o el microscopio. Su conocimiento exige audacia, comprometer el propio cuerpo. Michaux lo hizo. Fascinado y obtuso, buceó en los estados alterados de la mente. A veces mediante sobredosis, en una ocasión ingiere por error una cápsula de 600 miligramos de mescalina. Como los antiguos exploradores, arriesgó el pellejo y el corazón en sus indagaciones. No hay otro modo. Cuando hablamos seriamente de la mente resulta risible la imagen coloreada del cerebro de una resonancia magnética funcional.

Michaux se interesa por la psiquiatría, recorre los pasillos de hospitales de provincias y se refiere a este asunto en varias ocasiones. Los propios psiquiatras, antes que sus pacientes, los ratones o las arañas, son los que deberían experimentar con estas sustancias. Ha navegado y conoce las tempestades de la mente. Como William James, se interesa por el espíritu en su condición lamentable, en aquellos que han tenido graves dificultades con él, enfermos, tarados o esquizofrénicos. "Más que el demasiado excelente "saber pensar" de los metafísicos, lo que verdaderamente está llamado a descubrir-nos son las demencias, los retrasos, los delirios, los éxtasis y agonías, el ya no saber pensar." De esos infiernos, de esos ángulos oscuros, se ocupa con admirable valentía. Considera que la mescalina debería impartirse en la universidad. Cualquier otro procedimiento no es serio. La mente es un asunto esencialmente práctico. Qué hacer con ella es la cuestión. Compartimentarla en áreas, como si fuera un espacio físico, es no entender su naturaleza.


´Sin título´, 1956, obra de Henri Michaux

Quien prueba el hachís después de la mescalina advierte que cambia una locomotora por un poni. El hachís no se entrega pronto, es más reservado. Sin embargo, un poni puede dar muchas sorpresas. El cáñamo omite, borra, pasa por alto (lo accesorio). Es un gran supresor. Forja con gusto seres híbridos: Ganesha, Anubis, Lolita. Contrariamente a la fría mescalina, se interesa por las mujeres, por las pieles desiguales, arrugadas, duras. El hachís permite que se le formulen preguntas, resuelve problemas. Con él puede salir al exterior. Le gusta la calle, los transeúntes, el tranvía. Michaux menciona experimentos en los que se inocula hachís a las arañas. Sus telas resultan entonces incompletas. Y termina con una pregunta retórica, cuya conveniencia suscribimos: ¿No sería mejor que, antes que las arañas, fueran los psiquiatras los que se sometieran a estas experiencias?

 
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