Pablo de Tarso, ¿un embaucador o alguien que buscaba la verdad?

´El apóstol de los ateos´, de Ole Jakob Løland, analiza desde la filosofía la figura del considerado segundo fundador el cristianismo y su primer ideólogo

La originalidad del título de esta obra se corresponde con la originalidad de la aproximación del autor, teólogo noruego, a Pablo de Tarso, considerado el segundo fundador el cristianismo y su primer ideólogo.

TEOLOGÍA 

La teología ha sido la disciplina que más de cerca se ha ocupado de analizar su figura y de estudiar sus Cartas. Sin embargo, en las últimas décadas es la filosofía la que viene dedicándose a investigar las Cartas paulinas con nuevos contenidos de sentido que se le habían pasado por alto a la teología.

Este libro analiza con rigor, profundidad y amplitud de horizontes la recepción de Pablo en la filosofía moderna y contemporánea.

Ahora bien, deja bien claro que el retorno de los filósofos a Pablo no es para volver a la creencia tradicional y a la religión institucionalizada.

Para Løland, Pablo es el autor bíblico que más interés ha generado entre los filósofos de ayer y de hoy.

De ayer: Spinoza le considera el apóstol-filósofo por excelencia, un testigo bíblico creíble y una excepción racional en medio de los personajes irracionales de la Biblia; Nietzsche lo presenta como "disangelista", impostor y falsificador de la historia; Weber subraya la indiferencia paulina hacia el mundo; Heidegger elige los textos de Pablo para erigir nociones centrales de su filosofía existencial. De hoy: filósofos tan relevantes como Agamben, Badiou, Zizek, Critchley, Derrida, Kristeva, Taubes, Dawkins y Onfray.

  • Los llamados neoateos Dawkins y Onfray se mueven en el horizonte de Nietzsche y consideran a Pablo un ejemplo de los aspectos más irracionales y destructivos de la Biblia cristiana al defender que Dios exige el asesinato de su hijo para expiar los pecados de la humanidad. Zizek los califica de "ateos y humanistas vulgares".

Otros filósofos desmienten a Nietzsche, consideran a Pablo "parte inseparable de la genealogía de la crítica moderna de la religión", le definen como un pensador de profundas convicciones filosóficas en busca de la verdad y con un gran potencial secularizador. Badiou muestra la actitud militante de Pablo en favor del universalismo, que implica la igualdad de todos los seres humanos, frente a la actual reducción de la política a intereses particulares y a la globalización del capitalismo.

En la misma dirección avanza Slavoj Zizek, para quien Pablo rompe con toda forma de comunitarismo y afirma un universalismo incondicional.

Agamben y Taubes leen a Pablo a la luz del mesianismo de Walter Benjamin. El primero hace una crítica del monopolio eclesiástico sobre la exégesis de las Cartas paulinas que ha sofocado el mesianismo judío y subraya la potencia mesiánica que palpita en el epistolario paulino entendida como resistencia frente al orden de cosas existente.

Taubes considera a Pablo el inventor de la teología de la cruz que subvierte los valores del mundo y subraya que las personas más débiles y los miembros de las clases sociales más bajas son los elegidos de Dios, mientras que los sabios y poderosos están sometidos al juicio divino.

Løland expone la interpretación de los filósofos citados sobre dos de los escritos paulinos más importantes: la Primera carta a los corintios y la Carta a los romanos.

La Primera carta a los corintios critica las jerarquías del mundo antiguo y analiza la realidad desde las capas bajas de la sociedad.

La Carta a los romanos hace una crítica de la ley, que los filósofos interpretan como crítica de la ideología, descripción trágica de la existencia humana y un excelente ejemplo de introspección. Reconoce, a su vez, la prioridad que da a la "justicia" como "horizonte al margen de la ley e independiente de la lógica del derecho".

Este libro pone de manifiesto que Pablo no fue una teólogo político conservador, sino un pensador crítico del sistema. Løland y no pocos filósofos contemporáneos coinciden en buena medida con el exegeta paulino Richard Horsley, que lo presenta como un teólogo antisistema radical y antimperialista.