“Con la pandemia, esta puede ser una época interesante”

Olga Tokarczuk, la Premio Nobel polaca nos da la pala y nos insta a excavar. El cuestionamiento de la fe, los avatares de la historia de su país y la imposible inmutabilidad brillan como piedras preciosas en su última obra

Crear un lugar propio y generar en torno a él una mitología válida para explicar la vida o para esbozar los límites de nuestra incapacidad de comprenderla es una meta a la altura de pocos autores. García Márquez lo hizo en Macondo, Cervantes en un lugar de La Mancha o Lewis Carroll en el país de las maravillas. Pero hay otro sitio llamando a la puerta: Antaño, “un lugar situado en el centro del universo”, la creación probablemente más fantasiosa, imaginativa y desbordante de Olga Tokarczuk, (Sulechow, Polonia, 1962), premiada en 2019 con el Nobel de Literatura de 2018, año en el que la Academia sueca lo aplazó.

Un lugar llamado Antaño (Anagrama) es el título recientemente publicado en España de esta Nobel, de quien apenas conocíamos Sobre los huesos de los muertos (Siruela) y Los errantes (Anagrama). La pandemia frustró su promoción en España y todos los planes que tenía en marcha, pero Tokarczuk ha encontrado en esta peste del siglo XXI, de un mundo que se creía seguro y no lo es, una buena excusa para frenar y además reflexionar. “Fue un alivio renunciar a mis viajes, estaba cansada y hacía mucho tiempo que no vivía en mi propia casa”, cuenta por correo electrónico. El confinamiento coincidió además con la enfermedad de su perro y agradece haberle podido cuidar. “Creo que la pandemia es ante todo una lección de humildad. Es un concepto antiguo y un tanto olvidado. El hombre olvidó la humildad ante la naturaleza, ante fuerzas superiores a él. Espoleado por una inusitada arrogancia, destruyó muchas cosas a su alrededor: a los seres vivos, el medioambiente, el paisaje. Cambió el clima. Y ahora prepara su despliegue en el cosmos”, reflexiona.

Los que se han acercado a su obra saben que Tokarczuk, nacida bajo el comunismo en Polonia y adulta bajo el capitalismo y la democracia, navega a la vez en la introspección y en el amor a una naturaleza que la conecta fuertemente con el mundo. Su obra es un dique contra la frivolidad, la destrucción, la violencia. “La pandemia nos enseña que seguimos siendo una especie más sobre la tierra, dependiente de una intrincada red de relaciones, que tenemos un cuerpo frágil y mortal y que nuestras posibilidades son limitadas. Tengo la impresión de que vuelve la máxima Memento mori, tan popular en la formación cultural del Barroco europeo, cuando el ser humano se vio obligado a enfrentarse a epidemias, guerras y fuerzas crueles, inconcebibles. Es la vuelta a una visión del mundo como misterio, a una búsqueda del significado de la existencia humana en la tierra, a indagar sobre la naturaleza del hombre y la presencia del mal. Esta puede ser una época interesante”.