2021: un año decisivo en la lucha climática

Una pandemia que lo relegó a un segundo plano, el regreso de EE UU como actor fundamental y las presiones para una recuperación verde confluyen en un momento histórico para el medio ambiente

Las alarmas no han dejado de sonar a pesar de la pandemia. Y a António Guterres, secretario general de Naciones Unidas (ONU), se le agotan las palabras duras para advertir de las consecuencias de esta crisis climática planetaria. Esta semana hablaba de un escenario “aterrador” al referirse al último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Esta agencia de la ONU lleva ya 28 años publicando sus evaluaciones anuales y la conclusión es cristalina: las evidencias e impactos del calentamiento global se agolpan. Por ejemplo, 2020 estuvo entre los tres años más cálidos jamás registrados, recordó la OMM. Los otros dos fueron 2016 y 2019.

Si la tendencia se mantiene, 2021 será otro año más cálido de lo normal. Como recuerda Freja Vamborg, científica del Servicio de Cambio Climático de Copernicus de la Unión Europea, los últimos seis años han sido los seis más cálidos desde que arrancan los registros fiables. Será cálido, pero también debería ser un punto de inflexión en la lucha climática, como reclaman desde las ONG, la ONU y otras instituciones internacionales y Gobiernos. “Verdaderamente”, recalcaba el lunes Guterres, “este es un año crucial para el futuro de la humanidad”. La pandemia hizo que se retrasasen hasta este 2021 dos importantes cumbres medioambientales: la climática que se debía celebrar en Glasgow (Reino Unido) y la reunión sobre biodiversidad de Kunming (China). Además, la pandemia sacó en gran medida de la agenda internacional la lucha contra el calentamiento. Pero el coronavirus no ha acabado con el problema. Como recuerda la Organización Meteorológica Mundial, “la desaceleración de la economía relacionada con la pandemia no logró frenar los motores del cambio climático ni la aceleración de sus impactos”.

En la cumbre del clima de Glasgow de 2020 los países tenían que haber presentado planes de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero más duros de los que han ofrecido hasta ahora en el marco del Acuerdo de París. Pero, cuando terminó 2020, solo 75 de los casi 200 países que firmaron París lo habían hecho. Por eso se espera que 2021 sea determinante. También, por el regreso a la lucha contra el calentamiento de EE UU, cuyo presidente ha organizado una cumbre del clima, que arranca este jueves coincidiendo con el día de la Tierra, con los 40 principales jefes de Estado y presidentes del mundo para oficializar su vuelta. En esta cita presentará sus objetivos de recorte de emisiones de aquí a 2030, es decir, para la que se considera como la década más importante en los esfuerzos que debe hacer el ser humano por revertir el problema que ha generado con sus emisiones.

Rebote de las emisiones. Los registros oficiales de temperaturas que manejan la OMM y el resto de organismos científicos se remontan a 1850, cuando arranca la era industrial y cuando comenzó la quema de combustibles fósiles a gran escala para alimentar el desarrollo económico. Cuando esos combustibles se queman generan los gases de efecto invernadero que en gran medida se acumulan en la atmósfera y sobrecalientan el planeta. El principal de estos gases es el dióxido de carbono (CO2) y durante la pandemia estas emisiones cayeron. Pero, como han advertido desde el principio los expertos, tras la caída se producirá un rebote porque el descenso era por el parón coyuntural de la economía y no por un cambio estructural que modifique la forma en la que el mundo alimenta sus coches o genera su electricidad. La Agencia Internacional de la Energía prevé que en 2021 las emisiones de CO2 ligadas a la energía crezcan cerca de un 5%, lo que supondría el segundo mayor crecimiento registrado hasta ahora. El anterior se produjo en 2010, tras la gran crisis financiera.

Aproximadamente la mitad del CO2 emitido acaba acumulándose en la atmósfera —el resto lo absorben los océanos y la vegetación terrestre—. Esa acumulación atmosférica, la más alta de los últimos 800.000 años según la OMM, lleva al incremento de las temperaturas y de la intensidad y cantidad de fenómenos extremos como sequías, inundaciones y fuertes tormentas. “Los indicadores mundiales muestran que las temperaturas medias de los últimos cinco años son las más elevadas de las que se tiene constancia: 1,2 grados centígrados por encima de la media del periodo 1850-1900?, señala un informe que el servicio Copernicus, un programa de seguimiento de los efectos del calentamiento de la UE.