Relatan la historia de 'niñas fantasma'

Para Raquel Castro y Alberto Chimal, una dupla literaria con un radar bien afinado para las historias de asombro, un patrón sospechoso en las leyendas populares de susto fungió como semilla para su más reciente novela, El club de las niñas fantasma

CIUDAD DE MÉXICO

"A mí me había llamado la atención desde hace tiempo este mito que hay en un montón de lugares, donde los fantasmas que se aparecen en edificios públicos, el fantasma que se aparece en una escuela, el que se aparece en un hospital a deshoras y cómo muchos de esos fantasmas que se aparecen son niñas", explica Chimal en entrevista. "A mí se me había ocurrido que podría dar para alguna cosa humorística. ¿Por qué siempre son niñas? ¿Es una sola niña fantasma que está pluriempleada o es un montón de niñas que están siendo explotadas laboralmente?", bromea. En su primer libro de ficción escrito a cuatro manos, la pareja narra la historia de Carmen y René, dos niños de quinto año de primaria, con un amor compartido por los cuentos de terror, que deciden investigar el rumor de que, en el viejo edificio donde trabajan sus mamás, se aparece una niña fantasma.

Es así como, ocultos de noche en las oficinas, conocen a Isabel, una niña fantasma que lleva más de 60 años encerrada, como muchas otras en diversos lugares, a causa de una traba burocrática de los encargados en el mundo espectral. "Si la burocracia de los vivos es terrible, imagínate la burocracia del otro mundo", apunta Castro sobre la trama. Pensado para niños de 7 años en adelante que ya leen solos, o para niños de 5 años a los que sus papás les leen, la historia no está exenta de sustos y momentos tensos, pero es relatada con gran corazón y calidez, sobre todo a partir de la amistad de Carmen, René y sus amigas fantasmas, como Isabel.

"Parte del chiste es que sí espanta un poquito, pero cuando te vayas a la cama te puedas dormir y que no te deje con pesadillas toda la noche; que fuera un viaje divertido", explica Castro. A más de un adulto, además, le sacará una carcajada enterarse de la existencia de la Oficina de Control de Accesos Inmateriales (OCAI), o de la Agencia del Mundo Espectral (AME), dos incompetentes órganos burocráticos que son responsables de que las niñas fantasma estén atoradas en el mundo físico.

Estos dos organismos, que se parecen tanto a las oficinas de gobierno de los vivos, tienen instrucciones de facilitar el paso a cada "hombre, mujer o niño" para llegar al Mundo Espectral, por lo que las niñas quedan relegadas. "Hay quienes dicen 'eso de decir niño y niña es una pérdida de tiempo', pero cuando una fue niña a la que le dijo su hermanito 'no es el día de la niña, es día del niño', como que lo entiendes de otro modo", reflexiona Castro. Con ilustraciones de Samantha Martínez, el libro de Castro y Chimal, ambos referentes de la literatura infantil y juvenil, se preocupa por la correcta representación de la infancia mexicana, tanto en el texto como en los dibujos.

"La mayoría de los niños están representados con el tipo físico de los niños mexicanos, que eso es algo que a mí me extrañaba mucho cuando yo era chico, que todos los niños y grupos de niños que había en los medios a mi alcance se veían como niños estadounidenses", explica Chimal. La historia de Carmen, René y las niñas fantasma está acompañada, al inicio de cada capítulo, por un manual titulado Fantasmas y el mundo espectral: una guía básica, un volumen que explica cómo funciona el "más allá" y las reglas que deben seguir los espectros.

"Me pareció que era una idea interesante, en lugar de que hubiera muchas explicaciones dadas dentro de la propia novela, tener esa información a un lado con esa especie de infografías, de manera que se diera a conocer este mundo que estábamos inventando, pero también sin demasiados parlamentos o demasiadas escenas explicativas", anota Chimal. La pareja, que también protagoniza el popular canal de YouTube "Alberto y Raquel", en el que hablan sobre escritura y libros, apela a la inteligencia de los niños en cada una de sus obras dirigidas hacia ellos. "Como autores que le dedican mucho tiempo a la literatura infantil y juvenil, creemos que hay que tratar a los lectores con respeto y sin subestimarlos y que un buen libro para niños y niñas es un libro que puede leer un adulto y disfrutarlo y encontrar algo nuevo también", dice Castro. En El club de las niñas fantasma, la incógnita de por qué sólo son las niñas quienes se aparecen en los museos, oficinas, hospitales y edificios de gobierno se resuelve con humor y alegría.