Cuando Kate Lucy vio un cartel que invitaba a la gente a aprender sobre algo conocido como peecycling (reciclar orina) se quedó perpleja. “¿Por qué alguien orinaría en una jarra y la guardaría?” Se preguntó. “Suena como una idea tan loca”, reportó el New York Times.
El diario dijo que la orina humana está llena de los mismos nutrientes que las plantas necesitan para florecer y los agricultores suelen aplicar éstos (nitrógeno, fósforo y potasio) a los cultivos en forma de fertilizantes químicos. Pero eso viene con un alto costo ambiental de los combustibles fósiles y minería.
Rich Earth Institute trabaja en un enfoque más sostenible: las plantas nos alimentan, nosotros las alimentamos.
El NYT dijo que ahora, más de mil galones de orina donada después, Lucy y su esposo son parte de un movimiento global que busca abordar una serie de desafíos, incluida la seguridad alimentaria, escasez de agua y saneamiento inadecuado, al no desperdiciar nuestros desechos.
Pasaron de dejar un par de contenedores cada semana en casa de un organizador a instalar tanques grandes en su propia casa que son bombeados profesionalmente.
Algunos agricultores jóvenes emprendedores se han dedicado a recolectar, almacenar y vender orina, y el precio se ha disparado en los últimos dos años, de uno a seis dólares por 25 litros.
Hasta ahora, la investigación sobre recolección y envasado de los nutrientes en la orina no está lo suficientemente avanzada como para resolver la actual crisis de fertilizantes.