Rosario, sobreviviente del Partido de los Pobres

A más de cinco décadas de la guerrilla encabezada por Lucio Cabañas en en Guerrero

ATOYAC, Gro.- María Argüello Vázquez, conocida dentro de la guerrilla como Rosario, es una de las pocas sobrevivientes del Partido de los Pobres, el movimiento armado encabezado por Lucio Cabañas en la sierra de Guerrero hace más de cinco décadas. Tenía apenas 16 años cuando se integró al grupo insurgente y adoptó un nombre falso para proteger su identidad.

Hoy, a sus 67 años, Rosario recuerda su paso por la guerrilla frente a la tumba de Esteban Mesino y Lino Rosas, combatientes que murieron junto a Lucio Cabañas en diciembre de 1974 durante un enfrentamiento con el Ejército en la sierra de Técpan. En ese mismo operativo fue detenido y desaparecido Marcelo Serafín Juárez, un adolescente de 14 años.

Rosario relata que su incorporación al movimiento ocurrió tras seguir a quien entonces era su pareja, sin dimensionar del todo las consecuencias. Al llegar al campamento, Lucio Cabañas le preguntó si estaba ahí por voluntad propia y, tras una asamblea, el grupo decidió aceptarla, aunque se envió una comisión para informar a su familia.

Durante su estancia, Rosario realizó las mismas tareas que el resto de los combatientes: cocinaba, limpiaba armas, hacía guardias y participaba en recorridos y asambleas. Aprendió a usar armas y recuerda al grupo como una comunidad solidaria, donde no se conocían los nombres reales, pero prevalecía el respeto.

Uno de los episodios más duros que vivió fue el primer gran enfrentamiento armado del grupo, en septiembre de 1974, cuando un avance guerrillero fue atacado por el Ejército. En ese choque murió Juan, su pareja, y Rosario logró escapar siguiendo las instrucciones que él le había dado antes del combate.

Tras meses de persecución militar y con varias integrantes embarazadas, Rosario y otros combatientes decidieron abandonar la sierra. Fue entonces cuando regresó a Atoyac, donde se enteró de que su padre había sido detenido por el Ejército y posteriormente desaparecido, presuntamente para presionarla a entregarse.

A más de 50 años de distancia, Rosario carga con la culpa y el dolor de la desaparición de su padre, un campesino ajeno a la lucha armada. Su testimonio es parte de la memoria viva de la llamada "guerra sucia" en México y da cuenta de las secuelas humanas que dejó el conflicto armado en Guerrero.