La civilización MAYA sufrió 44 años de sequías

El estudio detalla la relación entre las sequías extremas en Yucatán y el declive de la civilización maya.

Tras siglos de esplendor, la civilización maya empezó a decaer en el siglo VIII de esta era, colapsando por completo en los dos siguientes. Abandonaron sus ciudades, con sus pirámides, estadios, plazas ceremoniales... y sus campos, sostenidos con una ingeniería hidráulica tan ingeniosa y tecnológica como la de sus coetáneos, los árabes. Se ha culpado de este proceso de declive a las guerras vecinales, invasiones desde el norte y el sur, enfermedades, al cambio climático... o una combinación de todos o varios de estos factores. Pero de entre todos ellos destaca el impacto del clima sobre la base de sociedades tan agrarias. Ahora, el estudio de una estalagmita de una cueva cercana a urbes mayas como Chichén Itzá ha permitido concretar su papel: según este análisis, publicado en Science Advances, de los últimos 200 años del Periodo Clásico, en al menos 44 de ellos hubo sequías extremas.

Al igual que los primeros imperios agrarios del Cercano y Oriente Medio, basados en la explotación urbana del excedente de cereales del campo, las ciudades mayas dependían de la producción de diversos cultivos, destacando el del maíz. Y, como a aquellos, la sequía pudo llevárselas por delante. Lo que ha descubierto ahora un grupo de investigadores es que desde el 870 y hasta el 1100 de esta era hubo ocho eventos de sequías extremas en la península del Yucatán, una de las áreas centrales de la civilización maya. Y acotan lo que significa una sequía extrema: tres o más años consecutivos con la estación seca alargada al menos tres meses o, directamente, en los que no hubo estación húmeda.

La primera de estas sequías se inició en 894. Le siguió un año con un régimen de precipitaciones normal, al que sucedieron otros cinco años seguidos sin apenas lluvias. El evento más duradero se produjo en 929, donde las precipitaciones fueron anómalamente bajas durante 13 años. Se trató de la sequía más duradera desde que hay registros, tanto precolombinos como en los siglos posteriores.